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lunes, 5 de mayo de 2025
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La plaga agazapada

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Diario EL PUEBLO digital
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e celebra hoy el Día Mundial de Lucha Contra el Sida, uno de los flagelos más importantes que ha sufrido la humanidad en las últimas décadas, una plaga que ni siquiera está aún dominada, mucho menos exterminada por supuesto.
De alguna manera en los últimos años la  lucha contra el Sida ha pasado a segundo plano, quizás pasado el impacto que la enfermedad provocó con su aparición y rápida extensión en todo al mundo, al alcanzar hasta el último rincón de la humanidad con una extensión explosiva.
Quizás lo único que hemos aprendido es a aceptar en mayor grado, aunque no en las mismas condiciones a las personas infectadas y a las pacientes de la enfermedad, pero que nadie se equivoque, esto no significa que no haya discriminación.
Sigue habiéndola, desde la escuela a todos los sectores de la sociedad, que salvo algunas «islas», de gente de muy altas convicciones humanitarias, la personas que están afectadas por HIV son miradas con recelo y en voz baja se hace saber a otras personas de la situación de ellas. Esto es, se las discrimina.
Aún aquellas personas que muestran una mayor aceptación, porque el VIH ha aparecido en su entorno familiar, ya sea como portador o como paciente, tienen que hacer un extenso proceso que no siempre se logra superar para tolerar a la persona afectada.
El tema sigue siendo el mismo. Por una parte se trata de asumir conscientemente la realidad y por lo tanto superar la discriminación generalmente basada en argumentos irracionales.
Por otra parte, la lucha debe apuntar a la prevención de la enfermedad. Si se toman los recaudos que se recomiendan se evita toda posibilidad de contagio, es decir aún cuando se tenga sexo con un portador o un paciente, si se han tomado las precauciones no hay riesgo.
En el Uruguay la franja mayor de nuevos portadores está entre los 25 y los 34 años, pero está además vinculada al consumo de drogas, alcohol o similares. Quienes se infectan son mayoritariamente heterosexuales, muy por encima del número de los denominados «trabajadores sexuales», homosexuales y bisexuales y esto indica que precisamente la causa más frecuentes es la  imprudencia o la irresponsabilidad.
La incidencia de la plaga en el Uruguay no difiere mayormente de lo que ha sido en otras partes del mundo. Si alguien piensa que está dominada, porque hoy existen nuevos medicamentos, capaces de aletargar o quizás enlentecer notoriamente la evolución de la enfermedad, se equivoca. El Sida aún no tiene cura.
La plaga está agazapada y por lo tanto el esfuerzo por concientizar sobre sus consecuencias debe mantenerse en forma permanente. Los mejores resultados en esta lucha se obtendrán a través de la prevención.
Se celebra hoy el Día Mundial de Lucha Contra el Sida, uno de los flagelos más importantes que ha sufrido la humanidad en las últimas décadas, una plaga que ni siquiera está aún dominada, mucho menos exterminada por supuesto.
De alguna manera en los últimos años la  lucha contra el Sida ha pasado aSIDAimagen segundo plano, quizás pasado el impacto que la enfermedad provocó con su aparición y rápida extensión en todo al mundo, al alcanzar hasta el último rincón de la humanidad con una extensión explosiva.
Quizás lo único que hemos aprendido es a aceptar en mayor grado, aunque no en las mismas condiciones a las personas infectadas y a las pacientes de la enfermedad, pero que nadie se equivoque, esto no significa que no haya discriminación.
Sigue habiéndola, desde la escuela a todos los sectores de la sociedad, que salvo algunas «islas», de gente de muy altas convicciones humanitarias, la personas que están afectadas por HIV son miradas con recelo y en voz baja se hace saber a otras personas de la situación de ellas. Esto es, se las discrimina.
Aún aquellas personas que muestran una mayor aceptación, porque el VIH ha aparecido en su entorno familiar, ya sea como portador o como paciente, tienen que hacer un extenso proceso que no siempre se logra superar para tolerar a la persona afectada.
El tema sigue siendo el mismo. Por una parte se trata de asumir conscientemente la realidad y por lo tanto superar la discriminación generalmente basada en argumentos irracionales.
Por otra parte, la lucha debe apuntar a la prevención de la enfermedad. Si se toman los recaudos que se recomiendan se evita toda posibilidad de contagio, es decir aún cuando se tenga sexo con un portador o un paciente, si se han tomado las precauciones no hay riesgo.
En el Uruguay la franja mayor de nuevos portadores está entre los 25 y los 34 años, pero está además vinculada al consumo de drogas, alcohol o similares. Quienes se infectan son mayoritariamente heterosexuales, muy por encima del número de los denominados «trabajadores sexuales», homosexuales y bisexuales y esto indica que precisamente la causa más frecuentes es la  imprudencia o la irresponsabilidad.
La incidencia de la plaga en el Uruguay no difiere mayormente de lo que ha sido en otras partes del mundo. Si alguien piensa que está dominada, porque hoy existen nuevos medicamentos, capaces de aletargar o quizás enlentecer notoriamente la evolución de la enfermedad, se equivoca. El Sida aún no tiene cura.
La plaga está agazapada y por lo tanto el esfuerzo por concientizar sobre sus consecuencias debe mantenerse en forma permanente. Los mejores resultados en esta lucha se obtendrán a través de la prevención.
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