Asumiendo las recomendaciones de organismos de Naciones Unidas, que propugnan una pesca responsable y una cuidadosa preservación de la riqueza ictícola en nuestros ríos y arroyos, La Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, DINARA ha determinado zonas, artes de pesca y otros detalles.
En estas columnas hemos batallado insistentemente por este tema. La preservación de la riqueza ictícola, del río Uruguay, la que consideramos seriamente comprometida. Es que entendemos que siempre el carro va delante de los caballos.
Mal que nos pese la reglamentación sobre este tema está desactualizada y sus logros pueden ser ínfimos. Hoy existen otros recursos magnéticos (sensores) y electrónicos que permiten detectar a los cardúmenes de peces desde la superficie y allí proceder a la pesca. Ello no se limita.
Pero lo más grave es que en el caso del río Uruguay y tratándose de un río compartido con Argentina, nunca obtendremos buenos resultados en los propósitos de protección y conservación de las especies, que se persiguen, si no se comparten y asumen las medidas al mismo tiempo, en ambas naciones y con la responsabilidad que corresponde y luego se fiscalizan como corresponde.
Muchos salteños hemos visto – no hoy pero en épocas no tan lejanas – como, mientras en el Uruguay regía la veda del Dorado, en la represa se ubicaban hasta dos lanchones argentinos de grandes dimensiones que se dedicaban a pescar, o mejor dicho a cazar, los peces que se golpean contra la represa. Se nos ha explicado que tienen una autorización para pescar con devolución (regresando al agua las piezas) en la zona e incluso ahora también hay una empresa uruguaya dedicada a la misma actividad.
Hasta aquí todo bien, ¿pero quién fiscaliza? E incluso¿No hay una zona de estricta exclusión por seguridad en esa área?.
De eso se trata.
