En la actividad “Murga y Género”
El viernes 13 del corriente se presentarán a la hora 21.00 en el Ateneo de Salto las voces femeninas de la murga “Falta y Resto” y a su vez María Soledad Castro Lazaroff brindará la charla “Murga y Género”.
La murga en nuestro país es un espacio donde convergen el baile, la actuación, el canto y la música como medios de expresión de ideas, pensamientos y sentimientos.
El espectáculo tiene tradicionalmente un contenido político: “es una de las mejores expresiones del sistema de valores nacional, además de ser quizás la más uruguaya de las manifestaciones del muy uruguayo ritual carnavalero” .
Como fenómeno cultural es parte de un conjunto de elementos característicos de nuestra cultura como “entramado de valores, costumbres, creencias, modos de entender y actuar en el mundo que nos rodea”, que conforma nuestra identidad nacional y tiene relevancia por su lugar en la socialización de los individuos.
En un sentido más restringido del término, la cultura condiciona al individuo con fenómenos como la murga, que forman parte de un proceso de reconocimiento del individuo con la cultura uruguaya.
El ámbito murguero es muy variado en cuanto a su contenido artístico.
Cada murga tiene un estilo que la identifica, lo que permite variedad de lecturas sobre el fenómeno.
En la murgase genera un ámbito de diálogo donde los jóvenes pueden “liberar algo de su yo más o menos reprimido en la vida ordinaria apareciendo como una vigorosa alternativa para el comportamiento colectivo, sobre todo porque habilita nuevas experiencias de relacionamiento social que, cotidianamente, aparecen adormecidas o son concebidas como utopías”.
En el vestuario, el maquillaje, los bailes, letras, música, así como en otros aspectos del espectáculo y en las labores previas al mismo se expresan modos de pensar y de sentir de los integrantes de cada murga.
En cuanto a las innovaciones que presenta este espacio, no sólo encontramos la generacional, por tratarse específicamente de jóvenes, sino que también se genera un espacio nuevo para la expresión de las mujeres.
De hecho, el ámbito de murga joven ha sido por excelencia el espacio que permitió la inclusión de la mujer dentro de esta parte de nuestra cultura, generando que cada vez más las mujeres tomen protagonismo y se hagan de él con manifestaciones propias, como la creación de Hay murgas jóvenes completamente integradas por mujeres e incluso la participación de una de ellas en el carnaval profesional.
La murga es un espacio para la generación de identidad con respecto a nuestra cultura.
a identidad es “el proceso de construcción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacional de atributos culturales, al que se da prioridad sobre el resto de las fuentes de sentido… defino sentido como la identificación simbólica que realiza un actor social del objetivo de su acción”.
A su vez el sentido de pertenencia y de identificación con la murga está condicionado por el espacio que tienen en el grupo del que forman parte y por su lugar en esta estructura. Se entiende que cuanto mayor es el espacio para la expresión y para que las mujeres se apropien del fenómeno, más identificadas se sienten con él, a la vez que logran visualizarse como productoras de nuestra cultura generando un sentimiento de satisfacción al respecto.
Dada la cantidad de murgas jóvenes con las que nos encontramos, son también muy amplias las formas de expresión y por lo tanto de identificación con el fenómeno.
En cada una de ellas la forma que tiene cada integrante de relacionarse con este espacio es lo que singulariza a cada grupo.
Ahora bien, en todas se intenta destacar la creatividad y el hecho de que todos los integrantes puedan aportar al grupo elementos que los lleven a generar un sentido de pertenencia en común sobre él, buscando resaltar la capacidad para generar nuevos productos y nuevos contenidos como principal valor de esta instancia.
Retomando a Castells, el sentimiento de identificación cultural no es un hecho que se presente en esta etapa de la vida de las jóvenes como una innovación, sino que las jóvenes fundan su vocación como murguistas producto de la coloración que han contenido y superado desde niñas en su proyecto de vida, visualizando que muchas de ellas lo han cimentado durante anteriores etapas de su vida.
Algunas de las jóvenes señalaron estar influidas por su familia o sus amigos al momento de elegir formar parte de una murga, tanto porque desde sus familias se trae una cultura murguera o porque mediante sus compañeras son incluidas en estos grupos.
Por ello es que las preferencias culturales del entorno adquieren relevancia en el comportamiento de las jóvenes ya que están signando esa coloración que proporciona el medio social.
Existe un aspecto a ser considerado cuando mencionamos la participación social de la mujer en este tipo de grupos y es el que refiere a la dificultad que se les presenta a ellas para la participación activa y constante.
El asumir un rol más participativo en la sociedad entra en conflicto con las demás tareas que le son socialmente atribuidas, como por ejemplo las tareas del hogar y el cuidado de los niños y adultos.
Si bien las tareas asignadas a las mujeres en el ámbito familiar dependen de la clase social de las mujeres, su edad, estado civil o lugar de residencia, existen factores en común en cuanto a esas responsabilidades que asumen en el ámbito privado.
El cuidado es una actividad femenina no remunerada y que no tiene reconocimiento por estar naturalizada.
Dentro de las tareas que se desarrollan en el ámbito privado, se destacan dos principales que ocupan gran parte de su tiempo en la vida cotidiana: el cuidado de niños y el cuidado de salud a adultos.
En cuanto al cuidado infantil el predominio es femenino en todas las tareas que se realizan en torno a ello y entre las mujeres uruguayas mayores de 14 años, una de cada tres realiza estas tareas no remuneradas.