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LA CATÁSTROFE HUMANITARIA EN SIRIA

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Por Dr. Adrián Báez
Estimados lectores. El ataque perpetrado por el Presidente de Siria Al Assad el martes pasado en la provincia de Idlib, localidad de Jan Sheijun, demuestra que Siria nunca dejó de utilizar armas químicas – arma letal e inhumana si las hay – como le hizo creer al resto del mundo; siendo responsable de la muerte de 83 civiles, entre ellos 25 niños, en un bastión rebelde de Siria.
Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), las víctimas murieron por asfixia, habiendo sufrido desmayos, vómitos y echado espuma por la boca. A ese ya de por sí espantoso panorama, se le sumó el bombardeo al hospital en el que los sobrevivientes estaban siendo atendidos.
El gas sarín – poderoso gas neurotóxico descubierto en vísperas de la Segunda Guerra Mundial en Alemania – de acuerdo a lo informado por el Center for Disease and Control Prevention (CDC, Centro para el Control y Prevención de Enfermedades) de la ciudad de Atlanta, Estados Unidos, “además de su inhalación, el simple contacto de la piel con este gas organofosforado bloquea la transmisión del influjo nervioso y conduce a la muerte por paro cardiorespiratorio. La dosis letal para un adulto es de medio miligramo. Es inodoro e invisible. Un violento dolor de cabeza y la dilatación de las pupilas son los primeros efectos de este gas. Convulsiones y paros respiratorios preceden al coma y la muerte. El sarín puede ser utilizado en aerosol, pero también puede servir para envenenar el agua y los alimentos. Vestimentas que hayan estado en contacto con vapores de sarín en forma continua pueden contaminar a otras personas hasta media hora después de la exposición, para lo cual existen antídotos, según informó al respecto”.
Este letal gas, fue utilizado en el pasado reciente por Sadam Hussein durante la guerra entre Irán e Irak en los años 1990, y por la secta Aum Verdad Suprema en un atentado perpetrado en el metro de Tokio el 20 marzo de 1995, cuyos integrantes, mataron a 12 personas e hirieron a cientos.
El 23 de julio de 2012, el gobierno sirio admitió por primera vez que, poseía armas químicas, disponiendo de «centenares de toneladas» de diversos agentes químicos, según el Centro de Estudios sobre la No Proliferación del Instituto Monterrey de Estados Unidos. Damasco, en la actualidad, contaría igualmente con gas VX, un neurotóxico derivado del sarín y aún más potente, lo cual aumenta alarmantemente los cuidados para evitar que sean utilizados contra civiles.
El gobierno desmintió en reiteradas ocasiones las acusaciones del uso de armamento químico, en una guerra que ya ha dejado más de 320.000 muertos desde marzo de 2011. Pero las alegaciones de que se emplea este tipo de armas se suceden, y una investigación dirigida por la ONU, ha apuntado al régimen por al menos tres ataques con clorina en 2014 y 2015.
Siria, ratificó la Convención sobre la prohibición de armas químicas en 2013, sin embargo, en el mes de agosto del mismo año, el régimen fue acusado de emplear gas sarín en un ataque en dos sectores rebeldes cerca de Damasco, que dejó 1.400 muertos. Mientras que en octubre de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU recibió un informe confidencial en el que concluyeron que el ejército sirio llevó a cabo un ataque químico, sin duda con cloro, en Qmenas (provincia de Idlib) el 16 de marzo de 2015.
En total, sobre nueve supuestos ataques químicos estudiados por los expertos, tres fueron atribuidos al régimen y uno al ISIS, con gas mostaza, en Marea, cerca de Alepo, el 21 de agosto de 2015.
La provincia de Idlib, reciente víctima de Al Assad, se encuentra controlada mayoritariamente por una alianza de rebeldes y yihadistas y es bombardeada regularmente por aviones del ejército sirio y de Rusia, así como de la coalición liderada por Estados Unidos para neutralizar a los yihadistas. Medios cercanos al régimen sirio indicaron que, las fuerzas de Al Assad, atacaron una fábrica de gas yihadista y negaron el uso de armas químicas. Pero, un médico que se identificó con el pseudónimo de doctor Shajul Islam por temor a su seguridad, dijo que su hospital en la provincia de Idlib había recibido tres víctimas, todas con pupilas contraídas y que no respondían a la luz; agregando que la contracción de las pupilas, las dificultades respiratorias y la espuma en la boca son síntomas asociados habitualmente con la exposición a gas tóxico.
También, hace algunos días, Médicos Sin Fronteras (MSF) afirmó que una bomba lanzada desde un helicóptero, había explotado el 25 de marzo en la entrada de un hospital, en un sector rebelde de la provincia de Hama, al sur de Idlib, matando a dos personas. Según MSF, citando a personal médico, se emplearon «armas químicas» porque entre los pacientes y los sanitarios se detectaron problemas respiratorios vinculados a este tipo de ataque.
La realidad Siria ha pasado un límite humanitario hace ya muchísimo tiempo, con la mirada casi que indiferente de la comunidad internacional, y eso es un hecho lamentable.
Los supuestos “esfuerzos” realizados por las potencias y por una ONU muchas veces amaniatada en su accionar, ha desembocado en una verdadera carnicería, donde las imágenes de la semana pasada, nos revelaron una vez más, la barbarie a la que puede llegar el ser humano, en nombre de una idea o interés que defienda, y la verdad, que da miedo. En tanto observamos con impotencia la catástrofe humanitaria en Siria.

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