Como parte del problema de inseguridad que vive el país, el tema carcelario es uno de los más preocupantes en todos lados.
Pero sería un error tratar de enfocar una solución tomándolo como centro de esta temática tan compleja.
Más allá de la opinión que pudieran tener los organismos internacionales en la materia, entendemos que el país ha avanzado en materia de la situación de los reclusos, que de esto se trata en definitiva.
Es un tema delicado y difícil. En primer lugar porque sería un error garrafal creer que todos los reclusos son iguales y que han llegado a la cárcel por el mismo motivo.
Cada uno tiene su historia, incluso algunos un pasado delictivo de larga data, que no es sinónimo de peligrosidad y otros son primarios. En algún caso han caído en el delito en situación muy particular.
Pero también hay elementos sumamente peligrosos, nocivos y probablemente con ínfimo deseo de salir de su situación, de cambiar de vida, si es que tienen algo de esto.
No se puede negar que la droga ha jugado y sigue jugando un papel esencial en este sentido y sigue no sólo abasteciendo del mayor número de “clientes” de las cárceles, sino además ingresando a ellas y complicando permanentemente las relaciones internas.
Mal que nos pese esta es la realidad.
Atender a la persona con sus características particulares es elemental si pretendemos hallar salidas más o menos justas en este tema.
Cuando en el país se planteó la posibilidad de echar mano al Ejército para custodiar el perímetro externo de algún establecimiento carcelario, la medida tuvo adherentes y también quienes le rechazaron tajantemente.
Confesamos que en aquel momento teníamos nuestros resquemores, porque estaba muy fresca la experiencia de la dictadura militar, la que se inició cuando a alguien se le ocurrió golpear las puertas de los cuarteles para solucionar problemas civiles.
Ahora bien, a la luz de la experiencia tenida hasta el momento, creemos que ha sido una medida acertada en materia de prevención.
Ha ayudado a mantener la disciplina al menos en lo que tiene que ver con la posibilidad de ingreso y egreso en condiciones irregulares y por lugares no habilitados.
No es lo ideal, porque seguramente que lo mejor sería que hubiera que recurrir a esta guardia militar, pero sin lugar a dudas que ha sido efectiva. Si se mantienen las cosas en su sitio, es de las pocas medidas que se pueden tomar para prevenir situaciones más graves.
Las guardias militares en las cárceles
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