Mauricio García. De los años en México a este tiempo en la «U».
Cuando tenía 4 años nos fuimos a México con la familia, después que mi padre jugara en Nacional. Yo viví 14 años en aquel país y quedaron las amistades, los recuerdos. Llega un momento que uno se cansa de las mudanzas. De aquí para allá. Jugué un año en San Luis, pero ya en la Tercera División no aceptaban extranjeros. Por eso los fines de semana jugaba en la Escuela de Fútbol. Carlos Trucco, boliviano y ex arquero, habló con mi padre y me fui al Pachuca. Pero se daba el mismo problema y tenía que pasar dos años después de nacionalizado para jugar en Primera. Ahí me dije para volver. Retorno al país. Jugué un año en Liverpool y estuve cuatro meses a prueba en Nacional. En Nacional no fue fácil. Si estás solo y sin nadie que te de una mano, es complicado. Conociendo la situación, el “Beto” Banega me habló para venir a Universitario. Desde octubre del 2006 estoy en Salto. Y me gusta Salto. La ciudad. La gente. Aquí al fútbol se le da bola de una manera especial. Y encontré en Universitario, la familia en el fútbol que yo quería”.
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Con MAURICIO EMILIANO GARCÍA MOREIRA, la singularidad de esa historia labrándose. Casi una aventura en si mismo. Por los años en México. Por San Luis. Por Pachuca. Por Liverpool. Por Nacional. El “Paco” ahora en los 20 años. Pero además, la aventura de sentir al fútbol…. jugándolo. Desde el disfrute mismo. “El año pasado en un partido de la liguilla, me dieron una piña sin pelota. El juego estaba en otro lado de la cancha. Pregunto: qué sentido tiene ese tipo de actitudes?. A mi al fútbol me gusta jugarlo y por eso además, me queda la ilusión del profesionalismo. No pierdo esas ganas. Las tengo”.
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LA VUELTA A CASA
Desde Edgardo y Gonzalo Revello, el laburo llegó para el “Paco”. Porque al cabo, el sobrenombre le ganará a ese Mauricio de la cédula de identidad. “Ya era “Paco” antes de nacer. La ocurrencia fue de mi hermano Fabricio, que le decía a mis padres: “Yo quiero que se llame “Paco” y ahí quedé”. La amistad que no falta con Angelo Barreto, con quien comparte el trabajo, mientras “vivir en pareja, es una tranquilidad que uno también tiene y que es necesaria. Estoy bien. Me siento bien. En su momento se dio la chance de ir a practicar en Fénix, a través de un contacto de mi padre con Mario Barilko. Pero ir y probarme, no quiero más. Si uno tiene que volver, es un golpe fuerte. Cae moralmente y es lo que no quiero. En Universitario encontré un grupo impecable. Con todos me llevó bien. No tengo quejas del club. Mis viejos están en México con mi hermano Richard, que tiene 12 años. Nos vemos una vez al año. Uno se habitúa a la distancia. En este caso, la distancia fortalece el afecto familiar. Es lo que nos ocurre a nosotros. Mi otro hermano, Fabricio, tiene 23 años y estudia en Montevideo. Acostumbrados a estar separados, pero sabiendo del sentimiento de uno a otro que siempre está. Me gusta el fútbol de Universitario, y lo que pone cada uno. Cuando nos reclaman los puntos, esa semana fue del bajón. Mirábamos el descenso. Y si ahora miramos la tabla, hasta nos atrevemos a ilusionarnos con la liguilla. Se dirá que estamos lejos. Nosotros decimos que no tanto”.
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Las aventuras del «Paco” rojo. Desde México, a este sur de los reencuentros. El hijo de Joselo y de Ana. El de la aventura del sueño intacto. Con esa gambeta que es capaz de construir el arte.
El arte de jugar. El generoso arte de jugar!.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
