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martes, 1 de julio de 2025
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“Lograr ser una escucha atenta” Con la Doctora Alejandra Severgnini

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Diario EL PUEBLO digital
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Cuando el hogar está conformado por niños, tenemos dentro de nosotros un niño más, pero obviamente, con una gran responsabilidad.
Es hermoso compartir momentos con nuestros chiquitos, pero a su vez muy difícil en ocasiones, lograr un entendimiento.
Intentando inculcarles aún desde bebés, buenos hábitos y comportamientos que hacen la diferencia.
Valores y actitudes que se vuelven bien importantes dentro del seno familiar.Dra. Alejandra Severgnini
Cuando los adultos debemos tener un “no es posible”, “eso no es negociable” o “estás bajo mi responsabilidad”, nos lleva a pensar, ¿cómo hacer para llevarnos bien, que ellos se sientan bien con ellos mismos, sin decirle a todo que sí?
¿Cuáles serían las presiones o crisis, que nos haga a los adultos, prestarle toda nuestra atención y dedicación?
La profesional que hoy nos acompaña, nos guiará en algunas situaciones que se producen en forma diaria y muchas veces, sin contar con las herramientas necesarias para poder actuar:
¿Cómo es la demanda en cuanto a edades en su consulta?
Desde muy chiquitos.
En el preescolar se consulta más, ya que muchas veces los problemas vienen desde esa etapa.
Pero en ese momento el niño tiene otra capacidad de enfrentarse al padre y si comienzan los problemas de conducta de chiquito, también va tener repercusión en la familia.
Que no ha sabido cómo ayudar a ese niño a mejorar su conducta y cuando llega a los 10 o 12 años, se transforma en algo muy difícil de manejar.
¿Por qué sucede?
Porque la familia tolera esa forma de ser del niño pequeño o no le parece inadecuada.
O si le parece, no es algo que le preocupe demasiado, porque creen que lo van a poder manejar.
Un chiquito muchas veces es caprichoso, quiere algo y el papá se lo da y cuando este le dice “no”, el chiquito termina haciendo un berrinche y el papá termina dándoselo.
Y eso durante los primeros años escolares, no es el hábito más adecuado.
Porque a medida que va creciendo, el niño quiere otras cosas con las que el papá no está de acuerdo y se le hace muy difícil decirle no.
¿Cuándo comienza el niño a entender su comportamiento?
Cuando comienza la etapa escolar, el niño se empieza a concentrar en el aprendizaje y todo lo académico.
Se transforma en más obediente, siguiendo las consignas.
Llegados a los 9, hasta los 12 años, el niño comienza a cambiar.
En general, canaliza todas sus inquietudes y emociones a través de la actividad escolar, porque comienza a prepararse para entrar en la adolescencia.
¿Cómo es esa transformación?
Se lo comienza a notar más rebelde, como que el niño se opone a sus padres.
Dejan de tener estos y la familia tanta importancia, para empezar a tenerla el grupo de pares.
El niño comienza a creer más lo que dicen sus compañeros o amigos que lo que dice el papá, porque el punto de vista de estos, es más adecuado.
Los padres comienzan lentamente y de a poco, a quedar en un segundo plano en importancia.
Los niños comienzan a descubrir que sus papás tienen defectos, que no siempre tienen la razón y no siempre las cosas son como sus papás dicen.
¿Qué actividades pretenden llevar adelante?
Quieren salir, estar más con sus amigos, se quieren acostar más tarde, cuesta mucho ponerlos a hacer los deberes.
Quieren independizarse de la opinión del papá y de lo que este le dice que hay que hacer.
Empiezan a sentir que “él es grande”, que sabe lo que quiere, que es lo que más le conviene.
Que es lo más importante que debe hacer y lo que no y comienza a confrontar con el papá.
Algo completamente normal.
Pero también es normal que el papá entienda a este niño, diciéndole: “entiendo que no veas las cosas de esta forma, pero yo como papá, lo veo de esta y tengo que preservar tu salud.
Preocuparme por tu conducta y el rendimiento académico, entonces, vamos a hacer las cosas como yo digo.
Aunque entiendo que lo veas desde otro punto de vista”.
¿Deja atrás la influencia del padre?
Sí, ya no se ve tan influenciado por sus padres, sino por los compañeros.
Y el padre lo entiende.
