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sábado, 3 de mayo de 2025
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Marosa fue homenajeada durante tres días en el Hotel Concordia

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Diario EL PUEBLO digital
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Durante tres jornadas consecutivas (jueves 13, viernes 14 y sábado 15) fue homenajeada la poeta Marosa di Giorgio con una serie de actividades interdisciplinarias en el Gran Ho-tel Concordia. Todo organizado por la artista plástica Carolina Cunha, fue ella quien inau-guró su muestra titulada “Los seres y las co-sas” el jueves, momento en que además des-plegó una performance en la que colgó en una cuerda y con palillos, cual “24 trapitos al sol”, una serie de dibujos que acompañó con pa-labras a modo de explicación simbólica pero que también constituyen un poema propio. Asimismo, durante los tres días se exhibieron retratos de Marosa realizados por Marcelo Ca-ttani y un video enviado por la actriz argenti-na Erica Rivas, donde declama un poema de la poeta salteña. El viernes fue el turno para la literatura, con una conferencia de Jorge Pig-nataro, y el sábado (mediante videollamada) Jazmín Lacoste di Giorgio, sobrina de Marosa, intercambió anécdotas con el público y decla-mó poemas. La muestra contó con la curadu-ría de Jaqueline Lacasa, quien dejó escrito en el texto curaturial:


“…En los collages se destacan las figuras tí-picamente marosianas de flores como pen-samientos y magnolias. Son las que revelan la relación mítica con la naturaleza y ese ele-mento disparador es el que lleva a la artista a plasmar en el collage su poética visual. Esa narrativa estética, se plasma algunas veces en los juegos de palabras como una forma de invocar las fuerzas naturales que todo lo ma-nejan, también los lugares cotidianos habita-dos por Marosa di Giorgio como el Gran Ho-tel Concordia, espacios intervenidos por los seres arquetípicos de sus poemas: los novios y los niños. Las figuras elegidas que invocan un pasado, al igual que en la obra poética, se vuelven presente y son aquí y ahora protago-nistas y espectros.
Se ha señalado una suerte de atemporalidad de subversión de la sucesión temporal en su obra poética, que de alguna forma se cuela en la yuxtaposición de imágenes que logra Cunha a través de la anarquía jerárquica de su técnica. Inclusive en los retratos la imagen de

Marosa se ve envuelta y absorbida por esce-nas enigmaticas. Es que el lugar marosiano tiene una intención primigenia que crece y se reafirma cada vez que se lo evoca, tomán-dolo todo y no dejando nada en el afuera, tal era la forma en que se posicionaba la poeta y de esa misma forma sus retratos son un reflejo de esa invocación. Esto nos lleva a la confección del autorretrato que presen-ta Cunha, en donde decenas de mariposas son creadas en texturas y con inscripciones diversas, para posarse finalmente en el ros-tro fotografiado (…) La obra se completa con el poema creado por Cunha: “24 trapitos al sol” donde su propio mundo y sus vivencias se funden con el de Marosa Di Giorgio, para dar paso a una performance que es a un mis-mo tiempo ceremonia y exorcismo y donde la lectura desde lo femenino se asoma como inexorable…”
LA CONFERENCIA DEL VIERNES
Aquí algunos fragmentos:
Dijo Fernando Pessoa: “Si alguien pretende escribir mi biografía, solo hay dos fechas im-portantes: la de nacimiento y la de muerte. El resto de los días, son míos”. A mí se me ocurre que todos los días de la vida de Maro-sa, son de la poesía, y están en la poesía. No estoy hablando de ningún parentesco litera-rio entre Marosa y Pessoa, simplemente pen-sé en esa frase, vean que son muy distintos incluso en eso de las fechas: para Marosa la fecha de nacimiento no era importante. Y de hecho, encontrar parentesos literarios con la obra de Marosa es casi imposible, dada su originalidad. Estamos hablando de la autora de una obra tan original y profunda (…) que cada vez despierta mayor interés en lectores comunes y en estudiosos especializados de diferentes partes del mundo. Lamentable-mente en Salto, en general seguimos pen-sando siempre en la mujer que recorría los cafés, y usaba tal color de pelo, etc., como si eso fuera lo importante (…) Es una obra la suya en la que crea magistralmente un uni-verso de perfecta estructura, donde tiene lugar la chacra natal, llena de plantaciones y animales, pero donde también están sus padres, hermana, prima…Un mundo que no es otra cosa que la transfiguración poética

