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domingo, 11 de mayo de 2025
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Ley de Medios a estudio “es anacrónica» y «una gravísima amenaza a la libertad de prensa y a la libertad de expresión”

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Diario EL PUEBLO digital
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Alfonso Lessa (55) es periodista desde hace más de 35 años. Ha trabajado en diarios, semanarios, radio, agencias internacionales y actualmente es el gerente informativo de Canal 12 de Montevideo. Es doctor en Diplomacia y magíster en Ciencia Política, además de ejercer la docencia. Estuvo esta semana en Salto presentando su libro “El pecado original” invitado por EL PUEBLO y Random House Mondadori. Al día siguiente nos recibió para conversar sobre su experiencia y su opinión sobre el proyecto de ley que se encuentra a estudio del Parlamento sobre los medios de comunicación.
– La primera imagen que tengo de usted es con el regreso en barco de Wilson a Uruguay en plena dictadura, estando muy cerca del caudillo nacionalista realizando la cobertura periodística.
– Es verdad, esta profesión nos da la oportunidad de vivir hechos históricos. Efectivamente, vine en el barco que volvió Wilson el 16 de junio del 84, un hecho absolutamente inolvidable, estábamos en plena dictadura, había unas condiciones de vida muy distintas en Argentina que estaban en plena explosión del restablecimiento democrático, gobernaba (Raúl) Alfonsín.
– ¿Qué es lo que recuerda de ese momento?
– La salida del puerto de Buenos Aires fue una de las cosas que me tocó vivir más emocionante porque había una gran cantidad de uruguayos que sabían que no podían volver, y recuerdo que fue impresionante. Iba saliendo el barco del puerto y todos los barcos que estaban en el puerto empezaron a tocar su bocina para saludar y a lo largo de la costanera argentina había una larga fila de autos que saludaban prendiendo y apagando las luces. Recuerdo que a mi lado había una señora cuyo hijo quedaba porque no podía volver y lloraba muy emocionada. Fue algo tremendo. Había una cobertura enorme de medios internacionales y cuando traspasamos la mitad del río, no podían creer el enorme despliegue de aviones, varios buques y helicópteros de guerra rodeando el barco haciendo el intento que Wilson se entregara ahí y él dijo que hasta que no llegara a puerto no se iba a entregar. El barco tomó hacia Punta del Este para evitar la multitud que estaba en Montevideo, después pegaron media vuelta y volvieron al puerto de Montevideo. Fue muy emotivo también porque todo el mundo cantaba el himno. Fue una cobertura inolvidable.
– Con el retorno de la democracia hubo una explosión de periodismo con semanarios y programas de televisión y radio donde se analizaba permanentemente la actualidad donde usted también participó.
– Si, si. Todo ese fenómeno fue precedido justamente con la aparición de los semanarios. Eso particularmente ocurre a partir del 80, hasta ese año el diario El Día había jugado un papel importante. Se usaba mucho en aquel momento la entrelínea, la comparación con las situaciones internacionales, por ejemplo, la apertura española después de la muerte de Franco se hizo mucha cosa en paralelo trasladándolo de hecho a lo que podía ocurrir en Uruguay.
Entonces en el 80 vino el plebiscito, y cuando se esperaba que el diario El Día se jugara abiertamente por el No, dio la opción y hubo editoriales de los dos sectores, del No y el Si, es cuando surge el fenómeno de los semanarios, uno era el semanario Opinar de Enrique Tarigo, el semanario Correo de los Viernes de (Julio María) Sanguinetti, el semanario La Democracia del Partido Nacional, de Wilson que fue clausurado incluso, eso fue insólito, porque en la tapa cuando vino el Rey de España apareció con ciudadanos que estaban proscriptos…
– En la recepción que dio el Rey en la Embajada de España donde recibió a dirigentes de todos los partidos políticos.
– Exactamente. También estaba la revista Opción donde yo trabajé hasta que fue clausurada definitivamente, también trabajé en Correo de los Viernes. Salvo los primeros años de la dictadura, en el año 83 fue cuando se produjo el momento de mayor endurecimiento cuando fracasa el diálogo del Parque Hotel, entonces (Gregorio) Álvarez aprieta las tuercas y entre otras cosas impone la censura previa, donde había que imprimir todos los ejemplares y recién leían el último para ver si se autorizaba o no, lo cual implicaba un riesgo de pérdida enorme. El semanario Aquí, por ejemplo, vendía 25 mil ejemplares, y hubo un caso en el que dijeron que no salía por un artículo específico que tenía que ver con Pérez Esquivel y Pérez Aguirre de los Derechos Humanos, y se tranzó que si se recortaba uno por uno el artículo podía salir. Así que se recortaron con tijera los 25 mil ejemplares y salió a luz el semanario, fue increíble.
Luego pasó también lo del regreso de los programas periodísticos, el más sonado al comienzo fue En Vivo y en Directo de Néber Araújo en el cual incluso hubo una polémica famosa entre los partidarios del Club Naval, que encabeza Sanguinetti, y los opositores al Club Naval, entre los que estaban varios dirigentes blancos.
– También se recuerda aquel debate televisivo entre Wilson y Seregni, donde el entonces ministro del Interior Antonio Marchesano fue un testigo privilegiado, donde se tocó el tema de si se había pactado o no en el Club Naval la amnistía a los militares, lo que derivó en la Ley de Caducidad.
