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martes, 22 de abril de 2025
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INFORME

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Diario EL PUEBLO digital
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*Néstor Balbuena : un salteño en Ecuador que superó una grave enfermedad y hoy se siente más pleno que nunca

“Este es un año muy especial para mí porque he vuelto a la vida”

Ya hace más de una década que Néstor Balbuena – reconocido músico y empresario salteño – está radicado en Ecuador – habiendo vivido primeramente en los Estados Unidos. Llegan las fiestas y para él tienen un gran significado, puesto que es productor que gestiona los eventos navideños y centros comerciales más importantes de aquel país. Este año tiene uno de los sentidos más importantes de su existencia, ya que el año pasado le fue diagnosticado un cáncer de garganta, enfermedad que felizmente pudo superar y hoy se encuentra totalmente curado. Como es figura pública en Ecuador…habiéndose hecho muy popular en el reconocido programa “Bailando por un sueño”, los ecuatorianos organizarán un evento masivo donde Néstor tocará la tradicional campana, anunciando su cura total de su enfermedad.

Néstor Balbuena tuvo la oportunidad de recorrer el mundo y llevar su música a varios países, junto a Gardenia, su compañera de vida – que también es bailarina profesional. Si bien ya hace varios años que se ha transformado en un ciudadano ecuatoriano por adopción, se encarga de conservar todas las costumbres de su tierra natal, sintiéndose un agradecido a Dios por todas las oportunidades que ha tenido en la vida. Y hoy doblemente agradecido, porque se siente más vivo que nunca, luego de experimentar varias sesiones de quimioterapia.

Néstor Balbuena junto a su nieta
  • ¿Cómo vivió su experiencia a partir que le diagnosticaron la enfermedad?
  • Cuando mi doctora me dijo que tenía un carcinoma de garganta… me dijo que no me
    preocupara que ellos me iban a ayudar a superar la enfermedad y yo le respondí que yo no me preocupaba… que se preocupara ella por salvarme la vida, que yo me encargaría de salir adelante y hacer todas las cosas al pie de la letra en base a lo que ella me indicara y así fue. En el sanatorio me ofrecieron una suite privada, pero yo les pedí que me pusieran con otros enfermos, con la idea de levantarles el ánimo… y allí estuve haciendo tik tok con ellos”. El proceso de su dolencia fue complicado, pero Néstor jamás bajó los brazos, sino que luchó con todas sus fuerzas para salir
    adelante, a la vez que decidió ser el apoyo de muchas otras personas que se encontraban en el
    hospital, en condiciones similares a la de él. Hoy, luego de recibir el alta médica ha vuelto
    a su trabajo, que con motivo de las fiestas tradicionales se ha vuelto bastante intenso. No obstante, se ha organizado para trabajar desde su casa, donde montó su oficina particular.
    Néstor Balbuena confesó a los medios de prensa ecuatorianos que nunca tuvo miedo a enfrentar
    su dolencia. Así anunciaba su historia de vida uno de los portales de noticias de Ecuador: En
    diciembre pasado (1991), el coreógrafo uruguayo Néstor Balbuena presentó un fuerte dolor en su
    garganta. Acudió al médico y pensaron que se trataba de una amigdalitis. El malestar persistió y
    comenzaron los infinitos exámenes para saber qué pasaba con su salud. En febrero comprobó que
    padecía de cáncer de garganta. Desde entonces comenzó su batalla.
    El primer cambio que notó fue su pérdida de peso. Bajó 7 kilos. Por otra parte, no sabía si contarlo a la prensa. Era un tema delicado, pero cuando le confirmaron el diagnóstico, su pensamiento cambió. Él se planteó dos grandes motivos para decirlo, incluso para ir publicando su tratamiento en redes sociales. “Quiero que las personas tengan la voluntad de salir adelante. La otra es que se hagan chequeos preventivos, hacer el esfuerzo una vez al año nos podría salvar la vida, así no sintamos nada. Comprendí que no hay mejor remedio que la prevención”, menciona a EXTRA, desde una de las camas del hospital Solca (Sociedad de Lucha contra el Cáncer).
    Néstor cuenta que tiene previsto realizarse tres ciclos de quimioterapia, de los cuales ya está iniciando el segundo. Cada ciclo dura cinco días. Luego de eso deberá hacerse radioterapia, para finalmente esperar el resultado de exámenes que descarten algún residuo de la enfermedad.
    “Estoy seguro de que terminaré mis ciclos y no habrá cáncer. Sé que tocaré la campana de
    la vida”, agrega, al tiempo de explicar que el tocar este instrumento por tres ocasiones es un
    anunciar que el paciente venció el cáncer”. Gardenia su esposa ha sido en su largo proceso hacia la
    cura, su contención y con la que comparte también el arte, puesto que ambos son bailarines
    profesionales y llevan adelante su academia de danza. Néstor se ha sentido también muy contenido
    por sus millones de seguidores y siente que Ecuador es su segunda patria. Balbuena es uno de los tantos salteños que decidió probar suerte en el exterior y su carrera tuvo un despegue inusitado. Hoy en aquel país es una figura pública que se ha sabido ganar el corazón de la gente. Hoy apuesta más que nunca a la vida y a seguir adelante con sus múltiples proyectos, porque así ha sido siempre, un hombre de naturaleza inquieta que le gusta progresar y siempre apuesta a más….
    ¡Pero no más que a la vida misma!