del real (…) Sabido es que poeta verdadero es aquel que logra, a través de la palabra, la creación de un mundo paralelo. Este es el Mundo Marosa, cuyos límites solamente pue-de imponer su imaginación y su sensibilidad. Sin embargo, no son todos los poetas verda-deros que logran un mundo tan bien estructu-rado, tan funcional como unidad, un verdade-ro sistema (…) Edificó con palabras, desde su primer libro (Poemas, 1953) un universo que fue ampliando en profundidad, en cada uno de los siguientes. Las transfiguraciones o po-sibilidades fantásticas que su creadora intuyó fueron acrecentándose. Esto lo digo para con-tradecir a ciertas voces que han dicho que de un libro a otro “se repite”. No, Marosa no se repite, profundiza (…) Pero además, y quizás aquí radique uno de sus mayores valores, no son todos los poetas, aún siendo verdadera-mente auténticos, que logran, como ella, ha-cer tan difusos los límites entre este mundo al que podríamos denominar “real” y el que su imaginación e intuición construyó. Ella lo dijo: “escribo sobre lo que vi”. Me detengo en el tiempo de ese verbo: “vi”, pasado. Eso es lo que le importó siempre a Marosa, que llegó a decir: “Antes, el más hermoso país”.
Por lo tanto cabría preguntarse: ¿Marosa na-ció en la chacra ubicada entre las avenidas Apolón y San Martín de la ciudad de Salto o en “un misterioso prado donde andaban el hom-bre–lobo y la mujer–mariposa”, y que se ubi-ca en “una ciudad que queda cerca del agua y de la luna”? Los límites son difusos. ¿Qué es lo real y qué lo ficticio de todo lo que encierra su obra? Hasta dónde va lo real y dónde empie-za la fantasía. Creo que tenemos que concluir que para Marosa todo era fantástico. Porque insisto, ella dice: “escribo sobre lo que vi”. Entonces cuando nos dice que venían niños tapándose con una galllina, o veía que de los árboles caía azúcar, es porque lo vio. ¿Y por qué nosotros no lo vemos? Los poetas ven lo que otros no ven y además, Marosa fue parte de otro mundo, que instaló en este a través de su escritura y de sus recitales: porque uno la lee o la escucha y se siente navegando en otro mundo. “Fue un ser superior que durante al-gunos años anduvo entre nosotros”, ha dicho Leonardo Garet.

«La Naturaleza fue y es la gran palabra», dejó escrito Marosa, como si no existiera ese nor-mal traslado de los elementos a la poesía mediante un proceso intelectual, sino que parece que toda la naturaleza -el hombre lobo y la mujer mariposa, las azucenas y los gladiolos,…- nacieran “en” las páginas de Marosa, desde su palabra, por primera vez (…) Marosa ha muerto, pero su obra no sólo sigue viva: crece. Y no necesita que la auto-ra o sus amigos estén detrás, imponiéndola. Crece sola, porque es auténtica y vale por sí misma. Hay escritores que estando vivos, o a poco tiempo de muertos, están «en auge», pero que después no son más que mitos, nombres que se repiten por puro automatis-mo. Hay otros, como el enorme Quiroga, que cuanto más tiempo pasa de su muerte, más crecen. Lo mismo, sin dudas, sucederá con Marosa. Está sucediendo. La sola mención a su nombre atrae, convoca, entusiasma cada vez más. Eso es lo que debemos celebrar.

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