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sábado, 24 de mayo de 2025
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La necesidad de creer

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Diario EL PUEBLO digital
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La fe es uno de los instintos más básicos del ser humano.

Pasando por las religiones hasta los astros, las cábalas y todos los santos.

Son las doce de la noche y el teléfono no para de sonar, es que la gente quiere saber qué le deparará el destino, qué es lo que le va a pasar al día siguiente y por sobre todas las cosas cómo seguirá su vida según lo que le dicen los astros. En la pantalla, una mujer habla sobre temas recurrentes y comunes a casi todas las vidas que conviven en esta parte planeta. Que la inseguridad laboral, que problemas familiares, que preocupaciones económicas y así una lista interminable de todo lo que nos sucede a casi todos pero de distinta forma, claro. Es más de lo mismo solo que un poco más afinado.

Pero en función de esa suerte de dictamen fundado, de cuasi conclusión científica, de esas palabras que salen de la boca de las especialistas en futurología, muchos corazones palpitan esperando que algo pase. Como si lo que le fueran a decir era «justo» para ellos, porque así lo piensan las personas que esperan creer en algo que los aliente a salir adelante.

Es que el hombre necesita creer en algo porque así es su esencia. Somos seres de energía y debemos saber que existen otros entes superiores al que llamamos Dios, Alá, Gran Arquitecto, y como se le ocurra. Según nuestra cultura y lo que aprendemos en la vida, empezamos a creer en algo. Eso se traduce en la fe, que es el sentimiento de creencia o de la confianza en una cosa determinada. Algo que puede practicarse a través de los métodos tradicionales, tales como las Iglesias o el culto hacia una práctica determinada.

Aunque como el mundo ha evolucionado y hoy la información sobre los porqués de determinados fenómenos que antes ocurrían y se los atribuíamos a esos seres superiores, están al alcance de todos, esto le ha jugado una mala pasada a los bastiones de la fe, como las religiones tradicionales.

¿Los seres humanos necesariamente debemos creer en algo? ¿Es imprescindible tener fe en algo más que en uno mismo para poder vivir y salir adelante? Entonces, cómo vivir hoy si no contamos con una guía para los días que corren, esto en el siguiente informe de EL PUEBLO.

No salir a la calle sin haberlo leído

La mañana se presentaba tranquila en el hotel de la ciudad. Los funcionarios estaban ordenando los documentos concernientes a las tareas del lugar tales como las reservas, la cantidad de alojamientos que tenían y procesaban en una computadora la cantidad de habitaciones que iban a quedar libres ese día, para lo cual ya preparaban una lista de check out (chequeo de salidas), que iban a tener que hacer cuando las mismas se produjeran.

Por allá, baja uno de los huéspedes y recoge el diario local que estaba sobre la mesa de recepción y le dice con una sonrisa al funcionario: «vamos a ver qué nos depara el horóscopo para hoy». Lo lee y se va, pero al poco tiempo otro más recoge el guante y hace lo propio. Al rato otros dos le siguen y así algunos que otros entusiasmados por saber qué es «lo que les depara el destino» para ese día, algo que sucedería, según el ánimo de quien escribe los horóscopos claro está.

Es que los seres humanos somos crédulos por naturaleza y necesitamos que alguien nos de ánimo y nos diga cómo vamos a seguir adelante. Se nos hace imprescindible. Aunque es cierto que hay cuestiones que se vuelven indiscutibles. Por ejemplo, la astrología es un conjunto de creencias que pretende conocer y predecir el destino de las personas y con ese conocimiento pronosticar los sucesos futuros. Supone el llegar a ese conocimiento mediante la observación de la posición y el movimiento de los astros. Las personas que practican la astrología sostienen que las posiciones de estos ejercen influencia o tienen correlación con los rasgos de la personalidad de la gente, los sucesos importantes de sus vidas, e incluso sus características físicas. De ahí que todos creemos y consideramos que si somos así o asá, que si nos caracterizamos de determinada manera, es debido a la luna en que nacimos. Hasta se llega a admitir que según la luna en que se produce la relación que determina el embarazo de una mujer, puede darse el sexo del ser que empieza a concebirse en ese momento.

