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miércoles, 2 de julio de 2025
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La camineria debe estar pensada de acuerdo a lo que se necesita

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Diario EL PUEBLO digital
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El costo de la infraestructura vial de todo país es uno de los más altos en cualquier presupuesto.
En el Uruguay los temporales son frecuentes a veces con casi un mes seguido de lluvias y tormentas, y dejan la caminería rural en estado desastroso. Esto obliga a pensar en grandes sumas para poder recomponer el estado de dicha caminería.
En esta disyuntiva se ha dicho que el Presidente de la República ha vuelto a pensar en que lo más justo es imponer el sistema de que “el que rompe paga”, aspecto que compartimos parcialmente. Vale decir que a pesar de que nos parece parcialmente justo no siempre es factible de llevarlo a la práctica.
Cuando el daño mayor lo ha hecho el temporal, vale decir factores climáticos, ¿A quién responsabilizamos? ¿A quién se le debe facturar por los daños? ¿Si fueran buenos caminos, bien construidos hubieran sufrido el mismo daño?
Entendemos que es justo que el que rompe pague cuando se trata de responsables debidamente identificados, como el caso de cables, de columnas, de puentes dañados por exceso de peso o mal manejo, pero no en circunstancias dudosas o francamente originadas por factores que están fuera del control humano.
Nos explicamos, incluso aun cuando se trata de caminos que son usados preferentemente por determinadas empresas o productores, resulta cuestionable atribuirle a ellos toda la responsabilidad en el daño, dado que si bien pueden seguramente ser los más dañinos, también se trata de caminos de uso público y por lo tanto una cuota parte al menos corresponde a otros usuarios.
Ahora bien, se supone que la reparación de estas vías de tránsito de uso público debe correr por cuenta del Estado que para eso cobra impuestos. En buen romance, compartimos que el que más rompe debe pagar más, pero no en un cien por ciento de esa reparación, sencillamente porque no es justo.
Pero al mismo tiempo esto obliga a pensar en soluciones de fondo y no en remiendos circunstanciales. Sabemos que son costos muy onerosos, pero habría que saber también cuánto se gasta por las continuas reparaciones que requieren carreteras de baja calidad o sencillamente caminos mejorados en los que los desagües no están debidamente realizados y por lo tanto los destrozos son frecuentes cada vez que llueve.
En definitiva, el que rompe más, que pague más, pero no todo, es lo indicado.

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