En este momento estamos viviendo con algo de alivio como surge una nueva tregua entre Israel y Hamás, lo que frena en cierta medida la masacre de niños, mujeres y hombres civiles en Palestina, y casualmente de algún soldado israelí, lo que determina cómo son las cosas. El mundo no puede quedarse callado ni nadie que respete la vida, puede quedarse impávido ante una masacre de un solo lado que sacude hasta los huesos a la humanidad entera.
El conflicto entre Israel y Palestina es tan viejo como el mundo, pero agravado después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos impuso el Estado Israelí en ese lugar y corrió como perros a los palestinos hacia la Franja de Gaza, encerrándolos como si fueran la escoria del lugar que no se merecían vivir en una tierra suya y tan extensa como su población lo necesite.
En ese sentido, Estados Unidos, el único país del mundo que ha usado la bomba atómica contra la población civil, que ha mancillado a poblaciones enteras en Asia, que ha hecho dictaduras en toda América Latina, como la uruguaya, contando para esto con el apoyo de los peores uruguayos que pudieron existir hasta hoy claro está, que actualmente ocupa el Medio Oriente hasta agotar la última gota de petróleo que exista en el lugar, que tiene un presidente a quien le dieron un Premio Nobél de la Paz como si fuera un cheque en blanco cuando comenzó su administración, para ver en qué lo va a utilizar, es el impulsor y padrino de este conflicto interminable.
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Pero sobre todas las cosas es el principal responsable de los conflictos que viven tanto los palestinos como otros pueblos del mundo árabe, por su apoyo incondicional al Estado de Israel, al cual formó para poder posicionarse en el Medio Oriente sin pedirle permiso a las naciones del lugar, las que les cierran las puertas porque los conocen muy bien y los consideran como plagas, porque saben que lo único que la primera potencia mundial quiere de esa zona del planeta, es agotar sus recursos naturales para su provecho propio y luego irse, abandonar el lugar para encontrar otro punto del globo donde hacer lo mismo.
Por esa razón, quizás el conflicto entre Israel y Palestina solamente comience a avizorar un atisbo de paz, el día en que los Estados Unidos decida retirarse del todo del lugar, dejando a Israel por las suyas, quitar sus bases militares de ese país, no negociar más por ellos y no aparecer a la sombra del pueblo hebreo para cada cosa que Israel quiera hacer en ese lugar.
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Pero solamente habrá solución en ese lugar, el día que el gobierno norteamericano, con su presidente Nobél de la Paz a la cabeza, tome sus petates y se vaya de Israel, las cosas podrán replantearse de otra manera, y quizás la igualdad de condiciones con los vecinos los obligue a sentarse a dialogar, antes de seguir siendo los patoteros del barrio, que ante la primera amenaza, agresión verbal o insulto, sacan el poderío militar a la frontera y arrojan misiles como si fueran piedras.
La atrocidad cometida por el Ejército de Israel no es gratuita. Hace pocos días el prestigioso diario El País de Madrid, al cual tengo por uno de mis principales fuentes de información y al cual recomiendo leer (www.elpais.com) para tener una mirada distinta sobre estos temas que nos afectan a toda la humanidad, informó que Estados Unidos apoyó a Israel con 1.000 millones de dólares para los gastos militares y por detrás de ese “obsequio”, dado al más fuerte en este caso por el país que maneja los hilos de la vida política, económica y militar de ese país, la industria armamentista que gana mucho dinero y que junto a la farmacéutica son las que tienen más poder y dinero en el mundo para hacer lo que quieran, enviaba lo último de su producción a Israel para la “mejor defensa” de este país.
Pero esa “mejor defensa” ha dado sus frutos. Según publicó ayer en su columna semanal llamada “Piedra de Toque” en el diario español, El País, otro Premio Nobél pero de Literatura y éste sí que se lo ha ganado, el destacadísimo escritor peruano Mario Vargas Llosa, escribió lo siguiente: “El balance de esta guerra de cuatro semanas es (hasta ahora) el siguiente: 1.867 palestinos muertos (entre ellos 427 niños) y 9.563 heridos, medio millón de desplazados y unas 5.000 viviendas arrasadas. (Mientras tanto) Israel perdió 64 militares y 3 civiles y los terroristas de Hamás lanzaron sobre su territorio 3.356 cohetes, de los cuales 578 fueron interceptados por su sistema de defensa y los demás causaron solo daños materiales”.
