Cuando Rocco Morabito, uno de los cabecillas del narcotráfico y líder de la mafia Calabresa (Italia) fugó de cárcel central, lo que a simple vista parecía impensable, todo se saldó con el silencio.
Antes había vivido en Punta del Este, durante muchísimos años y sin que nadie “lo molestara”. Esto significa que hay mucha gente corrupta o cómplice de los más corruptos, que se presta para hallarles “refugios” seguros a estos peligrosos delincuentes.
Que sepamos nunca, escuchamos siquiera decir que se habría de buscar adonde corresponde. Si las autoridades creen que cuando se sostiene que “la policía investiga el hecho”, alguien le cree está equivocado. Más diríamos recientemente se puso en duda la capacidad uruguaya para investigar.
Para nosotros la cuestión es otra. Lisa y llanamente no se quiere investigar, en parte porque se tendría que asumir la realidad y en parte porque se sabe que la corrupción en el país es mucho mayor de lo que trasciende.
No hay dudas de que Uruguay es un país “copado” por la corrupción y de las más crueles. Mientras seguimos insistiendo con estadísticas y cifras que están lejos del interés de la gente común, estamos permitiendo que la delincuencia avance. En el país, quedan pocas autoridades confiables o por lo menos así lo entiende la mayoría de la población.
Que sepamos nadie se anima a decir que dentro de las jerarquías de la policía y de otras instituciones supuestamente dedicadas a combatir la delincuencia, hay corrupción, “manda” don dinero.
Cuando esto decimos nos referimos todas las autoridades las de hoy y las de ayer, porque nadie ha escapado a esta situación.
El caso que nos ocupa fue paradigmático. Hoy se sabe que nunca se investigó en serio, Hoy las consecuencias comienzan a trascender y varios procesados o destituidos, pero en aquel momento el pueblo fue ignorado por completo.
Morabito, uno de los cabecillas del narcotráfico más buscado en todo el mundo se fue de cárcel central caminando, salió por una casa vecina y tomó un taxi. Pero no sólo eso, sino que llegó a Brasil (por algún lado debió pasar la frontera) y meses después logró ser recapturado en Brasil, donde se había refugiado.
Lógico cuando esto decimos somos los malos de la película. Los que “odiamos” a la policía y todas autoridades. Lo volvemos a decir, nada más alejado de la realidad. Somos defensores y admiradores de los buenos policías, pero al mismo tiempo somos los más acérrimos enemigos de los corruptos y de estos hay y lamentablemente no son pocos.
Cuando alguien se dedique a investigar “en serio” seguramente lo tendrá que admitir.
A.R.D.