«Hay en el mundo demasiados artistas de la palabra, demasiados adoradores de la forma, demasiados espíritus vacíos… llenan de palabras sonoras el ámbito en que se mueven, pero son radicalmente incapaces de realizar lo que más falta hace en el mundo: hombres lógicos»
Eugenio María De Hostos (pensador español)
Cuántas cosas hay que nos rodean, que por más esfuerzo que uno haga, no se entienden y seguro nunca se entenderán. Claro, lo que pasa es que siempre tratamos de explicar todo según la lógica y (a menudo repetimos esta frase que una vez nos dijo un profesional de la psiquiatría) «los seres humanos no somos lógicos». Para entenderlas tendríamos que primero entender, nada más ni nada menos, que a la mente humana. ¡Pavada de cosa!

La reflexión anterior viene al caso por una serie de situaciones que salieron a luz la semana pasada y que, por increíbles y escandalosas, debemos confesar que apabullaron nuestra capacidad de entendimiento.
Fíjese usted, por ejemplo, que dos ex policías de Salto han sido otra vez procesados, pero ahora por el homicidio del empresario José «Chito» Bidart. Los mismos dos que ya habían sido procesados por otras causas, ahora ¡por homicidio! Sí, esos mismos que ya estuvieron presos. Habrá que seguir sacando como conclusión entonces, como tantas veces con sobrada razón se ha dicho, que un uniforme no asegura absolutamente nada. Aunque la lógica indique otra cosa, puede perfectamente haber un delincuente vestido de uniforme, y con el uniforme de quienes deben cuidarnos de no ser víctimas de delitos.
Por otra parte, quizás haya también que concluir que cada vez se demuestra más que en este país, en general, penosamente las cárceles no rehabilitan. Siguiendo este caso, lo que se ve es que a una persona le sirvieron los años de cárcel para conocer asesinos -los sicarios no solo viven en las películas-, involucrarse con ellos y luego contratarlos para que llegaran a Salto a cometer un crimen. Es decir, la cárcel no solo que no le modificó su pensamiento y conducta, sino que le dio herramientas para cometer otros delitos, incluso uno más grave que aquel por el que fue procesado la primera vez.
Ya mirando hacia otro caso, en el que tampoco existe lógica que pueda explicarlo, resulta que también la semana pasada y también aquí en Salto, sale a luz que un político, de profesión docente, o sea un educador, un formador de personas, está siendo investigado por la Justicia por posible abuso sexual contra su nieta, una niña muy pequeña. Si un uniforme no dice nada, un título tampoco.
Y cuando decimos uniformes y títulos, inclúyase también sotanas y cargos religiosos. En el mundo sobran ejemplos que involucran a las religiones con delitos. Pero sin apartarnos de Salto, también la semana pasada supimos que el sacerdote que fue acusado de atentado sexual, de violación a dos niñas en Minas y que estaba momentáneamente radicado en nuestra ciudad, fue condenado a cumplir arresto domiciliario y al uso de tobillera electrónica. La fiscal del caso, Tania Vidal, había solicitado la prisión efectiva. ¿Por qué no se cumplió? ¿Por qué domiciliaria? Realmente no lo sabemos. Y seguro que si se nos explicara, nos costaría entenderlo, porque trataríamos de hacerlo siguiendo el camino de la lógica, esa cosa abstracta que casi nunca existe para la mente humana y sus complejidades.
Ahora nos retiramos un momento de Salto. Allá en el sur, un ex gremialista de la salud y ex dirigente del MPP fue procesado por pornografía infantil. Y cuando decimos MPP y gremialista es solo porque se trata de una faceta que lo hizo conocido socialmente, nada más. Lo mismo cuando mencionamos la faceta política del docente investigado en Salto. Porque, una cosa hay que aclarar: no importa de qué partido es, pero que sea político, al menos para quien estos escribe sí importa. Hay quienes dicen que no hay que mezclar las cosas, opinión respetable, pero permítasenos entender que la persona es una sola unidad y por ende es inconcebible que por un lado alguien pida votos con el argumento que va a ocupar tal cargo para hacer el bien a la gente, que va a luchar por los más vulnerable y desprotegidos, y por otro lado, en su casa sea capaz de abusar de una niña. Como bien dice una frase que circula por allí: primero hay que cambiar el corazón, para que después pueda cambiar el hogar y después recién empiece a cambiar el mundo.
Ahora, de qué partido, eso sí que no importa. Hay que juzgar a todos. Y, dicho sea de paso, no ser hipócritas de solo juzgar, por delitos similares, a quien sea de tal o cual partido y al otro no. Ley pareja para todos.
¿Tiene lógica la Justicia? Son siempre lógicos sus fallos. ¿O están supeditados a la mente humana, es decir a lo que no tiene lógica? Fíjese que nos alegrábamos hace unos días cuando la Justicia de este país falló a favor de Blanquita Filippini. Y decíamos desde acá: ¿habrá cambiado la Justicia al haber cambiado el gobierno el año pasado? Lo decíamos en realidad con preocupación porque la Justicia debería ser independiente. Pero a la vez nos alegrábamos por Blanquita. Sin embargo ahora, en casos muy distintos pero que también requieren de la Justicia al fin, surgen cosas que hacen dudar de su rectitud, como el arresto domiciliario en un caso y la tardanza en el fallo en el otro caso, que viene desde diciembre. ¿El profesor político también tendrá solo arresto domiciliario y tobillera? ¿O no se encontrarán pruebas pese a todas las pericias que ya se hicieron y lo condenan? ¿O las pruebas no serán nunca suficientes, como en el caso de la «misteriosa» muerte del joven Charly Ferreira hace más de diez años?
Pero pasaron más cosas también la semana pasada que no parecen lógicas. Por ejemplo que el PIT CNT quisiera suspender de sus filas al sindicato policial. El argumento parece ser que la intergremial no está dispuesta a tolerar que ese sindicato haya defendido a los policías que participaron de aquellos famosos episodios en Plaza Seregni y que derivaron en que se acusara a la Policía de «represora». Pero, ¿qué iba a hacer el sindicato si no?, ¿no es lógico acaso que un sindicato defienda a sus trabajadores? ¿O se considera trabajadores a todos los que trabajan menos al policía, al soldado, al marino…? Y si es así, ¿se debe esto a que cada día (directa o indirectamente) los sindicatos dejan ver con más claridad su ideología de izquierda e identifican al policía con la derecha? Quizás más lógico fuera pensar que policías y PIT CNT no «encajan». Pero, ¿y la unión de los trabajadores? ¿Y el espíritu de solidario entre trabajadores compañeros?
Definitivamente, hay veces que la lógica no existe (porque además: ¿lógica para quién?, ¿quién tiene la vara de medir lo que tiene lógica y lo que no?). Aunque quizás esa ausencia sea lo normal, porque al fin y al cabo no somos lógicos, somos humanos.
Contratapa por Jorge Pignataro