Y sigue: “Nadie puede negarle a Israel el derecho de defensa contra una organización terrorista que amenaza su existencia, pero sí cabe preguntarse si una carnicería semejante contra una población civil, y la voladura de escuelas, hospitales, mezquitas, locales donde la ONU acogía refugiados, es tolerable dentro de límites civilizados. Semejante matanza y destrucción indiscriminada, además, se abate contra la población de un rectángulo de 360 kilómetros cuadrados al que Israel desde que le impuso, en 2006, un bloqueo por mar, aire y tierra, tiene ya sometido a una lenta asfixia, impidiéndole importar y exportar, pescar, recibir ayuda y, en resumidas cuentas, privándola cada día de las más elementales condiciones de supervivencia. No hablo de oídas; he estado dos veces en Gaza y he visto con mis propios ojos el hacinamiento, la miseria indescriptible y la desesperación con que se vive dentro de esa ratonera”.
Nadie tolera el terrorismo, mucho menos porque genera más muerte y más violencia, inadmisible, insensata, inexplicable, que solo contribuye a la destrucción de la humanidad, por eso ni quien esto escribe, ni creo que nadie en el mundo civilizado apoye lo actuado por Hamás, ni antes, ni ahora, ni mañana. Pero yo le pregunto a usted, si una bala perdida, una invasión militar o una incursión bélica como a la que está asistiendo la Franja de Gaza ahora mismo, le mata un hijo, un hermano, un padre, o a su esposa ¿qué sentimientos generaría esto hacia usted? Sí, usted, el mismo que se queja porque la roban la moto, le roban sus empleados, le roban 1.000 pesos, le roban alguna pavada material que tiene arreglo. ¿Sería capaz de querer tomar la venganza en sus manos contra el asesino de su ser querido si esto pasara?
No justifico ni por asomo los actos terroristas, las inmolaciones y el querer hacer justicia por mano propia. Pero esta mirada del asunto también existe. Y ellos lo toman a su manera y contraatacan y les llaman terroristas.
Entonces nadie está a favor de Hamás, pero mucho menos de la matanza de Israel, un pueblo que se las vio de perillas ante un exterminio inminente en la primera mitad del Siglo pasado y recibió por ello la solidaridad mundial. Y ahora, hace todo lo contrario y aplica una situación similar a la sufrida antes, contra un pueblo inofensivo.
Y vuelvo a suscribir las palabras escritas por Vargas Llosa y publicadas ayer en Madrid refiriéndose a este asunto: “Aunque gane todas las guerras, Israel es cada vez más débil, porque ha perdido toda aquella credencial de país heroico y democrático, que convirtió los desiertos en vergeles y fue capaz de asimilar en un sistema libre y multicultural a gentes venidas de todas las regiones, lenguas y costumbres, y asumido cada vez más la imagen de un Estado dominador y prepotente, colonialista, insensible a las exhortaciones y llamados de las organizaciones internacionales y confiado sólo en el apoyo automático de los Estados Unidos y en su propia potencia militar. La sociedad israelí no puede imaginar, en su ensimismamiento político, el terrible efecto que han tenido en el mundo entero las imágenes de los bombardeos contra la población civil de Gaza, la de los niños despedazados y la de las ciudades convertidas en escombros y cómo todo ello va convirtiéndolo de país víctima en país victimario”.
Y termina diciendo el célebre escritor peruano: “Para Occidente lo ocurrido con el Holocausto judío en el siglo XX fue una mancha de horror y de vergüenza. Que no lo sea en el siglo XXI la agonía del pueblo palestino”. Ojalá Israel, pero sobre Estados Unidos que está detrás de todo esto, lo entiendan, por el bien de la humanidad toda.