– La Ley de Caducidad como que tiene dos caras, por un lado desde la perspectiva de Sanguinetti, que sin duda fue el autor intelectual de la salida que cumplió el objetivo que se propuso, que era una salida sin mayor violencia, aquello que él llamó el cambio en paz. Del otro lado, los hechos demuestran que dejó algunos temas que aún están por resolver, como el tema de los desaparecidos en particular. Creo que Sanguinetti lo que tuvo fue una enorme capacidad para encontrar su socio en cada momento de la transición, cuando estaba enfrentado con Álvarez encontró al general (Hugo) Medina, que era un duro pero terminó siendo un aperturista. Después tuvo como socio al general Seregni cuando el Pacto del Club Naval, que de alguna manera el Frente Amplio va para legitimarse…
– Y también para legitimar el Pacto ante la ausencia del Partido Nacional.
– De alguna manera también. Y después encuentra a Wilson en la Ley de Caducidad. En cada momento un socio, después todos ellos enfrentados, en fin, es una historia reciente que tiene un origen hace 40 o 50 años…
– Justamente, Andrés Oppenheimer en su libro “¡Basta de historias!” cuestiona a los países latinoamericanos, entre ellos a Uruguay, por estar pensando y actuando en base al pasado sin fijarnos en el futuro, y que esa es una de las claves que explica nuestro subdesarrollo, ¿por qué cree que es importante para nuestra sociedad el pasado al que estamos recurriendo permanentemente?
– No creo que haya que permanecer atado a la historia, de la historia hay que aprender, por eso me parece importante estudiarla, evaluarla y conocerla. No se puede ir ni a un extremo ni al otro, ni desconocerla, como lamentablemente pasa en gran parte de la gente joven, ni se puede permanecer atado a la historia. Es decir, hay que mirar al futuro pero la historia no se puede desconocer. En otros países no ha sido así, si uno mira a España, hubo una guerra civil salvaje con ejecuciones tremendas del franquismo y también de los anarquistas y del Partido Comunista, fue una guerra civil terrible, sin embargo no hay ese fervor sobre lo que pasó como ocurre acá, son sensibilidades diferentes. Pero creo que el tiempo va limando las cosas, y además me parece que hay un grupo de gente que estudia el tema, entre los que me incluyo, que nos interesa como objeto de estudio, y hay gente que legítimamente reclama, como ocurre con los familiares de desaparecidos, pero también hay gente que toma la bandera como factor político y nada más. Cuando uno ve las encuestas de todas las encuestadoras, para la gente común el revisionismo no está dentro de sus prioridades.
– Hoy veía en Televisión Nacional una entrevista que le realizaron a la ministra de Salud Pública quien sostenía que en la agenda de preocupación de los uruguayos no está la salud, que todo lo que se ve es una campaña mediática que intenta desprestigiar a la Salud Pública. Como gerente informativo de uno de los informativos televisivos más importante del país, ¿le cabe el sayo?
– Eso es un verso fácil que se ha hecho siempre de parte de los gobiernos de todos los signos, echarle la culpa a los medios. Es un tema altamente sensible. Si la salud pública no es un tema sensible en el cual pueden indagar los medios, entonces no hay ninguno. En el mundo es un tema sensible, sin ir más lejos, en Estados Unidos el tema de la salud ha sido uno de los principales temas que se ha discutido en las últimas campañas y sigue siendo hoy tema de discusión que todos los medios reflejan. Es decir, el tema de la salud es un tema prioritario, así que echarle la culpa a los medios de que el tema está en la palestra por lo medios… en todo caso, si eso fuera así, hay un mérito de los medios de poner arriba de la mesa temas tan delicados. Ahora, si hay mala atención en algún lado, si hay problemas, si hay una señora que se muere porque está embarazada y no llega el médico a tiempo porque no había un médico de guardia, si hay bebés que mueren, etcétera, etcétera, esos son hechos que no los inventan los periodistas, lo que hacen los periodistas es reflejarlo.
– Algo que viene de la mano con esto es el reciente proyecto de Ley de los medios de comunicación que presentó el gobierno y que está a estudio del Parlamento, ¿cuál es su opinión sobre el mismo?
– Creo que es una gravísima amenaza a la libertad de prensa y a la libertad de expresión. Hay que leer el proyecto para darse cuenta que perdido en un montón de artículos hay algunas limitaciones flagrantes a la libertad de expresión que con el pretexto del cuidado de los menores de edad, se incurre en una enumeración de prohibiciones cuya interpretación se deja en manos de cinco señores de moral supuestamente superior, designados por el Poder Ejecutivo sin ningún tipo de garantías. El otro día el vicepresidente (Danilo) Astori dijo en el programa Código País que todo esto se podía conversar y negociar en el Parlamento, que no era la intención de él ni del presidente Mujica ni del gobierno limitar la libertad de expresión, y no tengo por qué no creerle, yo le creo, porque lo que ha sido el gobierno de Mujica no está en línea con estas limitaciones.
Así que me parece que estamos a tiempo de frenar esto, que además es inaplicable porque tiene cierto grado de discriminación. Fíjese que con este proyecto los informativos uruguayos no podremos dar determinadas informaciones, pero en el mismo televisor el televidente cambia de canal en el cable y podrá ver todo lo que no puede ver en Uruguay en las pantallas argentinas o de otros países. Eso es absurdo y hasta antiguo, porque llega cuando en el mundo el flujo de información trasciende los canales y las radios, está en las redes, salvo que se esté pensando hacer algo parecido a Corea que supongo no va a pasar. Ya no se puede controlar la información, así que si se piensa que con esto se va a informar menos sobre los policiales o no se sabe qué cosas, creo que es un proyecto que en estos temas específicos es anacrónico.

