“El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres.»
Platón
La imagen de una juventud indiferente a la política no es un simple tópico: es un fenómeno social y psicológico. Desde la perspectiva combinada de la psicología y la sociología, se trata de una confluencia entre crisis de significado individual y transformaciones estructurales del espacio público: un entretejido de anomia, declive del capital social y nuevas formas de subjetividad que muchas veces se etiquetan apresuradamente como “nihilismo”. En este artículo examino ese tejido en el caso uruguayo, sosteniendo que la apatía política contemporánea es simultáneamente síntoma y estrategia —un modo de sobrevivencia afectiva en contextos de precariedad, desconfianza institucional y erosión simbólica del sentido colectivo.
Contexto teórico: anomia, capital social y crisis de sentido
Durkheim y la anomia
Emile Durkheim introdujo el concepto de anomia para describir situaciones en que las normas sociales se debilitan y dejan al individuo sin orientación clara, generando desarraigo y pérdida de sentido. Aunque su horizonte original fue el estudio del suicidio, la categoría es útil para pensar cómo transformaciones económicas, culturales y políticas producen vacíos normativos que afectan la vinculación ciudadana. La sensación de que “las reglas ya no funcionan” puede traducirse en desinterés por la política institucional, o en su contrario: violencia y protesta.
Putnam y el declive del capital social
Robert Putnam popularizó la idea de que el capital social —las redes, normas de reciprocidad y confianza— es fundamental para la democracia. Su diagnóstico del “Bowling Alone” muestra una reducción de la participación cívica y de las organizaciones intermedias que socializaban la acción política. En contextos donde los espacios de sociabilidad se erosionan, la política institucional pierde su anclaje cotidiano y aumenta la desafección. Este marco explica por qué la apatía no es sólo actitud individual, sino efecto de cambios estructurales en la sociabilidad.
Revisión empírica: estudios sobre juventudes y política en Uruguay y la región
La literatura regional y los estudios nacionales muestran una imagen matizada: no se trata de una ausencia total de interés político, sino de transformaciones en los modos de vinculación y en las expectativas sobre la política.
En Uruguay, informes y análisis del comportamiento ciudadano señalan variaciones en la percepción de progreso, confianza y expectativas respecto a las instituciones; estas percepciones impactan de forma diferencial en jóvenes y adultos. El informe de Latinobarómetro (y su discusión en medios especializados sobre la edición 2024) muestra tendencias relevantes en la percepción ciudadana que configuran un escenario para el desencanto juvenil.
Estudios específicos sobre juventud uruguaya han documentado un patrón de “ni de aquí ni de allá”: jóvenes con demandas concretas (empleo, educación, derechos) pero con distancia respecto a la política partidaria clásica. Estos estudios subrayan que el desencanto convive con formas alternativas de participación y con una crítica creciente a la performance de los partidos tradicionales.
A nivel regional, recopilaciones y dossiers recientes (2023–2024) describen multiplicidad de trayectorias juveniles: desde activismo intenso en ciertas causas hasta apatía electoral en encuestas, y una preferencia creciente por formas no institucionales de acción (movilizaciones urbanas, activismo digital, economía solidaria). Las explicaciones combinan factores estructurales, culturales y tecnológicos.
La psicología del nihilismo y la apatía política
¿Qué entendemos por “nihilismo” en clave psicológica?
En el lenguaje popular, nihilismo suele convertirse en sinónimo de indiferencia absoluta; sin embargo, desde la psicología es más útil pensar en carencia de sentido (meaninglessness) y desafección por las narrativas colectivas que antes organizaban la vida social. Esa experiencia puede incluir apatía electoral, cinismo hacia las instituciones y agotamiento moral —no necesariamente una postura filosófica coherente, sino una respuesta adaptativa a la frustración acumulada.
Escalas y medidas relevantes: MLQ y escalas de nihilismo existencial
Para operacionalizar la presencia o ausencia de sentido se utilizan instrumentos como el Meaning in Life Questionnaire (MLQ) de Steger (2006), que distingue entre la presencia de sentido y la búsqueda de sentido. La investigación psicológica muestra que bajos niveles de presencia de sentido se asocian con mayor malestar, depresión y desmotivación, variables que pueden correlacionar con la apatía política cuando se combinan con contextos de desconfianza institucional.
Más recientemente han surgido intentos de medir constructos afines, como escalas que evalúan tendencias nihilistas o percepciones de vacío existencial en poblaciones jóvenes; estos instrumentos permiten vincular mejor variables psicológicas (sentido, esperanza, desesperanza) con conductas cívicas observables.
Factores estructurales que alimentan el desencanto
Precariedad económica y empleo juvenil
La incertidumbre laboral y la precariedad —contratos temporales, subempleo, demoras para la entrada estable al mercado laboral— son predictores robustos de desafección política. Cuando la política no aparece como herramienta eficaz para mejorar la situación material en el corto plazo, el interés tiende a menguar o a reorientarse hacia soluciones fuera de la política formal (economías alternativas, emigration, activismo focalizado). Estudios uruguayos sobre juventudes señalan que la dimensión económica es central en las preocupaciones de los jóvenes.