*Vivió en varios países, hoy en España. Ing. Jorge Agulla Menoni: «cuanto más conozco el mundo, más bello encuentro a Salto»

Un extenso diálogo mantenido entre EL PUEBLO y Jorge Orestes Agulla Menoni, permitió armar, entre periodista y entrevistado, el relato que a continuación compartimos:

Jorge nació en el Hospital Regional Salto, el 8 de marzo de 1951, «bajo la influencia de una exuberante luna nueva e influenciado por el signo de Piscis».

Transurrió su infancia y adolescencia, entre juegos y formación curricular, en la vieja Escuela No. 5 frente a Plaza Flores e integró la primera generación de estudiantes del Liceo Piloto, en el año 1963.    A los 9 años fue vendedor de quiniela clandestina, casa por casa, con 32 clientes, para ayudar con las finanzas de un hogar de muy escasos recursos.

«Fui lector, desde esa edad, de los editoriales del diario El Día, que llegaban para mi abuelo, Don Crisóstomo Agulla, ciego por los la diabetes, simpatizante del Partido Colorado y especialmente de José Batlle y Ordoñez. También ayudaba a mi abuela, Mama Chica, en los juegos de lotería de cartón los días sábados, después del mediodía, con las vecinas del barrio Cerro».

El 30 de octubre de 1964 se fundó el C. A. Fénix, del que formó parte desde sus inicios. Con 13 años jugó el primer partido oficial que disputó el Club, «un orgullo que jamás podré olvidar».

Siempre fue «naturalmente dotado de una gran memoria y de gran facilidad para entender las ciencias y un gran lector, lo que me ayudó a tener una alta comprensión lectora.

La adolescencia y lo que vino después

«Fui un adolescente diferente», responde inmediatamente. Y luego se explaya: «mezcla de callejero peleador y referente de mis amigos de juegos, para comentar películas, interpretar lecturas y fabricar sueños del futuro».

Se fue de Salto a los 18 años, al finalizar 6º. grado del Liceo Piloto, rumbo a la Facultad de Agronomía. «Toda una aventura. No tenia dinero para cumplir mi sueño. Conseguí pasajes para viajar en tren hasta Montevideo, en vagón de 2da clase, con bancos de madera, para un trayecto de casi 18 horas de viaje. Dotado de una maleta de cartón marrón, con una remera, dos juegos de ropa interior, un suéter tejido por mi madre, un gabán descolorido, una maquinilla de afeitar, un jabón de glicerina, para uso en el baño y para lavar ropa, un cuaderno, una lapicera y lo puesto….

Liviano de equipaje».

Pero allí estaba, en el lugar que quería estar. Parte del sueño cumplido y la esperanza de un futuro mejor a flor de piel.

