Deolindo Miquelarena, el nuevo presidente
«En lo personal, con mis compañeros, tenemos confianza, ganas, ideas. Las tenemos para que salga todo bien. Si no sale todo bien, nos vamos. Por supuesto. Tenemos todos esos aspectos, que creo que juegan a favor, pero no sabemos si tenemos capacidad; a eso habrá que demostrarlo. Para eso está la temporada. Para demostrarlo. Pero esto es claro, ¿eh?, el que no sirve no juega, el que no sirve si va».
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DEOLINDO MIQUELARENA ES ASÍ.
El «Chato» que no renunciaría nunca a un estilo, a un accionar que esencialmente es humano. A veces apela a la ironía. Hace buenas migas con ella.
Pero a veces también hay que prestarle atención. No por nada fue ganando terreno y valoraciones en el ámbito de la dirigencia.
Ya muy lejano aquel tiempo de jugador entre los años 60 y 70. Incluso, sus primeros garabatos en los patios de la Escuela Nro 8.
Ya muy lejano aquel tiempo de árbitro de fútbol, entre los 80 y los 90.
El «Chato» se fue de la cancha, con recompensas vitales, tanto a nivel de la Liga Salteña con finales acumuladas y siendo árbitro central en partidos del Litoral, donde no solo había que tener aptitudes técnicas y disciplinarias, sino también espalda ancha.
Cuando recurre a ese tiempo, Miquelarena refriega la ironía….»noooo, yo fui un árbitro regular nomás».
Ahí clava el aguijón del doble discurso. Sabe que fue de los buenos, pero adopta una actitud canchera para limitarse el mérito. De repente, solo de la boca para afuera. Las crónicas de la época potencian su dimensión. Lo escrito, escrito está.
El martes pasado en la noche, llegaría el momento de la toma de posición por parte de los delegados de la «B». Deolindo fue propuesto y recogió unanimidad.
Será el presidente de la «B».
«Yo no quiero ser arrogante, porque si no me van a matar. Llego a una divisional con la humildad que corresponde. Estoy para aprender. Sigo aprendiendo. ¿Se entiende?»
Ese martes a la noche, ya sobre las 23 horas, la confesión de Deolindo Miquelarena a EL PUEBLO. El equilibrio de la alegría, y el saber que irá naciendo un tiempo distinto.
La «B» es dura. Compleja.
Después de todo, es la principal divisional de ascenso.
No es poco lo que está en juego.
EL MISMO SISTEMA
DE CAMPEONATO
El martes que viene será el día. El turno de asunción de Deolindo Miquelarena.
Contactos que han sido puntuales en las últimas horas. Se tendrá que resolver el inicio de la temporada. 3 o 10 abril. No más allá de esa fecha.
Mientras una chance late fuerte: que este año se juegue sobre la misma base de disputa del campeonato pasado. 16 fechas, el primer ascenso a consumarse y tras ello, la liguilla para determinar el segundo ascenso.
Es la «B». La que va describiendo la nueva historia, ahora con el «Chato»-presidente.
El que tiene los pies en la tierra, «porque aquí se trata de capacidad. Si no la tenemos, tengalo por seguro que nos iremos. Pero también aclaro: me vinieron a hablar los delegados. No fui buscando esta posibilidad. Pensé lo necesario. Quiero servirle al fútbol y por eso dije que sí».
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-