Desconfianza institucional y percepciones de corrupción
La percepción de que las instituciones no responden o que el sistema está capturado reduce la expectativa de eficacia política individual: “¿para qué votar, si nada cambia?” La evidencia regional y nacional muestra que la confianza institucional es un mediador clave entre condiciones objetivas (salud, educación, empleo) y la disposición a participar políticamente. Latinobarómetro y otros informes resaltan este vínculo.
Medios, redes sociales y la transformación del activismo
Las redes digitales han cambiado la forma en que las nuevas generaciones se informan y se movilizan. Si bien las plataformas facilitan la emergencia de causas y la viralidad de demandas, también propician la fragmentación y la exhibición de indignación efímera (slacktivism). La interacción en entornos de sobreabundancia informativa puede reforzar el cinismo y la fatiga moral —no por falta de compromiso potencial, sino por la saturación simbólica y la dificultad de convertir afectos en políticas duraderas. Estudios recientes sobre participación juvenil y tecnología documentan esta ambivalencia.
Formas contemporáneas de participación: una heterogeneidad que la encuesta no capta
Etiquetar a la juventud como “apática” oculta prácticas de compromiso emergentes: trabajo en organizaciones comunitarias, activismo en redes, apoyo a causas ambientales o de género, y participación en protestas específicas. La evidencia uruguaya muestra tanto distancia respecto a los partidos como altos niveles de compromiso en iniciativas locales o temáticas. Estas formas no siempre quedan registradas en los indicadores tradicionales (voto, afiliación partidaria), por lo que la medición requiere instrumentos más sensibles.
Consecuencias psicosociales: identidad, salud mental y cohesión
El desencanto prolongado tiene costos: erosión de la sensación de agencia, aumento de sentimientos de impotencia y potencial impacto sobre la salud mental (depresión, ansiedad, sensación de vacío). Al mismo tiempo, la pérdida de espacios de sociabilidad reduce las oportunidades de socialización cívica y debilitamiento del tejido comunitario, lo que a su vez alimenta la anomia descrita por Durkheim. Intervenciones que trabajen simultáneamente el sentido individual y la reconstrucción de espacios colectivos son, por tanto, estratégicas.
Propuestas desde la psicología y la sociología para comprender y actuar
Políticas públicas y estrategias institucionales
- Políticas de empleo juvenil de calidad: reducir la precariedad es condición necesaria para revitalizar la inversión emocional en la política.
- Transparencia y rendición de cuentas: planes concretos de gobierno abierto y participación juvenil en fiscalización de programas.
- Educación cívica renovada: curricula que enseñen prácticas deliberativas y organización comunitaria, no sólo conocimientos teóricos.
A la luz de investigaciones regionales y nacionales, estas acciones son coherentes con la evidencia que liga confianza institucional, capital social y participación.
Conclusión
La “juventud desencantada” uruguaya no es un fenómeno unívoco ni un diagnóstico moral; es un espejo que refleja fallas estructurales, heridas simbólicas y búsquedas personales de sentido. Etiquetar a las nuevas generaciones como nihilistas simplifica: muchas veces confluyen desesperanza instrumental (creencia de que la política no cambia lo cotidiano), saturación informativa (fatiga por el exceso de estímulos digitales) y una reconfiguración de la política hacia formas no institucionales. Desde la psicología y la sociología, la respuesta no es únicamente terapéutica ni exclusivamente institucional: requiere políticas públicas que mejoren condiciones materiales, medidas que reconstruyan capital social y prácticas psicosociales que restituyan sentido y agencia. En ese cruce está la posibilidad de convertir el desencanto en impulso crítico y creatividad cívica.
Preguntas frecuentes
1. ¿La apatía juvenil significa que los jóvenes no se interesan por la política en absoluto?
No. En muchos casos la «apatía» refleja distancia respecto a las instituciones tradicionales (partidos, parlamento) pero convive con formas de activismo temático, comunitario o digital. Estudios uruguayos registran esa heterogeneidad.
2. ¿Es el nihilismo una explicación psicológica adecuada para la desafección política?
El término filosófico “nihilismo” es útil metafóricamente, pero en psicología es más preciso hablar de pérdida o falta de sentido (meaninglessness), desesperanza y fatiga moral; dimensiones que se miden con instrumentos como el MLQ.
3. ¿Qué papel juegan las redes sociales en este fenómeno?
Las redes amplifican la visibilidad de causas y facilitan la coordinación, pero también favorecen la fragmentación, la indignación efímera y la sobreexposición. Su efecto en la participación depende de cómo se traduzcan las movilizaciones digitales en praxis sostenida.
4. ¿Qué puede hacer la política para reconectar con los jóvenes?
Mejorar oportunidades laborales, prácticas de transparencia, espacios deliberativos reales y programas de educación cívica prácticos son medidas con respaldo empírico para reconstruir confianza y capital social.
5. ¿Es posible medir científicamente el “desencanto”?
Sí. Combinando encuestas de actitudes (p. ej. Latinobarómetro), instrumentos psicológicos (MLQ, escalas de nihilismo/alienación) y estudios cualitativos se puede construir un diagnóstico robusto y orientar intervenciones.
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