Hoy por: Dr. Adrián Báez
Ing. Roberto Sierig
El Ing. Roberto Sierig es uno de esos hombres multifacéticos. Profesional, filántropo y escritor, actividad esta última que lo ha hecho incursionar en un importante estudio sobre la historia de Salto y de personajes e instituciones que marcaron época; sostiene que el que tenga tiempo «arregle su jardín o limpie su casa». «O que arregle el mundo si su capacidad se lo permite». «Es el Carpe Diem de los romanos como mandato a aprovechar el día». Estas máximas, han orientado su camino a seguir.
Compartimos con ustedes la entrevista efectuada para esta entrega de Al Dorso.
¿Qué significa Salto para usted?
Salto es el lugar donde vivo, el lugar donde con mi señora decidimos radicarnos hace ya 29 años. Ella es salteña de nacimiento pero vivíamos en Montevideo hasta que por razones laborales tomamos la decisión de instalarnos aquí. Pero permítame corregirme, porque aunque eso es cierto, dicho así parece que la decisión de trasladarnos a Salto hubiera sido obligada por las circunstancias. Y no lo fue. Yo siempre me sentí atraído por lo que habitualmente llamamos el interior. Yo nací en el interior, en la ciudad de Melo, de donde es originaria mi familia tanto por rama paterna como materna. Fíjese que curioso, la gente que vive en el interior considera su ciudad como su patria chica. Tiene sentimientos de pertenencia y es localista. Pero eso no se da en Montevideo. Allá se carece de ese sentimiento, de ese vínculo un poco tribal y un poco familiar. Por razones laborales conocía muy bien Salto y la región y por eso cuando fue conveniente tomar una decisión la opción cantada fue sin dudarlo esta hermosa ciudad que hoy es la mía. Es donde he hecho mi vida y donde la hizo mi familia. Recuerdo que cuando nos vinimos mi hija tenía 3 años. Resumiendo la respuesta a su pregunta le diría que Salto fue una decisión que rápidamente se transformó en un acierto, y que me permitió consolidar mi vida, tanto en lo familiar, como en lo laboral, y en las relaciones que he podido hacer en estos años, y que me permiten disfrutar de una vida feliz, que es, o debería ser, la mayor aspiración de cualquier persona.
¿El lugar en el mundo se elige?
Yo lo elegí. Como le dije, para mí fue una elección. Una elección acertada. Y si en algún momento hubiera sentido que mi lugar en el mundo fuera otro no hubiera dudado en irme. Yo diría que todas las personas deberían hacer el esfuerzo por ubicarse en lo que consideren que sea su lugar en el mundo. Esto tiene mucho que ver con la felicidad y con el sentimiento de realización personal. También le digo que creo que hay muchos lugares y muchos mundos, hay situaciones, hay circunstancias de vida, y hay edades. Salto, mi actual lugar en el mundo, no lo era en otros momentos de mi vida. Decidir que uno tiene un lugar en el mundo es propio de las personas maduras y tal vez de los adultos grandes, por no decir de los adultos mayores. Creo que no se puede opinar de estas cosas cuando se tienen 20 años.
¿La actividad profesional durante tantos años desarrollada ha sido su vocación?
Seguramente sí. Yo soy Ingeniero Tecnológico en Electrónica. Cuando terminé mis preparatorios comencé mi carrera de 5 años con enorme sacrificio porque trabajaba todo el día y tenía clases hasta las 11 de la noche. Y en Montevideo es aún más difícil por las distancias. Recuerdo que algunos días de la semana salíamos a última hora y tenía que hacer 8 cuadras casi corriendo para no perder el último ómnibus que me llevaba a casa. Si lo perdía esperaba 40minutos para tomar otro que me dejaba lejos de casa. Recuerdo esas esperas interminables en invierno. Eso creo que no se puede hacer sin una vocación que funcione como motor, que empuje hacia adelante. En determinado momento me interesó mucho la electrónica médica, trabajé un año en el Instituto de Investigaciones Bilógicas Clemente Estable, en el Departamento Técnico. Pero a veces aparece una oportunidad laboral que cambia el rumbo y tal vez por eso es que me dediqué a lo que pomposamente se llama ofimática.
¿La filantropía es hacer beneficencia o son conceptos diferentes?
Filantropía, beneficencia, caridad. La beneficencia se refiere más a las acciones que toma o impulsan los gobiernos, por eso se habla de estado benefactor y no de estado filantrópico. La caridad, una de las tres virtudes teologales, implica un concepto religioso y las acciones caritativas se relacionan con Dios. En cambio la filantropía se explica desde lo filosófico, desde lo humanista. Con reconocimiento de la humanidad y la dignidad del necesitado que como ser humano es puesto en el centro de la acción.
