La proximidad de los juegos olímpicos de Río de Janeiro, en Brasil, se da en momentos en que el mundo está convulsionado por los ataques terroristas, fruto de un concepto demencial de la metodología de estos grupos que no respeta la vida en lo más mínimo.
Francia, Turquía, Irak y Afganistán han sido blanco de estos terroristas que no reparan en sacrificar y asesinar inocentes con tal de promover y reivindicar su ideología. Lo más triste es que lo hacen invocando falsos dioses, invocando ideas religiosas como el Islam, una religión más que respetable con seguidores que profesan esta fe y la mantienen desde hace siglos, porque no es esto lo que pregonan sino todo lo contrario, la paz, la tranquilidad, el respeto a la vida.
Los juegos olímpicos que harán confluir en Río de Janeiro a cientos de miles de personas son una buena ocasión para estas mentes extraviadas y por lo tanto el mundo civilizado, el que profesa amor a la vida, el que entiende que todas las reivindicaciones son válidas siempre y cuando se hagan con el debido respeto al derecho de los demás, comenzando por el derecho a la vida, que va mucho más allá de Brasil tiene en esta fecha un compromiso ineludible: hacer lo imposible por detectar a tiempo y frustrar estos actos del terrorismo.
Uruguay ha comprometido su colaboración sin que nadie se lo pida y sin coordinar con nadie, aumentando notoriamente los recursos humanos y tecnológicos con el objetivo de patrullar más intensa y eficazmente la frontera con nuestro país.
Es lo mejor que se puede hacer. Tradicionalmente los pasos de frontera de Uruguay con Brasil han sido los más liberales. Desde Artigas hasta el Chuy los pobladores acostumbran a transitar hacia uno y otro lado casi que libremente y sin controles.
Lamentablemente esta vecindad ahora estará más controlada
Todo visitante debe entender que hoy los controles son imprescindibles porque la situación es muy diferente. Los atentados criminales están a la orden del día y por lo tanto la responsabilidad es muy grande.
En el caso hipotético de que estos criminales usaran la frontera con nuestro país para ingresar al Brasil, sería una gran mancha en la fraterna comunicación que tienen ambas naciones.
De allí que saludamos y aplaudimos el esfuerzo que se está haciendo para cerrar filas y prevenir toda posibilidad de tránsito de estos delincuentes que siembran el terror por doquier y hasta se enorgullecen de lo que hacen.
Es hora de ocupar nuestro puesto en la lucha por prevenir tanta criminalidad.
La lucha es de todos
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