Pero más allá de horóscopos, videntes y tarotistas que nos invaden con sus espacios televisivos para ganarse nuestra atención y comercializar con ello, lo hacen por una sola razón, y es porque nosotros les creemos.

Sí, es que creer es tan viejo como el mundo. Desde los primeros pobladores de esta tierra como Adán y Eva, que según el relato bíblico creyeron en lo que se les dijo que tenían que hacer, hasta los hombres de las cavernas que dibujaban la manera en cómo querían cazar a los mamuts y luego iban y lo hacían.

Pero nuestras sociedades, que nacieron con las formaciones religiosas por una cuestión cultural, luego debieron enfrentarse al bombardeo de información que se les fue dando de a poco y hoy cada vez más, y con esto las herramientas para que descubrieran por sí mismos que si llovía diez días seguidos, se daba por una cuestión determinada de la naturaleza y no por un castigo Divino.

Así se fue abriendo paso a otros caminos que antes permanecían ocultos, por quienes dominaban la fe de la gente. Y en el mundo de hoy, donde atravesamos por momentos en que diferentes conflictos afectan a todas las familias que componen nuestras sociedades, sin distinción de clases sociales, credo religioso o partidos políticos, porque de algún modo todos tenemos problemas que resolver, resurgen este tipo de alternativas a los métodos tradicionales de profesar la fe, con la finalidad de poder encontrar un atisbo de luz y esperanza en nuestros corazones, al menos eso es lo que nos venden.

DE TODO

Desde las parcelas en el cielo que podían venderse alguna vez para aquellos que quieran alcanzar la Gloria Divina en forma más directa y cercana con los creadores, hasta los jabones sagrados, aguas benditas, piedras celestiales y llámese como se llame, la oferta es muy diversa.

Se erigen nuevos templos, se utilizan nuevos métodos y se emplean nuevas artimañas para generar atracción de aquellos que han perdido su fe en lo que hasta ese momento los llevaba por un camino que en su vida no les dio el resultado esperado. Es que la libertad de culto y la laicidad han convivido pacíficamente propiciados por el Estado uruguayo que respeta todas las religiones y creencias, siempre que no afecten la integridad física ni se ponga en riesgo la vida de nadie, ni se atente contra el orden público o contra el Estado.

Es que nuestros guías espirituales, los que nos alimenten el alma a través de sus palabras que supuestamente se fundamentan en sus conocimientos, son los que nos ayudan a crecer y a salir adelante en el mundo de hoy. Y no solo en función de la astrología, sino por las religiones que dicen en sus programas radiales y televisivos tener «el poder suficiente para llegar a Dios».

Mientras desde este lado campea la desesperanza por los desastres que nos tocan padecer como sociedad, donde pasamos por la pobreza extrema, la emigración de nuestros seres queridos y con ello el desmembramiento familiar, inusitados casos de violencia doméstica, un aumento sustancial del alcoholismo en personas de todos los sexos y todas las edades, la drogadicción de nuestros jóvenes, las infidelidades que terminan con el matrimonio y a su vez esto con la familia, el desamor, el desamparo, las enfermedades y una serie interminable de problemas que se vuelven incurables para nuestro espíritu sino recurrimos a algo que nos ayude a sobrellevarlo, hay quienes aprovechan este tipo de casos y se posicionan como los mensajeros y guías para no equivocar el camino.

Por esta razón han proliferado otros métodos de profesar la fe, y otros medios que han superado las audiciones radiales y televisivas que a diario nos regalan nuestras dosis de fe. La llegada de Internet no solo ha facilitado la búsqueda de sitios que nos ofrecen nuevos lugares donde encontrar milagros, sino que además nos ha brindado el acceso a algunos lugares a los que antes era mucho más difícil acceder.

