William Thomsom Kelvin (1824-1907) matemático y físico británico establecía “Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”
Tiendo a pensar que esta máxima se aplica a casi todos los ámbitos de la vida, ahora bien, llevado al aspecto del agro tienes connotaciones profundas.

En la Ganadería, Agricultura, Horticultura, Fruticultura, el registro de datos de campo es la base de toda proyección de mejoría, es lo que se mide, es el punto de partida para un diagnóstico preciso y adecuada a cada situación.
Para el ejercicio de la profesión de Ingeniero Agrónomo, los registros de campo en cada situación deben ser la base de diagnóstico y proyección de soluciones. Sin embargo, en nuestro agro la recolección de datos y documentación es muy dispar entre rubros y entre estratos.
En cuanto a cantidad, es poco frecuente encontrarse con predios con registros anuales de manejo y producción. No basta con la memoria de cuanto fertilizante aplicó, de cuando aplicó los herbicidas o cuantas vacas entoró o que variedad de tomate plantó, todos esos registros se harán borrosos y confusos a medida que pasan los meses.
En cuanto a calidad de datos, es sintonía fina que se hace necesaria a medida que la mejoría avanza, los detalles registrados empiezan a jugar un papel determinante en la respuesta de los manejos. Es importante saber que variedad se cultivó en cada lugar del campo, en cada invernáculo, que tipo y mezcla de fertilizante se usó, que datos climáticos registramos o las marcas y mezclas de herbicidas utilizados.
Lejos de ser una crítica a nuestra situación, es un aliento a implementar las “anotaciones” más frecuentemente, podemos si mejorarlas, clasificarlas y documentarlas. Hay muy buenos ejemplos como DICOSE, Carpetas verdes, Talleres de Preñes, Taller arroz, Planes de uso de Suelo etc.
¿En qué nos cambia?
Seguramente a través de las zafras el productor encontrará el camino a la mejoría más rápido, el agrónomo los podrá ayudar con mayor precisión y retorno económico cuando analizamos ese historial de datos. Este mejoraría la gestión de las empresas agropecuarias demás de poder evaluar el impacto de las decisiones tomadas y su relación con finalidades de la empresa.
Pero esto no queda ahí, porque los registros de campo de cada predio son la piedra fundamental sobre la que se pueden construir las políticas agropecuarias. De los datos de los predios se construye las caracterizaciones de zonas del país y rubros agropecuarios, lo que sería el tipo de Agro de nuestro País, son la base de una pirámide para la gestión. Cuanto mayor cantidad de unidades productivas contribuyan al universo de datos, más exacta se hace la definición de los parámetros mencionados.
Esto sería un sustrato fundamental para ejecutar políticas adecuadas para el Agro, así como líneas de investigación para la búsqueda de soluciones o líneas de crédito financiero para el impulso de determinados rubros.
¿Cómo estamos a nivel regional?
La sensación es que estamos muy bien pero que es muy mejorable aún. Las bases de datos existentes son de calidad media pero poco frecuentes.
Nuestro universo de datos a medida que mejora calidad permite “definir qué medir” para así generar nuestra tecnología o atraer las innovadoras. Nos permite conocernos mejor a nosotros mismos.
Nuestra profesión está llamada a jugar un papel preponderante en ese universo, es prácticamente un deber para el ejercicio de la profesión registrar, documentar, clasificar.
Creo que si no cumplimos ese rol en el Agro lo estamos condenado a “lo que no se mejora, se degrada siempre”

Asesor privado Arroz, Riego e Imágenes Satelitales.