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lunes, 9 de junio de 2025
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Inseguridad laboral también es inseguridad

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Diario EL PUEBLO digital
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Frecuentes son las quejas y reclamos por la inseguridad, entendida por el auge de la delincuencia de todo tipo, desde la ratería, generalmente a cargo de menores de edad – pero no exclusivamente de ellos – hasta hechos como el que acaba de registrarse, dejándonos atónitos a todos, porque no son habituales en nuestro país.
Que un supuesto traficante de armas, tema del que siempre se ha hablado en nuestro país, pero no se conocen antecedentes concretos, resista la acción policial hasta morir, no sin antes tratar de borrar hasta  la última huella de sus cómplices, es un hecho sin antecedentes.
Es innegable que existen problemas y graves problemas de seguridad en el país y siempre dijimos que este tema es el talón de Aquiles de cualquier gobierno en el mundo.
Pero no es esta inseguridad la que hoy nos ocupa, sino una prima hermana que seguramente también tiene incidencia.
Se trata de la inseguridad laboral. Hemos visto reiteradamente, sobre todo en algunos rubros comerciales específicos, que es una práctica común el tomar funcionarios por tres meses y al término de este plazo despedirlos.
Tenemos entendido que está dentro de las posibilidades que otorga la ley. Para entendernos, no es que sea algo ilegal –como lo es trabajo en negro o el incumplimiento de las exigencias laborales – pero debemos asumir que de esta manera, cuando se quiebran ilusiones, sobre todo de los jóvenes que recién comienzan a incursionar en el mundo del empleo y hacer sus planes, sin siquiera tener que explicar nada, es altamente injusto, crea resentimientos, inquina.
Creemos que esta práctica no sólo se vuelve tremendamente injusta, sino que a la larga va contra quienes la practican.
Nos explicamos. En algún momento de la profunda discusión que determinó la Ley de Negociación Colectiva, dejó al desnudo que no es precisamente por el camino de las arbitrariedades, de las imposiciones aprovechando lo que pueden ser ventajas circunstanciales, para su ejecución, que habremos de llegar a las mejores condiciones de las relaciones laborales patrono – obrero.
Entender y atender como corresponde estos aspectos, cuando aún se está a tiempo, es elemento esencial.
A menudo las consecuencias de la desocupación, corroe la estabilidad familiar, la desestabiliza, afecta a los niños y sus progenitores y la va embretando en callejones sin salida, como el endeudamiento o vicios como el alcoholismo.
Tratar de evitar esto, es responsabilidad de todos, porque de nada sirve rasgarnos las vestiduras luego, sintiéndonos víctimas de arbitrariedades y delitos, si no miramos para atrás, cuánto de responsabilidad social también nos cabe en la generación de estos problemas.
Por honestidad, es imprescindible poner todo en la balanza.

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