Miriam Leal: entre la familia, la docencia y el arte

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Si tuviera que volver a una escuela y más a una rural, iría a ver más cielos, más cerros, montes, arroyos…”

Miriam Edith Leal Masseroni (nacida en mayo del 55), es maestra jubilada. Pero además de la docencia, el arte ha ocupado -y ocupa- gran parte de su vida, en especial la fotografía, aunquequien recorre sus redes sociales no solo ve hermosas fotos, sino también mucha poesía.

1-¿Recuerdos de los primeros años de vida?, familia, estudios, barrio…

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Cuando nací ya tenía 6 hermanos, por eso entre familiares y amigos me conocen más por “Mimosa” o “Mimo”, por ser la chiquita, sobrenombre con el que me identifico más que con Miriam. Después vino un hermano más. Mi padre era panadero y mi madre una muchachita nacida en Gomensoro, descendiente de italianos; el eje central fue ella, era docente sin serlo, con vocación muy marcada hacia la enseñanza. El día transcurría entre la cocina, la huerta, el lavado y los deberes, recitando poesías, diciendo los verbos, las tablas de multiplicar y los cuentos, no solo los clásicos sino cuentos orales, los que se transmiten de generación en generación. Más de un domingo fui a Radio Cultural a recitar poemas de Héctor Gagliardi en “La Revista Infantil”. Tenía facilidad para memorizarlos. Cuando nací, mi hermana Coca ya era maestra en Estación Itapebí. Somos tres generaciones de maestras, entre hermanas, sobrinas y sobrinas nietas. Crecimos leyendo de todo, fuera los catálogos de London/París o revistas de la época. Pero lo realmente formativo fue la colección de “El tesoro de la juventud”, que lamentablemente perdí cuando mi hermana se casó y se llevó (risas) y la colección “Lo sé todo”, alcancé a saber de memoria sus apartados. Recuerdo los matinés del Cine Plaza, los juegos en Plaza de Deportes y el club de mis amores, Ferro Carril. Con 4 años empecé la Escuela 9, no por cercanía, sino porque Coca trabajaba allí y mi madre se sintió tranquila, seguramente. Fue mi maestra de 3º y me pasó con menos nota, justamente por ser familiar. El Liceo 3 fue maravilloso, empezaron las amistades duraderas y el gusto por algunas asignaturas como Literatura, Historia Nacional, Español, Filosofía. Los años 70 transcurrieron entre grupos de estudio y bailes con orquestas los sábados, hasta que en el 73, con mi ingreso a Magisterio y el comienzo de la dictadura, hubo grandes cambios. Creo que se fue el romanticismo y nació una realidad que nos hizo pensar en otras cosas, en otra manera de ver el mundo, tal vez nació una especie de rebeldía que nos quitó parte de la alegría de la juventud.

2-Así que la influencia por ser maestra está clara…

Nunca tuve necesidad de pensar qué quería ser, sabía que sería maestra y en 1976, cuando me recibí tampoco dudé en irme a una escuela rural. Fui a Paso del Potrero (Escuela 127) y tengo recuerdos inolvidables. Los niños apenas tenían 11 o 12 años menos que yo. Niños, maestras y vecinos éramos muy unidos; en el campo todo se comparte: las comidas, las verduras de la huerta de la escuela, las charlas, el tiempo, los largos fines de semana cuando el arroyo Arerunguá crecía y había que quedarse. No había luz eléctrica y si se rompía la bomba de agua, era de un pozo a flor de tierra del que obteníamos agua. Verdaderamente, fui feliz. Hoy algunos de esos niños y vecinos, son mis amigos. Si tuviera hoy que volver a una escuela y más a una rural, no estaría en el salón más que lo necesario: iría a ver más cielos, más cerros, montes, arroyos; trataría de hacer que los niños reconocieran olores, cantos de pájaros, haríamos entrevistas a la gente sobre cómo vive, qué sueña y los acercaría más a los problemas reales. Sacaría las experiencias resultantes para luego llevarlas al papel. Se haría más significativo el aprendizaje. Igualmente algo de eso hice y siempre me sentí libre, con respaldo de directores e inspectores.

3-¿Qué significa “ser maestra”?

Es entender que cada niño es uno y único porque es una individualidad fundamentalmente, y no pretender que todos hagan lo mismo, redacten de igual manera o pinten parecido. El maestro debe enseñar a mirar más y a saber que todos miramos y vemos de forma diferente. Toda mecanización de las actividades mata el gusto, el interés por la escuela, porque si no, cuando toca el timbre o suena la campana, como dice Da Rosa en un cuento, “¡qué liberación!” diría el niño. Se les debe dar oportunidad de tener más preguntas que respuestas y escucharlos siempre.

4-Trabajó además en el Centro de Tecnología Educativa, ¿qué recuerdos guarda?