Y también, que tiene otros intereses, pero no por eso le va a permitir al niño todo lo que este quiera hacer:
“Yo estoy a cargo tuyo.
Me corresponde mirar que comas sano, que concurras como debe ser al colegio, de que salgas adelante, entonces, debes hacer lo que yo pienso que es más adecuado, porque yo estoy a cargo de ti, en este momento”.
Va a hacer algún berrinche, pero explicándole que lo entiende al niño, pero que eso debe hacerse de esa forma, no se debe ceder.
¿Se suceden situaciones ásperas en consulta?
Muchas veces el papá, mientras estamos en consulta me dice: “a, pero él no va a querer esto”.
Si por ejemplo hablamos de un tratamiento, más allá de que el niño vaya a querer o no, el papá es el responsable de que el niño lo haga.
No está el niño en condiciones de evaluar y tomar determinadas decisiones.
Como muchas veces si el niño está en condiciones de decidir, está muy bien que el papá lo deje hacerlo.
¿En qué situación, no se “negocia”?
Salir de noche a un lugar donde hay chicos mucho más grandes.
Lugares donde se van a presentar situaciones que el no va a saber manejar.
No lo podemos exponer a ello.
Es el papá el que tiene que decirle: “a ése lugar no puedes ir, porque allí hay chicos de otras edades y por más que insistas, puedes estar expuesto a problemas que no puedes resolver.
No puedo dejarte ir, porque no estás maduro para resolver algunas situaciones”.
¿Cuándo se debe comenzar con los límites?
Cuando son bebés.
No todas las veces que llora, pasados los primeros meses de vida, es porque tiene hambre.
Puede hacerlo no porque esté mal, sino porque tiene ansiedad, necesidad de llorar y hay que dejarlo llorar un ratito.
No estar corriendo, para evitar que llore o se enoje.
Un niño chiquito muchas veces quiere cosas, que no se la podemos dar y no se las tenemos que dar, aunque llore y haga un berrinche. Decirle: “no” y ya está. Muchas veces el llanto es una excelente herramienta para sentirse bien.
Cuando uno está angustiado o tiene mucha carga por toda la actividad del día, llorar lo hace a uno sentirse bien.
También es bueno que el niño cuando se sienta mal, pueda llorar para bajar su ansiedad.
No toleramos verlos llorar pidiendo dulces y se los damos. El piensa: “cuando quiera caramelos, voy a llorar y me los dan. Cuando quiera un juguete voy a llorar”. Comienza a actuar de esa forma y termina consiguiéndolo todo.
¿Más grande el niño, más grande el problema?
Si, esto genera que cuando tienen 11 o 12 años, quieren estar en la esquina con los amigos hasta las 22 o 23 has. en la calle.
O no quieren hacer los deberes por salir a jugar a la pelota.
Estar en la computadora, en la Tablet o con un celular en vez de estar haciendo sus actividades.
El padre le pone un límite que durante media hora puede mirar tele o estar con la Tablet y el niño le pide: “una rato más” y sigue un rato más.
Y siempre sigue habiendo un rato más. Eso termina complicando a éstos chiquitos, porque cuando llegan a los 13, 14 o 15 años, quieren ir a un baile para 17 o 18.
¿Cómo se les dice que no?
Él sabe que si insiste lo consigue.
¿También deben existir límites en la alimentación?
Sí, así como hay falta de límites con las conductas, también en la conducta alimentaria puede haberlo.
¿Es importante que los padres les expliquen los retos que les espera?
Muy importante.
Deben sentarse y dialogar, siempre que el niño no esté enojado por algún motivo, porque de ser así, le va a costar entender. Cuando se tranquilice, la importancia de poder hablar, explicándole la responsabilidad del papá sobre él, es fundamental.
¿Qué debemos brindarle a ese niño para hacerlo sentir seguro y bien con el mismo?
Un espacio de tranquilidad, sin ansiedad, con mucho afecto, amor.
Con una vida sin grandes niveles de estrés, tiempo para escucharlos en sus preocupaciones, con una escucha atenta.Tratar de entender lo que dice ese niño, con sus vivencias y educando con el ejemplo, es muy, muy importante.
Ser coherentes y un modelo como padres a reproducir.
Es una forma de mostrarles el amor y el respeto que les tenemos.
Mary Olivera.

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