Brasil acaba de incursionar en la mayor y más emblemática de las favelas brasileñas. Según cálculos conocidos, la pandilla Amigos de los Amigos, que ha controlado Rocinha y la vecina barriada de Vidigal, gana más de 50 millones de dólares en venta de drogas al año. Gran parte de las ventas son a turistas que se hospedan en los barrios elegantes de las playas de Leblon, Ipanema y Copacabana, así como brasileños de clase media y alta que viven en ellos.
Gente que está involucrada en la lucha contra el narcotráfico no tiene dudas: el elemento sustancial para la proliferación del narcotráfico es el tema económico, el negocio ilícito de la venta de drogas no autorizadas según cifras de estas organizaciones, 800 mil millones de dólares al año.
Con semejante poderío económico, es fácil entender como se infiltra muchas veces en los máximos organismos de seguridad y corrompe incluso a autoridades que se cree que están precisamente en la vereda de enfrente en cuanto a sus actividades.
Sin embargo, suele descubrirse que los cabecillas de las bandas de narcotraficantes ni consumen ni producen, tampoco aparecen fácilmente. Lo que los lleva a involucrarse hasta las últimas consecuencias en el narcotráfico, es precisamente las grandes ganancias que obtienen.
Un técnico de «Manantiales» decía meses atrás que el segundo factor en el orden de importancia a la hora de combatir el narcotráfico es el hecho de que aún en las épocas de mayor control, sólo se ha logrado capturar el 15 por ciento de la droga que ingresa a los mercados consumidores.
En determinado momento los Estados Unidos gastaron verdaderas fortunas en equipamiento, armas y otros sofisticados elementos que utilizaron en esta lucha. Sin embargo los resultados fueron magros y no pasó mucho tiempo para que se volviera al mismo tráfico anterior a esta situación.
Esta es la realidad. El narcotráfico mueve muchísimo dinero y esto le da mayor poder que las armas que utiliza.
A la prueba está, por ejemplo, que en el actual operativo encarado por el gobierno brasileño, los autos blindados de los oficiales de las fuerzas de elite que dirigieron el operativo se hallaron con un imprevisto.
En las laderas superiores del cerro donde se asienta la favela Rocinha, los narcotraficantes habían derramado mucho aceite, lo que dificultó la operación. Esto indica además que ya conocían los planes del gobierno.
Brasil intenta reducir al máximo el problema de seguridad que tiene el país, con miras a albergar el Torneo Mundial de Fútbol del 2014.
Es de esperar que la lucha arroje resultados positivos, porque en caso contrario los planes de llegada de turistas para esta fiesta, pueden verse afectados.