HUGO LEMOS
n este momento estamos viviendo con algo de alivio como surge una nueva tregua entre Israel y Hamás, lo que frena en cierta medida la masacre de niños, mujeres y hombres civiles en Palestina, y casualmente de algún soldado israelí, lo que determina cómo son las cosas. El mundo no puede quedarse callado ni nadie que respete la vida, puede quedarse impávido ante una masacre de un solo lado que sacude hasta los huesos a la humanidad entera.
El conflicto entre Israel y Palestina es tan viejo como el mundo, pero agravado después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos impuso el Estado Israelí en ese lugar y corrió como perros a los palestinos hacia la Franja de Gaza, encerrándolos como si fueran la escoria del lugar que no se merecían vivir en una tierra suya y tan extensa como su población lo necesite.
En ese sentido, Estados Unidos, el único país del mundo que ha usado la bomba atómica contra la población civil, que ha mancillado a poblaciones enteras en Asia, que ha hecho dictaduras en toda América Latina, como la uruguaya, contando para esto con el apoyo de los peores uruguayos que pudieron existir hasta hoy claro está, que actualmente ocupa el Medio Oriente hasta agotar la última gota de petróleo que exista en el lugar, que tiene un presidente a quien le dieron un Premio Nobél de la Paz como si fuera un cheque en blanco cuando comenzó su administración, para ver en qué lo va a utilizar, es el impulsor y padrino de este conflicto interminable.
Pero sobre todas las cosas es el principal responsable de los conflictos que viven tanto los palestinos como otros pueblos del mundo árabe, por su apoyo incondicional al Estado de Israel, al cual formó para poder posicionarse en el Medio Oriente sin pedirle permiso a las naciones del lugar, las que les cierran las puertas porque los conocen muy bien y los consideran como plagas, porque saben que lo único que la primera potencia mundial quiere de esa zona del planeta, es agotar sus recursos naturales para su provecho propio y luego irse, abandonar el lugar para encontrar otro punto del globo donde hacer lo mismo.
Por esa razón, quizás el conflicto entre Israel y Palestina solamente comience a avizorar un atisbo de paz, el día en que los Estados Unidos decida retirarse del todo del lugar, dejando a Israel por las suyas, quitar sus bases militares de ese país, no negociar más por ellos y no aparecer a la sombra del pueblo hebreo para cada cosa que Israel quiera hacer en ese lugar.
Pero solamente habrá solución en ese lugar, el día que el gobierno norteamericano, con su presidente Nobél de la Paz a la cabeza, tome sus petates y se vaya de Israel, las cosas podrán replantearse de otra manera, y quizás la igualdad de condiciones con los vecinos los obligue a sentarse a dialogar, antes de seguir siendo los patoteros del barrio, que ante la primera amenaza, agresión verbal o insulto, sacan el poderío militar a la frontera y arrojan misiles como si fueran piedras.
La atrocidad cometida por el Ejército de Israel no es gratuita. Hace pocos días el prestigioso diario El País de Madrid, al cual tengo por uno de mis principales fuentes de información y al cual recomiendo leer (www.elpais.com) para tener una mirada distinta sobre estos temas que nos afectan a toda la humanidad, informó que Estados Unidos apoyó a Israel con 1.000 millones de dólares para los gastos militares y por detrás de ese “obsequio”, dado al más fuerte en este caso por el país que maneja los hilos de la vida política, económica y militar de ese país, la industria armamentista que gana mucho dinero y que junto a la farmacéutica son las que tienen más poder y dinero en el mundo para hacer lo que quieran, enviaba lo último de su producción a Israel para la “mejor defensa” de este país.
Pero esa “mejor defensa” ha dado sus frutos. Según publicó ayer en su columna semanal llamada “Piedra de Toque” en el diario español, El País, otro Premio Nobél pero de Literatura y éste sí que se lo ha ganado, el destacadísimo escritor peruano Mario Vargas Llosa, escribió lo siguiente: “El balance de esta guerra de cuatro semanas es (hasta ahora) el siguiente: 1.867 palestinos muertos (entre ellos 427 niños) y 9.563 heridos, medio millón de desplazados y unas 5.000 viviendas arrasadas. (Mientras tanto) Israel perdió 64 militares y 3 civiles y los terroristas de Hamás lanzaron sobre su territorio 3.356 cohetes, de los cuales 578 fueron interceptados por su sistema de defensa y los demás causaron solo daños materiales”.