En 1989 fallece Helios Sauto, mientras cubría una nota para diario El Pueblo en la inauguración de Belén y Constitución después de realizada la obra de Salto Grande. Era periodista y maestro del Centro de Tecnología Educativa. Se hizo un llamado y me inscribí para el cargo. Fue otro desafío que abracé con gran entusiasmo: elaborar recursos para los maestros. Me integré a un hermoso equipo de trabajo con compañeras que se habían especializado en fotografía, manualidades, biblioteca, imprenta, cartelería, letras, y sobre todo aprendí el valor del trabajo en equipo, la creatividad y responsabilidad. Era un horario más extenso, ganaba más. En lo económico también me fue mejor. Todos los meses íbamos a congresos o encuentros con compañeros de los Centros de todo el país, era enriquecedor. Los recursos en el aula eran escasos y nosotros hacíamos desde diapositivas a revistas, todo en forma manual y a partir de eso, los maestros recibían el material en calidad de préstamo: carteles, mapas, folletos, proyectores, cajas con libros categoría dos. Cuando se comenzó a ver la llegada de la computadora, fue otro cambio y comenzamos a especializarnos para preparar a los maestros. No fue fácil; el docente veía que un nuevo trabajo se agregaba y hubo mucha resistencia. El aprendizaje en capas (formar a inspectores, directores y maestros) casi no funcionó; nadie quería despegarse del papel. Hubo que cambiar la cabeza. Plan Ceibal llegó para eso: para aportar un valioso recurso, pero había que entender otra forma de enseñar y de aprender. Para mí, fue maravilloso porque como también era docente de aula, ponía en práctica las actividades con la XO y pude comprobar que a los niños les resultaba un mundo fascinante que iban descubriendo. Cuántas veces los miraba en silencio y sonreía…Todo se podía resolver un problema, hacer fotos, montajes, videos, jugar, hacer mapas conceptuales, crear obras de arte, tener correo electrónico y comunicarse unos con otros. Ahora es tan fácil, ¿no? ¡Pero cuánto costó!

5-Veo en sus redes publicaciones que evidencian una sensibilidad especial hacia temas como pobreza, desigualdad…

Me preocupa la realidad social, sobre todo de niños, jóvenes y ancianos que menos tienen. Tengo muchas preocupaciones como mujer, madre, abuela. A mi entender ha crecido la pobreza, la indigencia, el desempleo. Veo la necesidad de pactar y acordar más para tener una sociedad equitativa. No quiero ser pesimista, pero a veces no veo ni en los políticos ni en algunos actores sociales ganas reales de llegar a esos acuerdos. Sin embargo estamos acostumbrados a leer otro discurso en las redes sociales. Por eso adhiero a la poesía de Víctor Lima, el andapagos que describió tan bien nuestro paisaje y puso como centro de su preocupación al hombre y su problemática social: sus trabajos y penurias. Lo mismo me pasa con Benedetti, Zitarrosa, Amorim, Osiris Rodríguez Castillos, Miguel Hernández… Portadores de la palabra que tienen a su vez su propia problemática social y la han hecho trascender.

6-Precisamente, es una persona que también gusta de la poesía y el arte en general, ¿sí?

La poesía es una gran comunicadora social. Para mí es una educadora social permanente. La fotografía es un arte porque trasmite emociones, ideas, pensamientos. Hay que entender que una imagen no es la realidad, ya que está filtrada por el ojo y la decisión del fotógrafo. Puede representar la realidad pero no es la realidad misma…

7-Hablemos entonces de fotografía…

Siempre tuve cámara fotográfica. Al comienzo para registros familiares, y como siempre fui prolija las tengo en álbumes en soporte papel. De mis hijos, tengo todas y son fuente de información de sus vidas y motivo de recreación, algunos domingos traemos a la mesa los álbumes y aunque las han mirado tantas veces, siempre hay un motivo que los sorprende. De mi nieta, también las tengo a todas, pero ya en soporte digital. En los años de formación en el Centro de Tecnología, asistí a congresos sobre uso de la imagen y comenzó otra etapa. Aprendí porque debía enseñar después. La técnica y dominio de la cámara, es una parte. Sin embargo ni dominar la técnica ni la cámara hacen a la fotografía. Le doy más valor e importancia a la creatividad, a eso que solo “tu ojo” quiere mostrar. Cuando me jubilé me compré una cámara mejor y salí por la ciudad. Me gustaba hacer en Facebook un juego: poner una foto de un detalle de un lugar de Salto y preguntar dónde se sacó, si reconocen el lugar. Siempre pienso que conocemos poco la cuidad en que vivimos. Muchas personas se engancharon en el juego. Después empecé a conocer a los pájaros, aprendí mucho. Con dos matrimonios amigos salimos a hacer avistamientos y participo de grupos de avistadores.

8-¿Qué le gustaría decir sobre la familia que construye día a día?

Mi orgullo son mis dos hijos, Rodrigo y Gonzalo y mi única nieta, Pilar. Junto a ellos y sus parejas, formamos la familia chiquita. Son dos buenos hijos, muy trabajadores y les gusta el Running. Rodrigo se ha destacado en varias carreras y hace poco terminó un curso de instructor. Gonzalo le sigue los pasos. El deporte forma en todos los aspectos y da satisfacciones; dividen así la vida del trabajo y la vida familiar. Siempre trato de comentar lo que sé con ellos y me acompañan en mis andanzas; aunque la silla a veces queda vacía y el mate se enfría porque me fui con la cámara, me hacen el aguante.

9- ¿Tiene “deudas pendientes”, cosas que quiera hacer porque no pudo antes?

Si algo me quedó por hacer es incursionar en el fotorreportaje, una forma de periodismo utilizando imágenes para narrar historias, para dar a conocer noticias…También se llama fotoperiodismo o fotografía documental. Considero igual que ya está: he aprendido con colegas, compañeros, amigos y me doy por satisfecha.

10-Apelando al gusto por la poesía y capacidad de memorización, le pido cerrar la nota con los versos que quiera…

Del poeta salteño Víctor Lima:

¡Qué alegría, qué alegría

saber que nunca me estanco:

que siempre tengo camino

para después del descanso!

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