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Matrimonio salteño comparte emocionante experiencia vivida en la Beatificación de Juan Pablo II en El Vaticano

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Diario EL PUEBLO digital
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Juan José Burutarán y Norma Tarabini son un matrimonio que ya llevan 34 años de casados. Participaron el pasado 1º de mayo de la Beatificación del Papa Juan Pablo II en El Vaticano (Roma, Italia). En diálogo con diario EL PUEBLO contaron la experiencia peregrina, que catalogan de única, en una fiesta desbordante que compartieron con personas de todo el mundo. Rescatan momentos de emoción, que les ha “fortalecido en su fe”, y confirman la figura del ahora beato Juan Pablo II como un “Papa del pueblo”.

ENCUENTRO MULTITUDINARIO

Juan José y Norma llegaron a Roma el sábado previo a la Misa de Beatificación celebrado por el Papa Bendicto XVI, y sobre las 4 de la mañana del domingo se trasladaron al lugar de la celebración. Fue un encuentro multitudinario, “la propia gente de ahí quedó sorprendida, porque si bien esperaban una multitud, la gente se desbordó totalmente”.

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Viajaron desde Uruguay por más de 15 horas hasta que arribaron a Roma. Hicieron escala en San Pablo y en París, para llegar luego a Roma. Cambiaron 3 veces de avión. Una vez llegados a la capital italiana se encontraron con un grupo de gente con los que tenían planificado un tour que empezaba con la ida al Vaticano y después seguía por varios lugares más. En ese grupo de gente había una guía española y era toda gente latinoamericana: de Costa Rica, de Venezuela, de México, de Perú, de Ecuador, de Chile, de Argentina y de Uruguay. En el grupo había un sacerdote  venezolano (Ángel Ríos) y dos religiosas mexicanas, y eso al grupo le vino genial, porque nos iluminaban a cada momento.

GENTE DE TODO EL MUNDO: “NOS QUEDAMOS SIN COMULGAR”

Relataron que sobre las 4 de la mañana del 1º de mayo el ómnibus que los transportaba los dejó a 33 cuadras de la entrada a la llamada “Vía de la Reconciliación”, que es esa calle larga que se aprecia cuando uno mira la televisión antes de la plaza de San Pedro. Caminaron hacia la plaza y ya en la madrugada había un mar de gente, “porque aún no estaba abierto el acceso”. En el lugar había una cantidad de gente que hacía más de una semana que estaba acampada, peregrinos que tuvieron prioridad en la entrada.

Apreciamos el entorno, y “vimos gente de todos los países del mundo, africanos con sus vestimentas típicas, mexicanos, una gran cantidad de polacos en todo momento (y en toda Roma)”. A la misa, que empezó a las 10 de la mañana “la vimos por pantalla gigante” y se quedaron sin comulgar, porque “si bien había sacerdotes por todos lados no había hostias, porque fue absolutamente desbordante”.

EL PADRE NUESTRO EN TODOS LOS IDIOMAS DEL MUNDO

Durante la misa lo que les impactó hasta las lágrimas fue “que en el momento en que Benedicto XVI empezó a rezar el Padre Nuestro en italiano, nosotros empezamos a hacerlo en español, y al lado teníamos personas que lo hacían en su idioma, y otros en francés, y otros en polaco, pero todos estábamos rezando lo mismo”. Ahí “nos dimos cuenta donde estábamos parados. El mundo estaba ahí, y eso fue absolutamente emocionante y nos impactó muchísimo”.

Luego de la misa permanecieron en la cola (kilométrica) con la posibilidad de entrar a la Iglesia a ver el féretro de Juan Pablo. Estuvieron hasta las 5 de la tarde y resolvieron irse para volver al otro día, cuando también se celebraría una Misa. Pero resulta que había más gente que el día anterior haciendo cola. Eso nos quedó como materia pendiente.  Emocionado expresa que “el momento de la entrega de la reliquia con la sangre de Juan Pablo y cuando se desplegó de arriba hacia abajo la imagen, fueron los momentos más sentidos, con la gente enloquecida. Primero fue un silencio total, hubieron unos segundos increíbles en una multitud, y después la gente explotó con banderas, gritos, aplausos, llanto y de todo un poco”.

De la percepción de los peregrinos salteños en la ocasión “habían familias enteras, muchos adultos, y mucha gente muy mayor, niños, una cantidad impresionante de jóvenes con una locura que parecía que iban a un festival de rock”. Cuando terminó la celebración “la gente coreaba – Santo, santo”, manifestando que Juan Pablo II debe ir rumbo a eso.  

El matrimonio es la primera vez que fue a Europa, “y no estaba en los pensamientos nuestros viajar, no era una cosa que deseáramos”.  Nos contaron que en el verano uno de sus hijos les avisó de la beatificación del Juan Pablo II por mensaje de texto, y a ambos les pareció buena la idea de ir, pero al final la dejaron pasar. Finalmente se animaron a ir aunque reconocen que “previo al viaje estábamos nerviosos por el viaje, por las horas de vuelo y lo que implicaba, pero verdaderamente fue viaje redondito”.

Juan José y Norma se prepararon para la ida. “Fuimos más veces que lo normal a misa y rezamos más de lo común”. Les hubiese gustado “haber hecho una preparación más en comunidad de la Iglesia. Se sintió esa falta, aunque recibimos un envío precioso del Obispo antes de irnos, que fue emocionante”.

JUAN PABLO II “NOS QUITÓ EL MIEDO DE SER CRISTIANOS”

Todos quedaron impactados por la fiesta del Vaticano. Para Juan José esto refleja “el imán que tiene Juan Pablo II con la gente, y su figura rompió todos los esquemas”. Desde que Juan Pablo II vino a Salto siempre mantuvieron “un cariño y un afecto muy grande porque en gran medida fue el que reafirmó nuestra fe”. Esa visita “en nuestra vida de matrimonio marcó un antes y un después”. Juan José y Norma participaron de aquel año 1988 en el Parque Mattos Netto y recuerdan “haber estado toda la noche de vigilia previa a la llegada del Papa”. Volvieron a Salto el 26 de mayo y desde que llegaron “todo el mundo nos pregunta como nos fue, y hemos pasado contando la experiencia. No paramos de hacerlo porque es algo que lo conmueve a uno”.

Esta experiencia “es un reforzar la fe en la que hemos crecido” y recordó las palabras del actual Papa cuando dijo que “Juan Pablo II nos quitó el miedo de ser cristianos, que es una definición perfecta”. Juan Pablo “nos inculcó que realmente no estamos solos, no podemos tener miedo. Que Jesús está vivo no es cuento, que Dios existe tampoco”. Para Juan José “Juan Pablo era un hombre de la gente, no era un obispo de Obispado, sino de pueblo. Nadie le contó las cosas, él las vivió en carne propia”.

Según Norma el viaje fue “una verdadera peregrinación”, más cuando también tuvieron la oportunidad de visitar, entre otros lugares la Gruta de Lourdes (en Francia) y en Fátima (Portugal). En Lourdes participaron de una procesión de antorchas por 12 kilómetros, con miles de personas. Y en el santuario de Fátima reconoció “que la explanada es imponente, que nos dijeron puede albergar 300 mil personas”.

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