Alfonso Lessa (55) es periodista desde hace más de 35 años. Ha trabajado en diarios, semanarios, radio, agencias internacionales y actualmente es el gerente informativo de Canal 12 de Montevideo. Es doctor en Diplomacia y magíster en Ciencia Política, además de ejercer la docencia. Estuvo esta semana en Salto presentando su libro “El pecado original” invitado por EL PUEBLO y Random House Mondadori. Al día siguiente nos recibió para conversar sobre su experiencia y su opinión sobre el proyecto de ley que se encuentra a estudio del Parlamento sobre los medios de comunicación.

– La primera imagen que tengo de usted es con el regreso en barco de Wilson a Uruguay en plena dictadura, estando muy cerca del caudillo nacionalista realizando la cobertura periodística.

– Es verdad, esta profesión nos da la oportunidad de vivir hechos históricos. Efectivamente, vine en el barco que volvió Wilson el 16 de junio del 84, un hecho absolutamente inolvidable, estábamos en plena dictadura, había unas condiciones de vida muy distintas en Argentina que estaban en plena explosión del restablecimiento democrático, gobernaba (Raúl) Alfonsín.

– ¿Qué es lo que recuerda de ese momento?

– La salida del puerto de Buenos Aires fue una de las cosas que me tocó vivir más emocionante porque había una gran cantidad de uruguayos que sabían que no podían volver, y recuerdo que fue impresionante. Iba saliendo el barco del puerto y todos los barcos que estaban en el puerto empezaron a tocar su bocina para saludar y a lo largo de la costanera argentina había una larga fila de autos que saludaban prendiendo y apagando las luces. Recuerdo que a mi lado había una señora cuyo hijo quedaba porque no podía volver y lloraba muy emocionada. Fue algo tremendo. Había una cobertura enorme de medios internacionales y cuando traspasamos la mitad del río, no podían creer el enorme despliegue de aviones, varios buques y helicópteros de guerra rodeando el barco haciendo el intento que Wilson se entregara ahí y él dijo que hasta que no llegara a puerto no se iba a entregar. El barco tomó hacia Punta del Este para evitar la multitud que estaba en Montevideo, después pegaron media vuelta y volvieron al puerto de Montevideo. Fue muy emotivo también porque todo el mundo cantaba el himno. Fue una cobertura inolvidable.