Cuéntenos su labor en la Escuela Filantrópica Hiram
Yo fui Presidente de la Comisión Directiva de la Sociedad Filantrópica Hiram durante 10 años hasta fines del año pasado. Y mi labor en ese cargo para el cual fui nombrado por los accionistas consistió en algo muy sencillo y muy elemental. Solo tenía que hacer que la Escuela Filantrópica Hiram continúe siendo una herramienta útil a la sociedad. Por suerte se pudo mejorar el edificio que tiene 150 años y que por su edad exige mucho. Se implementaron nuevos cursos que resultaba imperioso actualizar, como por ejemplo el curso de costura, que gracias a la dedicación de la Profesora es un éxito. Este curso, aunque no el único, es un ejemplo muy claro y emotivo de la utilidad de la Escuela Hiram. Las señoras que lo hacen en pocos meses adquieren las habilidades necesarias para poder vivir de su trabajo y colaborar en paliar las dificultades económicas que la vida nos impone. Para mí ha sido muy reconfortante y emocionante escuchar anécdotas y comentarios sobre esto. Un mojón bien importante fue la creación del Centro Cultural de la Escuela Hiram, un esfuerzo destinado a la realización de conferencias, debates y exposiciones. Lamentablemente la pandemia obligo a un receso en estas actividades. Esto tuvo una excelente y gratificante aceptación por el público, siempre a sala llena y con expositores de primerísima calidad a nivel nacional e internacional. Pudimos sumarle a las actividades propias de la Escuela Hiram la función de un verdadero ateneo. No quiero olvidarme de la reinauguración dela Biblioteca Pablo J. Muñoa, biblioteca de primerísima importancia para la ciudad con un inventario de más de 3000 títulos que cuenta con todas las comodidades y funcionalidades para la lectura en sala, pero que además hace préstamo de libros a domicilio. Aprovecho para invitar a todos los interesados a visitar la biblioteca de la Escuela Hiram que abre sus puertas martes y jueves de 13 a 17horas. Pero quiero dejar en claro que lo realizado no es obra exclusiva de una persona. Atrás de la cara visible está una Comisión Directiva y hay accionistas y colaboradores. Hoy una nueva comisión y un nuevo Presidente tienen la responsabilidad de continuar administrando esta institución y lo están haciendo muy bien a pesar de las dificultades que la pandemia presentó. Ya hace unos meses se reanudaron las clases y se comienza a regresar a la normalidad.
¿Ha escrito últimamente un libro sobre su historia?
Si es cierto. Un libro que nace con la humilde vocación de ser un folleto o revista informativa para entregar a los visitantes de la escuela. Pero la tarea se empezó a complejizar cada vez más y terminó siendo un libro de más de 200 páginas. El valor de este libro, si es que tiene alguno, es hacer visible la obra social inmensa que se pensó y se implementó desde el viejo edificio de Calle 33. En estos 165 años de vida de la Escuela Filantrópica Hiram, que la hacen la institución de enseñanza más antigua del País con la sola excepción de la Universidad de la República, se construyó la ciudad de Salto y su característica personalidad. El hospital, el ateneo, el Teatro Larrañaga, el conservatorio Municipal de Música, la Biblioteca Municipal, decenas de instituciones culturales, sociales, deportivas, profesionales, etc. tiene ahí su origen. No se puede comprender al Salto actual sin conocer cómo se gestó. La información que aporta este libro es seguramente desconocida y por eso lo hace un elemento imprescindible para comprender nuestro pasado y nuestro presente. Y en lo referente a la educación, lo que queda demostrado en el libro es la importancia que tuvo la Escuela Hiram en la implementación dela Reforma Valeriana. Siempre se dice, y con razón, que el Colegio Elbio Fernández fue el laboratorio donde se ponía en práctica la reforma, pero se desconoce que en la misma época, en el norte del País, otro instituto experimentaba en este aspecto. En el libro queda probada la estrecha relación entre la Escuela Hiram y los trabajos de José Pedro Varela y la Sociedad de Amigos de la Educación Popular. Este libro seguramente puede ser un material innovador en lo referente a la historia de la educación del País.
¿Pero antes escribió sobre Leandro Gómez personaje de gran importancia no solo desde el punto de vista político?
En más de un sentido ambos libros están relacionados. Leandro Gómez fue el fundador de la Escuela Hiram. Y un hombre de una formidable personalidad, con un enorme sentido del deber, del compromiso y del honor. Muy dedicado a la filantropía. Su sacrificio por la patria y sus actividades filantrópicas esperan aún mayor reconocimiento.
¿Objetivos pendientes?
Sí. Por suerte hay unos cuantos. Creo que la función de todo ser humano es el hacer. No importa qué. El mandato a la acción, a concretar cosas, para nosotros mismos, para los demás, no importa lo que sea. Jung decía que uno es lo que hace, no lo que dice. Quien tenga tiempo que arregle su jardín o limpie su casa. O que arregle el mundo si su capacidad se lo permite. Es el Carpe Diem de los romanos como mandato a aprovechar el día.
¿Familia?
Mi orgullo. Tengo a mi esposa que es una compañera a toda prueba, con quien estamos cerca de celebrar los 40 años de casados. Y tengo a mi hija que es el medidor que uso para medir el paso del tiempo, una joven mujer del siglo XXI que siempre me sorprende gratamente.
¿Quién es Roberto Sierig?
Difícil responder. ¿Quién soy? ¿Quién creo ser? ¿Quién me gustaría ser? ¿Como me veo? ¿Como me ven los demás? Creo que no hay una respuesta única.