Ayer en estas columnas comentábamos el error que nuestro criterio se cometió al ordenarse los allanamientos de la radio (Azul F.M.) difusora y del domicilio particular del periodista que difundió el contenido de un video sobre la presunta violación grupal cometida por cuatro personas en perjuicio de una joven mujer.
Lo que nos llamó la atención entre otras cosas, fue el hecho de que en ningún momento salió a la luz el verdadero motivo de estos allanamientos. Se dijo y nunca fue aclarado, que lo que se trataba de aclarar es quien había proporcionado la información que se la consideró parcial, cuando había una prohibición al respecto, y qué intenciones tuvo al hacer público el video.
Pero más allá de este aspecto, los periodistas tenemos como una regla de oro el derecho que nos otorga la Constitución de la República, de reservarnos la fuente que nos proporciona una información.
Vale decir que el periodista es libre de asumir el compromiso que se le pide, reservándose la fuente o de rechazarlo, pero una vez que lo asume debe cumplirlo o su prestigio se verá seriamente afectado.
Aún cuando esto ha costado mucho para ser reconocido, es un logro no solo del periodismo, sino de la ciudadanía toda que de otra forma no tendría posibilidades de dar a conocer su pensamiento.
Pero en este caso hasta el momento no se ha manifestado interés alguno en saber si es verdad o no, lo que contiene el video, sólo se ha hecho hincapié en quien tuvo la osadía de difundirlo.
Este ha sido precisamente uno de los errores más habituales cometidos en casos similares.
Cuando se apunta al mensajero y no al mensaje. Cuando se procura saber quien y no si es verdad o no lo que dice, lo que difunde o lo que sostiene.
Sangre, sudor y lágrimas ha costado y mucho coraje, no a nosotros, pero si en algunos casos, la lucha por conseguir este derecho.
Nosotros, lejos de opinar sobre el caso de fondo, entendemos que no es este un buen camino.
No sabemos a esta altura cual ha sido o será la conclusión a que llegue la Justicia, sólo entendemos que en estos casos debería de ser muy claros, y muy concretos sobre los motivos que indujeron al error.
De lo contrario seguiremos asistiendo a “errores” que conllevan el temor de estar ante una Justicia manipulable, capaz de seguir sus propias convicciones y no de llevarse por las leyes existentes en el país.
A.R.D
La cuestión de fondo
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