Es una gran responsabilidad porque uno sabe que está cambiándole la vida a alguien.
La colona salteña Karina Henderson, asumió como directora del INC con una mirada profundamente humana y comprometida.
Con la enorme alegría de sus pares que trabajan de forma constante desde las gremiales y el grupo Las Inquietas han celebrado el nombramiento de su compañera.
La historia de Karina Henderson está marcada por el trabajo rural, la organización comunitaria y una vocación constante por mejorar la vida de quienes habitan el campo. Tercera generación de colonos, quinta generación de productores, nacida en el corazón productivo del norte del país, Karina creció entre tambo, cítricos y ganadería. Su familia, profundamente arraigada a la Colonia Rubio, ha dedicado generaciones a la producción en la tierra.
Su recorrido en el movimiento rural comenzó con fuerza en el Grupo de Mujeres de Colonia Rubio. Desde allí fue delegada ante la Mesa de Desarrollo, y luego se incorporó a la Sociedad de Fomento local. Su compromiso la llevó a ocupar espacios cada vez más representativos, primero como referente en la Comisión Nacional de Fomento Rural y más tarde como parte de la Comisión de Tierras.
“Allí nos reuníamos con representantes de distintas sociedades de fomento como Colonia Gestido, Colonia 18, Vera y Cañas… trabajábamos juntos para acercar necesidades, consultas, ideas. Había un ida y vuelta constante con delegados y con el Instituto de Colonización”, recuerda.
Un rol que transforma vidas
Tras varios años de intensa participación, su nombre fue propuesto por las gremiales como delegada en la Comisión Nacional. Con el cambio de gobierno, su delegación fue elevada y finalmente aprobada: hoy Karina es una de las directoras del Instituto Nacional de Colonización.
El directorio se conforma por cinco integrantes. “Hay un director designado por Presidencia, otro por el Ministerio de Ganadería, otro por el Ministerio de Economía, otro por el Ministerio de Educación, y uno que representa a las gremiales. Ese lugar es el que hoy ocupo yo”, explica.
Con una mirada realista, Karina entiende el peso de su nuevo rol. “Es una gran responsabilidad. Uno sabe que está cambiándole la vida a alguien. Cuando hay un llamado para acceder a un campo, puede haber 20, 30 o más personas anotadas. Y siempre se le entrega a una sola. Por unos pocos puntos, alguien queda afuera de una oportunidad que podría haber sido suya”.
Ser mujer, madre, esposa y abuela del norte le otorga una perspectiva distinta sobre los desafíos que atraviesa la vida rural. “Es un cambio importante para la familia. Estar en Montevideo, tener menos tiempo con los míos… pero también es la posibilidad de aportar algo desde esta visión: la de una mujer del norte, que sabe lo que es trabajar en familia, que conoce las dificultades de las mujeres rurales, que muchas veces tienen menos acceso al trabajo, a la capacitación, incluso a manejar un vehículo”.
Hacia un instituto más humano y cercano
Karina busca, sobre todo, acercar el instituto a la gente. “La idea es que el Instituto sea más cercano, que no se vea como una amenaza, como ‘viene el juez’, sino como un tutor. Que esté presente cuando hay dificultades: sequía, lluvias, problemas sanitarios o familiares. Que sea una herramienta, no una carga”.
Otro de sus objetivos es fortalecer las posibilidades de los jóvenes. “No es solo tierra. Muchas veces no tienen capital, no tienen garantes, y ahí el Instituto puede cumplir un rol clave. Hay que darles más oportunidades reales para que se queden y crezcan en el campo”.
Compromiso, fe y trabajo
A pesar del desafío, Karina asume su rol con humildad, fe y determinación. “Desde el momento que me informaron de la delegatura, le pedí a Dios que si esto era para hacer el bien, que me llegara. Y si no era para mí, que fuera para otra persona. Me llegó, así que ahora a ponerle todas las pilas para que las cosas salgan bien y podamos ayudar a que muchas familias mejoren su vida”.
Una mujer del campo, con los pies en la tierra y la mirada puesta en el desarrollo. Así llega Karina Henderson al directorio del INC, con la convicción de que, desde el norte, también se puede cambiar el rumbo de las decisiones nacionales.