Y sigue: “Nadie puede negarle a Israel el derecho de defensa contra una organización terrorista que amenaza su existencia, pero sí cabe preguntarse si una carnicería semejante contra una población civil, y la voladura de escuelas, hospitales, mezquitas, locales donde la ONU acogía refugiados, es tolerable dentro de límites civilizados. Semejante matanza y destrucción indiscriminada, además, se abate contra la población de un rectángulo de 360 kilómetros cuadrados al que Israel desde que le impuso, en 2006, un bloqueo por mar, aire y tierra, tiene ya sometido a una lenta asfixia, impidiéndole importar y exportar, pescar, recibir ayuda y, en resumidas cuentas, privándola cada día de las más elementales condiciones de supervivencia. No hablo de oídas; he estado dos veces en Gaza y he visto con mis propios ojos el hacinamiento, la miseria indescriptible y la desesperación con que se vive dentro de esa ratonera”.
Nadie tolera el terrorismo, mucho menos porque genera más muerte y más violencia, inadmisible, insensata, inexplicable, que solo contribuye a la destrucción de la humanidad, por eso ni quien esto escribe, ni creo que nadie en el mundo civilizado apoye lo actuado por Hamás, ni antes, ni ahora, ni mañana. Pero yo le pregunto a usted, si una bala perdida, una invasión militar o una incursión bélica como a la que está asistiendo la Franja de Gaza ahora mismo, le mata un hijo, un hermano, un padre, o a su esposa ¿qué sentimientos generaría esto hacia usted? Sí, usted, el mismo que se queja porque la roban la moto, le roban sus empleados, le roban 1.000 pesos, le roban alguna pavada material que tiene arreglo. ¿Sería capaz de querer tomar la venganza en sus manos contra el asesino de su ser querido si esto pasara?
No justifico ni por asomo los actos terroristas, las inmolaciones y el querer hacer justicia por mano propia. Pero esta mirada del asunto también existe. Y ellos lo toman a su manera y contraatacan y les llaman terroristas.
Entonces nadie está a favor de Hamás, pero mucho menos de la matanza de Israel, un pueblo que se las vio de perillas ante un exterminio inminente en la primera mitad del Siglo pasado y recibió por ello la solidaridad mundial. Y ahora, hace todo lo contrario y aplica una situación similar a la sufrida antes, contra un pueblo inofensivo.
Y vuelvo a suscribir las palabras escritas por Vargas Llosa y publicadas ayer en Madrid refiriéndose a este asunto: “Aunque gane todas las guerras, Israel es cada vez más débil, porque ha perdido toda aquella credencial de país heroico y democrático, que convirtió los desiertos en vergeles y fue capaz de asimilar en un sistema libre y multicultural a gentes venidas de todas las regiones, lenguas y costumbres, y asumido cada vez más la imagen de un Estado dominador y prepotente, colonialista, insensible a las exhortaciones y llamados de las organizaciones internacionales y confiado sólo en el apoyo automático de los Estados Unidos y en su propia potencia militar. La sociedad israelí no puede imaginar, en su ensimismamiento político, el terrible efecto que han tenido en el mundo entero las imágenes de los bombardeos contra la población civil de Gaza, la de los niños despedazados y la de las ciudades convertidas en escombros y cómo todo ello va convirtiéndolo de país víctima en país victimario”.
Y termina diciendo el célebre escritor peruano: “Para Occidente lo ocurrido con el Holocausto judío en el siglo XX fue una mancha de horror y de vergüenza. Que no lo sea en el siglo XXI la agonía del pueblo palestino”. Ojalá Israel, pero sobre Estados Unidos que está detrás de todo esto, lo entiendan, por el bien de la humanidad toda.En este momento estamos viviendo con algo de alivio como surge una nueva tregua entre Israel y Hamás, lo que frena en cierta medida la masacre de niños, mujeres y hombres civiles en Palestina, y casualmente de algún soldado israelí, lo que determina cómo son las cosas. El mundo no puede quedarse callado ni nadie que respete la vida, puede quedarse impávido ante una masacre de un solo lado que sacude hasta los huesos a la humanidad entera.