Teatro Solis
La Revoltosa ostenta la definición de sainete lírico, comedia musical o zarzuela de ambiente popular. Es una de las más representadas en el mundo debido, sin ninguna duda, a su deliciosa y brillante partitura, pero también al material tan sugerente de su libreto.
La Revoltosa. Un clásico de la cultura popular
La Revoltosa se estrena en 1897 y ostenta la definición de sainete lírico, o lo que es lo mismo una comedia musical o zarzuela de ambiente popular. Es una de las más representadas en España y en el resto del mundo debido, sin ninguna duda, a su deliciosa y brillante partitura, pero también al material tan sugerente de su libreto. La fuerza de los personajes, y el entorno donde se desarrolla la historia, convierten a la Revoltosa en lo que podríamos llamar «un clásico», un clásico de la cultura popular, porque contiene en estos dos pilares, (la fuerza de los personajes y el lugar de convivencia) los elementos necesarios para conservar la esencia y evolucionar en el tiempo.
Porque la Revoltosa es una historia de amor, pero una historia de amor entre dos personajes aparente convencionales, pero con esencia de héroes, de pequeños héroes de barrio que precisamente deben parte de su encanto a que se salen de la norma. Felipe es un hombre serio, de apariencia distante y un tanto hosca, pero a la vez respetado por todos y que oculta- desde siempre- un amor apasionado hacia Mari Pepa. Y ella… ella representa a la mujer indomable, la que- de la misma manera que Felipe- encubre sus verdaderos sentimientos con una apariencia de frivolidad, coquetería y descaro, deseada por todos y rechazada por muchos, una mujer moderna y castiza pero que se deshace de amor ante Felipe. Ellos serán los principales protagonistas de una serie de personajes que componen el otro pilar esencial de la trama: un lugar de convivencia íntima y popular, el barrio, la corrala, donde todo se sabe, todo se magnifica, y donde estalla la fuerza de la música y la fiesta cuando celebra sus verbenas a pesar de la humildad de sus gentes y las condiciones de vida, lo que también pudiera haber sido un conventillo uruguayo en carnaval.
En esta versión, ese lugar común he querido situarlo en el Madrid de los años 60, donde, a pesar de las tremendas circunstancias políticas y sociales del país aparecían en España algunos tímidos destellos de modernidad y de progreso.
La aparición de las minifaldas, las motos, la música pop, las gafas de sol y las noticias que llegaban del extranjero hacían mella entre las clases populares y parecían romper algunos moldes e introducir aires nuevos.