– Con el retorno de la democracia hubo una explosión de periodismo con semanarios y programas de televisión y radio donde se analizaba permanentemente la actualidad donde usted también participó.

– Si, si. Todo ese fenómeno fue precedido justamente con la aparición de los semanarios. Eso particularmente ocurre a partir del 80, hasta ese año el diario El Día había jugado un papel importante. Se usaba mucho en aquel momento la entrelínea, la comparación con las situaciones internacionales, por ejemplo, la apertura española después de la muerte de Franco se hizo mucha cosa en paralelo trasladándolo de hecho a lo que podía ocurrir en Uruguay.

Entonces en el 80 vino el plebiscito, y cuando se esperaba que el diario El Día se jugara abiertamente por el No, dio la opción y hubo editoriales de los dos sectores, del No y el Si, es cuando surge el fenómeno de los semanarios, uno era el semanario Opinar de Enrique Tarigo, el semanario Correo de los Viernes de (Julio María) Sanguinetti, el semanario La Democracia del Partido Nacional, de Wilson que fue clausurado incluso, eso fue insólito, porque en la tapa cuando vino el Rey de España apareció con ciudadanos que estaban proscriptos…

– En la recepción que dio el Rey en la Embajada de España donde recibió a dirigentes de todos los partidos políticos.

– Exactamente. También estaba la revista Opción donde yo trabajé hasta que fue clausurada definitivamente, también trabajé en Correo de los Viernes. Salvo los primeros años de la dictadura, en el año 83 fue cuando se produjo el momento de mayor endurecimiento cuando fracasa el diálogo del Parque Hotel, entonces (Gregorio) Álvarez aprieta las tuercas y entre otras cosas impone la censura previa, donde había que imprimir todos los ejemplares y recién leían el último para ver si se autorizaba o no, lo cual implicaba un riesgo de pérdida enorme. El semanario Aquí, por ejemplo, vendía 25 mil ejemplares, y hubo un caso en el que dijeron que no salía por un artículo específico que tenía que ver con Pérez Esquivel y Pérez Aguirre de los Derechos Humanos, y se tranzó que si se recortaba uno por uno el artículo podía salir. Así que se recortaron con tijera los 25 mil ejemplares y salió a luz el semanario, fue increíble.

Luego pasó también lo del regreso de los programas periodísticos, el más sonado al comienzo fue En Vivo y en Directo de Néber Araújo en el cual incluso hubo una polémica famosa entre los partidarios del Club Naval, que encabeza Sanguinetti, y los opositores al Club Naval, entre los que estaban varios dirigentes blancos.

– También se recuerda aquel debate televisivo entre Wilson y Seregni, donde el entonces ministro del Interior Antonio Marchesano fue un testigo privilegiado, donde se tocó el tema de si se había pactado o no en el Club Naval la amnistía a los militares, lo que derivó en la Ley de Caducidad.

– La Ley de Caducidad como que tiene dos caras, por un lado desde la perspectiva de Sanguinetti, que sin duda fue el autor intelectual de la salida que cumplió el objetivo que se propuso, que era una salida sin mayor violencia, aquello que él llamó el cambio en paz. Del otro lado, los hechos demuestran que dejó algunos temas que aún están por resolver, como el tema de los desaparecidos en particular. Creo que Sanguinetti lo que tuvo fue una enorme capacidad para encontrar su socio en cada momento de la transición, cuando estaba enfrentado con Álvarez encontró al general (Hugo) Medina, que era un duro pero terminó siendo un aperturista. Después tuvo como socio al general Seregni cuando el Pacto del Club Naval, que de alguna manera el Frente Amplio va para legitimarse…

– Y también para legitimar el Pacto ante la ausencia del Partido Nacional.

– De alguna manera también. Y después encuentra a Wilson en la Ley de Caducidad. En cada momento un socio, después todos ellos enfrentados, en fin, es una historia reciente que tiene un origen hace 40 o 50 años…

– Justamente, Andrés Oppenheimer en su libro “¡Basta de historias!” cuestiona a los países latinoamericanos, entre ellos a Uruguay, por estar pensando y actuando en base al pasado sin fijarnos en el futuro, y que esa es una de las claves que explica nuestro subdesarrollo, ¿por qué cree que es importante para nuestra sociedad el pasado al que estamos recurriendo permanentemente?