Los lugares donde vivió

«He vivido en Montevideo, donde me casé y tuve tres hijos, actualmente tengo cinco nietos. Obtuve el título de Ingeniero Agrónomo, Especialista en Ganadería y Agricultura y realicé posgrados en Estadística, en Economía, en formulación y gestión de proyectos y en Administración de empresas. Fui asesor de Directores Generales y Ministros de la Administración Pública en Uruguay. Fui coordinador del Sistema de Información de Salud de Mercosur, con asiduas visitas a Paraguay, Argentina y Brasil». Además ha desarrollado tareas para la Oficina Panamericana de la Salud , OPS, en Cuernavaca, México y en Washington DC, USA, realizando tareas de formulación y puesta en marcha de la Encuesta Mundial de Salud. Vivió y trabajó contratado, durante 20 años por Unión Europea, Agencia Alemana de Cooperación GIZ, BID, Banco Mundial y Agencia Suiza, en el Caribe, abarcando Honduras, Guatemala, Panamá, en las áreas de estadísticas de salud, educción, agricultura y seguridad alimentaria. Por otra parte «fui profesor de Estadística 2 en Facultad de Ingeniería Ambiental; dicto cursos y seminarios en varias oportunidades en La Paz y Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, en Bogotá, Villavicencio y Cartagena de Indias, en Colombia, además de Panamá, Nicaragua y El Salvador». Representó a Uruguay en el Codex Alimentarius en La Haya, Holanda. Realiza esporádicas visitas a Lisboa, Paris, Ámsterdam, Ginebra y Zúrich, Estambul, Beiging, Tokio, Chicago y países de América. Actualmente vive en Valencia en España.

Lo que significa Salto

Comenta que «cuanto más conozco el mundo, más bello encuentro a Salto. Es donde vivo mi pasado, mi presente y mi futuro. Es donde están mis raíces y mi follaje, donde nací y desde donde me gustaría partir. Es la brisa fresca en mi rostro, mi niñez y adolescencia y ahora mi etapa final. La tierra de mis amores, pasados, presentes y futuros. La tierra de los Agulla Tajes y de los Menoni Flores, mis ancestros. Es donde descansan mis padres y abuelos. Fue mi trampolín hacia mi realización personal y profesional, gracias a mis maestros y profesores. Salto es un sentimiento, una mezcla de mi ser personal, de mi profesión, de mis amores, de mi familia, de amigos, de mi barrio, de mis éxitos y fracasos. ¿Se necesita algo más para sentirse salteño y amar a Salto? ¡Verdad que no!”

*Diego Moraes, escritor con más de 20 años viviendo en Montevideo. “Si podés irte a vivir un tiempo a otra ciudad, hacelo de ojos cerrados. Salto va a estar siempre allí si uno quiere regresar”

Nacido en Salto el 23 de febrero de 1979, Diego Moraes es Licenciado en Letras y autor de varios libros, entre los que figura “Bestiario del Salto Oriental” como uno de los más recordados. Así conversaba con EL PUEBLO al momento de elaborar este informe:

-Contanos algunos recuerdos de tu infancia, adolescencia…

Desde que nací y hasta los 5 años viví en Termas del Arapey, donde estaban radicados mis padres, así que crecí en el mejor lugar del mundo para criar un niño, con mucha libertad, seguridad y rodeado de naturaleza. Ya en edad escolar nos trasladamos a la ciudad de Salto; hice Jardinera en la Escuela Nº 4 y Primaria en la Escuela Nº 3, que al principio compartía local con la Escuela Nº 1. De hecho, me tocó ser de las primeras generaciones de alumnos que inauguramos el local nuevo de la Escuela Nº 3, por calle Brasil. Recuerdo que por entonces practicaba natación en el Club Remeros. Luego de varios años entre el Centro y el Cien Manzanas, donde estaba la casa de mi abuela paterna, nos trasladamos con mi familia al barrio Palomar, donde me quedo cada vez que voy a la ciudad. Concurrí al Liceo Nº 2, el Piloto, por lejos el que más me marcó, luego fui un año al IPOLL, jugaba al fútbol en Universitario y tuve que cambiarme por el horario de los entrenamientos. Y terminé el Bachillerato en el Liceo Nº 5, que era el único con opción Humanística. Tengo recuerdos preciosos de todos esos años; no era un estudiante muy brillante que digamos, salvo en Dibujo y Literatura, que me encantaban, pero hice grandes amigos y me divertí muchísimo.