Necesaria ofensiva comunicacional

Uno de los aspectos más destacados de esta nueva manera de vivir, que determina que deban adoptarse nuevos métodos para evitar la desaparición de las instituciones, es la ofensiva comunicacional que vienen llevando adelante instituciones tradicionales como por ejemplo, la Iglesia Católica.

Si bien la campaña publicitaria que empezó a llevar adelante el Arzobispado de Montevideo (máxima autoridad del catolicismo en Uruguay) comenzó como una transmisión de valores, en un mundo donde la pérdida de los mismos por los vertiginosos cambios sociales se viene dando a gran escala, ahora la publicidad apunta, según lo reveló tiempo atrás a algunos medios de comunicación el Arzobispo, Nicolás Cotugno, a valorar la existencia de la Iglesia Católica en nuestro país y reivindicarla como método tradicional de profesar la fe cristiana. Y así evitar el flujo de fieles hacia otras religiones.

Es que existe un cambio importante de fieles que abandonan el catolicismo, incluso el cristianismo para adherirse a religiones similares o incluso abrirse a otros caminos que no tienen relación con esto.

En Salto convivimos con la Gruta del Padre Pío, un santo católico que es venerado de esta manera por los feligreses de esa Iglesia, pero que también es visto como «un ser de luz» por los allegados al grupo Rahma, una comunidad que cree en la vida extraterrestre y que entiende que estos conviven entre nosotros. Dos versiones de una misma cosa, la existencia de un ser que puede llegar a ser considerado sagrado para unos y un semi Dios para otros.

A pocos kilómetros, una secta que no permite que nadie se acerque a no ser que su única intención sea ingresar a la misma. En este caso algunos expertos afirmaron a este diario en su momento que la misma tiene un perfil de organización «peligrosa». Y vieron con recelo el hecho de que construyeran un «Centro de Curación» en el campo. El denominado grupo «Shimani» guarda celosamente sus secretos. Se molestó cuando los medios divulgaron sus actividades en la llamada Casa Redención, que está ubicada cerca de la estancia La Aurora, en el departamento de Paysandú, pero a pocos kilómetros de la ciudad de Salto. Si bien hay un número importante de fieles que llegan desde todo el mundo y por lo cual hace pocos días, varios hoteles de las Termas del Daymán estuvieron a pleno en su capacidad, para la Iglesia Católica esta organización guarda los rasgos típicos de una «secta» y la ve con «preocupación».

Este es el típico ejemplo del resurgimiento, de aquellos que piensan alejarse de los métodos tradicionales de profesar la fe y encontrar el suyo propio. Y por eso lejos de iniciar una campaña publicitaria para promover sus actividades y dar a conocer los valores que inspiran su razón de ser, hacen lo contrario ocultándose.

LOS ESCÉPTICOS

Después están los escépticos. Aquellos que se autodenominan ateos, porque dicen no creer en Dios. Pero que son cabaleros, creen en los números y en no practicar determinados ritos para de esa forma lograr sus cometidos. La idea es poder hacer que las cosas funcionen de la mejor manera, no comprometerse con una posición determinada, y negar la existencia de aquello que las instituciones ponderan y la fe de la gente persigue.

Aunque le juegan a determinados números y adquieren hábitos que se adoptan como creencias como no vestirse de determinada manera, no caminar por tal lugar, o llevar ciertos amuletos que les dan suerte, como si eso no fuera creer en algo.

Más allá de lo que impone la era en la que vivimos como el Reiki, la canalización de la energía del universo, la denominada Ley de Atracción, las sectas, los astros, las iglesias y todo lo que viene con ello, los seres humanos necesitamos creer en algo, en lo que sea, con la finalidad de alimentar un atisbo de esperanza en nuestra mente y que nos permita aferrarnos a un positivismo mental que nos de la chance de querer ser mejores, sin temor  a equivocarnos.

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