– No creo que haya que permanecer atado a la historia, de la historia hay que aprender, por eso me parece importante estudiarla, evaluarla y conocerla. No se puede ir ni a un extremo ni al otro, ni desconocerla, como lamentablemente pasa en gran parte de la gente joven, ni se puede permanecer atado a la historia. Es decir, hay que mirar al futuro pero la historia no se puede desconocer. En otros países no ha sido así, si uno mira a España, hubo una guerra civil salvaje con ejecuciones tremendas del franquismo y también de los anarquistas y del Partido Comunista, fue una guerra civil terrible, sin embargo no hay ese fervor sobre lo que pasó como ocurre acá, son sensibilidades diferentes. Pero creo que el tiempo va limando las cosas, y además me parece que hay un grupo de gente que estudia el tema, entre los que me incluyo, que nos interesa como objeto de estudio, y hay gente que legítimamente reclama, como ocurre con los familiares de desaparecidos, pero también hay gente que toma la bandera como factor político y nada más. Cuando uno ve las encuestas de todas las encuestadoras, para la gente común el revisionismo no está dentro de sus prioridades.

– Hoy veía en Televisión Nacional una entrevista que le realizaron a la ministra de Salud Pública quien sostenía que en la agenda de preocupación de los uruguayos no está la salud, que todo lo que se ve es una campaña mediática que intenta desprestigiar a la Salud Pública. Como gerente informativo de uno de los informativos televisivos más importante del país, ¿le cabe el sayo?

– Eso es un verso fácil que se ha hecho siempre de parte de los gobiernos de todos los signos, echarle la culpa a los medios. Es un tema altamente sensible. Si la salud pública no es un tema sensible en el cual pueden indagar los medios, entonces no hay ninguno. En el mundo es un tema sensible, sin ir más lejos, en Estados Unidos el tema de la salud ha sido uno de los principales temas que se ha discutido en las últimas campañas y sigue siendo hoy tema de discusión que todos los medios reflejan. Es decir, el tema de la salud es un tema prioritario, así que echarle la culpa a los medios de que el tema está en la palestra por lo medios… en todo caso, si eso fuera así, hay un mérito de los medios de poner arriba de la mesa temas tan delicados. Ahora, si hay mala atención en algún lado, si hay problemas, si hay una señora que se muere porque está embarazada y no llega el médico a tiempo porque no había un médico de guardia, si hay bebés que mueren, etcétera, etcétera, esos son hechos que no los inventan los periodistas, lo que hacen los periodistas es reflejarlo.

– Algo que viene de la mano con esto es el reciente proyecto de Ley de los medios de comunicación que presentó el gobierno y que está a estudio del Parlamento, ¿cuál es su opinión sobre el mismo?

– Creo que es una gravísima amenaza a la libertad de prensa y a la libertad de expresión. Hay que leer el proyecto para darse cuenta que perdido en un montón de artículos hay algunas limitaciones flagrantes a la libertad de expresión que con el pretexto del cuidado de los menores de edad, se incurre en una enumeración de prohibiciones cuya interpretación se deja en manos de cinco señores de moral supuestamente superior, designados por el Poder Ejecutivo sin ningún tipo de garantías. El otro día el vicepresidente (Danilo) Astori dijo en el programa Código País que todo esto se podía conversar y negociar en el Parlamento, que no era la intención de él ni del presidente Mujica ni del gobierno limitar la libertad de expresión, y no tengo por qué no creerle, yo le creo, porque lo que ha sido el gobierno de Mujica no está en línea con estas limitaciones.

Así que me parece que estamos a tiempo de frenar esto, que además es inaplicable porque tiene cierto grado de discriminación. Fíjese que con este proyecto los informativos uruguayos no podremos dar determinadas informaciones, pero en el mismo televisor el televidente cambia de canal en el cable y podrá ver todo lo que no puede ver en Uruguay en las pantallas argentinas o de otros países. Eso es absurdo y hasta antiguo, porque llega cuando en el mundo el flujo de información trasciende los canales y las radios, está en las redes, salvo que se esté pensando hacer algo parecido a Corea que supongo no va a pasar. Ya no se puede controlar la información, así que si se piensa que con esto se va a informar menos sobre los policiales o no se sabe qué cosas, creo que es un proyecto que en estos temas específicos es anacrónico.

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