¿Cuándo y por qué te fuiste de Salto?

Me vine a Montevideo allá por el 2001. Es decir que a esta altura pasé la mitad de mi vida en Salto y la otra en Montevideo. Después del liceo, empecé a jugar al fútbol comercial, en Atlético Bilbao, y a estudiar en la Facultad de Derecho de la Regional Norte de la UDELAR. Y me iba bastante bien en la carrera, me gustaba y venía avanzado a buen ritmo, pero de pronto descubrí que mi vocación eran las Letras, y en Salto no había ninguna opción educativa que me abriera ese camino. Tenía la chance de hacer un profesorado de Literatura, pero la docencia no era exactamente lo que quería, así que decidí venirme a Montevideo a estudiar Letras en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Fui un privilegiado de que mi familia pudiera apoyarme; no todos pueden hacerlo. No fue fácil el desarraigo, tuve que hacer sacrificios, pero fue una excelente decisión. Siempre que me preguntan digo lo mismo: si podés irte a vivir un tiempo a otra ciudad, hacelo de ojos cerrados. Salto va a estar siempre allí si uno quiere regresar, y la experiencia de estar afuera ayuda a abrir la cabeza, a ver la vida de otra manera e incluso, a disfrutar mejor de Salto. Salto es hermoso, pero yo precisaba un poco de distancia para apreciarlo.

Fuera de Salto, ¿dónde has vivido?

Tuve oportunidad de viajar bastante, así que conocí diversos lugares en diferentes países. Sin embargo, por ahora mi único lugar de residencia fuera de Salto ha sido Montevideo. Y digo por ahora ya que, debido a la naturaleza de mis actividades profesionales, lo más probable es que en el futuro tenga que empezar a radicarme por períodos de tiempo en el exterior del país.

¿Qué significa Salto para vos?

Salto es mi casa. Es el lugar donde nací, crecí y, si no pasa nada raro, espero pasar los últimos años de mi vida. Allí tengo familia, amigos, conocidos, afectos, gente que quiero y que respeto. Tengo recuerdos, lugares favoritos… La verdad es que a veces extraño Salto. Cuando vuelvo a la ciudad quiero quedarme un rato más, aunque tampoco olvido las razones por las que un día me fui. Trato de estar vinculado a la distancia, mantenerme al corriente de lo que sucede en el departamento, sobre todo, en el ámbito cultural, donde hay un potencial increíble por desarrollar. Si bien a esta altura ya soy un montevideano más, hay aspectos de mi personalidad que siguen siendo bien salteños. Y pocas cosas me dan tanta alegría como cuando voy a alguna actividad aquí en Montevideo, donde estoy hace más de veinte años, y me presentan como un “autor salteño”.

*El otro exilio – Germán Milich Escanellas. «Soy un eterno regreso al tibio patio de mi infancia»

Por nuestro propio trabajo en el área de la comunicación, durante estos años hemos estado en contacto con este salteño que a pesar de estar » lejos de casa» ha tratado de forma incansable de estar de alguna forma presente en su Salto.

Lo ha hecho participando con columnas culturales en radio y prensa escrita, sobre todo analizando la gestión cultural de nuestro departamento y nuestro país, intentando dar su visión de cómo lograr avanzar y desarrollarse en esta área.    Creó además la revista bilingue «A lmensa Minoria» con base en Salto en el afán de continuar apoyando la cultura de su lugar de origen.

Para este informe especial de EL PUEBLO solicitamos su reflexión.

Nací en el sanatorio Salto en 1974, en plena dictadura. Crecí entre miedo y rabia, pero también recuerdo que éramos felices. El jardín 115, la escuela Nº 2 Etelvina Migliaro, la barra de 19 de Abril en la Plaza de Deportes, el Zona Este cuando pasó el cometa Halley y en 1987 vi la primer murga de mi vida La Diabla Compañera y comencé a ser estudiante.

Fui al IPOLL, al liceo 5 y a la Regional Norte. En 1994 no aguantaba más la asfixia de una ciudad sin escuela de arte y me fui a Montevideo a estudiar Teatro. