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María Inés Silva Vila, una gran figura que dio Salto a las letras nacionales

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En el Día de la Mujer, el homenaje a:

pese a que fue una figura de primer nivel, estamos seguros que no es su nombre de los más recordados por los salteños si se preguntase por personalidades de la cultura que han nacido en este departamento. En el Día Internacional de la Mujer, EL PUEBLO homenajea hoy a esta mujer salteña, cuya obra sin dudas merece ser rescatada y revalorizada.

María Inés Silva Vila nació en Salto el 23 de noviembre de 1927, aunque la mayor parte de su vida transcurrió fuera de esta ciudad, sobre todo en Montevideo (donde la familia se radicó cuando ella era aún una niña pequeña), aunque también estuvo radicada algunos años en el balneario Las Toscas.

Autora de cuentos y novelas que le otorgan un lugar de privilegio en la literatura nacional, fue además periodista cultural y crítica de teatro. Perteneció a la Generación del 45, ese importante grupo de escritores entre los que debe ubicarse a Idea Vilariño, Mario Benedetti, Ángel Rama, Carlos Maggi (con quien estuvo casada), entre otros.

A María Inés, hay quienes no dudan en considerarla, junto a Felisberto Hernández, como una de las mayores representantes de la literatura fantástica uruguaya.
Su primer libro de cuentos fue «La mano de nieve», publicado en 1951; contiene relatos que habían sido ya publicados –y alguno incluso premiado- en revistas y concursos de primer nivel en el panorama nacional. En 1964 aparece su segunda publicación: el libro «Felicidad y otras tristezas», este contiene diez cuentos nuevos más la reedición de los siete del libro anterior.

En 1963 obtuvo el Primer Premio Municipal de Narrativa con La playa y otros cuentos, una versión inicial de los relatos de su segundo libro.
Un marcado tono humorístico y de ironía tiene su primera y más famosa novela: «Salto Cancán», publicada en 1969. Su segunda novela sale a luz en 1971 y es «Los rebeldes del 800».
Pero su bibliografía completa, entre libros publicados en vida y obras póstumas, es esta: «La mano de nieve» (cuentos, 1951), «Felicidad y otras tristezas» (cuentos, 1964), «Salto Cancán» (novela 1969), «Los rebeldes del 800» (Montevideo, 1971), «Cuarenta y cinco por uno» (crónicas sobre la Generación del 45, 1993), «El visitante y otros cuentos» (1996), «Último coche a Fraile Muerto y otros cuentos» (2001). Hay que agregar que en setiembre de 2008, aparece una reedición de «Salto Cancán», como Tomo N°15 de la Colección Escritores Salteños, con prólogo y notas del Director de la Colección, Leonardo Garet.

Ma. Inés y Carlos Maggi
Con el escritor e historiador Carlos Maggi se conocieron en 1945 y se casaron cinco años después. Precisamente, en el mencionado volumen de la Colección Escritores Salteños, se transcriben fragmentos de una carta de Maggi a Garet, donde cuenta algunos aspectos de esa relación, como esto, del tiempo en que se conocieron: «Tenía un Fiat del 30 que funcionaba hasta gastar los diez litro de nafta que me daban por mes, debido al racionamiento de la guerra. Cuando el combustible se acababa, el Fiat quedaba contra el cordón de la vereda, hasta el mes siguiente. Eran más los días del ómnibus que los días de La Pantera Gris, que así se llamaba la cachila, como el auto de Sexton Blake, un detective de novelas policiales…».

Los Silva en Salto
En el mismo libro, así se reseña parte de la vida familiar de María Inés: «Su padre, Juan Bautista Silva, fue Diputado Colorado y Secretario de la Jefatura de Policía. Su hermana, María Zulema, estuvo casada con el escritor y periodista Manuel Flores Mora. Su tío, Wenceslao Silva, fue un abogado muy conocido en Salto y sus hijos, Leandro, pintor y jardinista del Rey en España; Juan José, Presidente de la Suprema Corte de Justicia; y Adolfo, Director de Diario El Pueblo de Salto y Director de la Biblioteca Nacional».
La vida de María Inés Silva Vila de Maggi escribió su punto final en Montevideo, el 8 de octubre de 1991. Por obvias razones, que tienen que ver con la falta de espacio, ya que sus cuentos son de considerable extensión, hemos optado por no transcribir hoy fragmentos sueltos, ni de cuentos ni de novelas suyas. Pero cerramos esta página con el deseo de que sirva de impulso a acercarse a sus libros, porque evidentemente, para un escritor no hay mejor homenaje que leerlo.

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