Por estos días sea ha planteado una discusión en torno ¿en qué medida han sido evitables las muertes, o algunas de ellas, que se han producido por el virus del COVID 19?.
Lo válido para nosotros al menos es estar seguros que en cada caso se hace lo máximo posible por salvar esa vida. Discutir luego en qué medida se han podido evitar esas muertes, para nosotros es casi estéril.
En una oportunidad escuché a un destacado cirujano salteño sostener que en materia de salud también se depende de los recursos que se tiene. Quizás la misma dolencia o la misma enfermedad, cuando se vive en un país donde la medicina y la ciencia está mucho más desarrollada que en nuestro país, y se puede pagar el acceso a ese sistema, es probable que tenga cura o al menos un tratamiento que es impensable en el Uruguay.
Esto es lo que debería de preocuparnos y de concentrar nuestros esfuerzos. Uruguay tiene uno de los sistemas de salud más justo y extendido del mundo, es decir que cubre a mayor cantidad de pobladores y con el máximo posible de recursos.
Nadie lo puede negar y quien conoció el sistema de salud pública y el funcionamiento de los hospitales de décadas atrás, recordará cuántas dificultades había al momento de conseguir un medicamento o de atenderse con determinado especialista.
No con esto queremos señalar que estamos bien, sino que debiéramos pensar si con nuestras posibilidades podríamos acceder a otras cosas. A primera vista no pretendemos fijar opinión al respecto, debido a que entendemos, que como en cualquier otra profesión u oficio, en el sistema de salud nos encontraremos con gente que cumple su profesión con responsabilidad y a conciencia y también los hay de los otros.
Por lo tanto si las muertes han sido evitables o no, es relativo. Lo que debiera preocuparnos es tener la tranquilidad de que se hizo todo lo que podemos hacer para evitar el desenlace fatal y en ello vamos todos los médicos, las enfermeras y los propios pacientes o el sistema en si, porque la vida comienza y termina y aunque sea difícil de admitirlo esta es la ley de la vida. Lo que debe darnos tranquilidad es haber hecho todo lo posible por salvarla.
La cuestión es tener la tranquilidad de que no termine antes de lo que podría debido a nuestra negligencia.
A.R.D.