Diego Llama es hoy
¿Qué implica este DIEGO LLAMA de ahora en Universitario? ¿En qué función habría que encasillarlo? Porque al fin de cuentas, ¿qué es?
De lo que no hay dudas es que más allá de la madurez en los años (¡ya no es aquel adolescente!), Diego reflota la más generosa frescura de la gambeta. Pero no la gambeta por la gambeta misma. La gambeta que abre el surco. La que desnivela. La que hiere oposiciones. La que produce grietas.
Lejos de “un pisador de pelota” como alguna vez de repente fue, Diego es ahora, EL JUGADOR CON CARPETA CAPAZ DE INFLUIR.
De hecho influye. De hecho trasciende.
Viola los barrotes de la jaula. Se siente libre. Vuela.
Pero sobre todo, el disfrute que supone verlo en acción a Diego Llama en Universitario. Y con la gambeta como compañera fiel. Casi del brazo con ella. Diagonal o desborde.
Pero también gol. También goles. Como uno más al tiempo de la ronquera roja.
Con Diego no hay que establecer que “le sale el potrero o el campito”, porque no habría relación con la esencia. El que sale ES EL JUGADOR DE TODA LA MITAD DE CANCHA HACIA ARRIBA. Porque además este Diego, se muestra. No se esconde.
Es recepción de pelota y encare. O es toque en corta, para zurcir la circulación.
Y ahí va.
Y ahí alcanzará la generosa gravitación, con la gambeta que volvió a soñar.
Mientras no falta para este Llama, quien se asocie al sueño del futuro: la selección.
Sin renegar de la gambeta. Esa compañera fiel. Casi del brazo con ella. Bien con ella.
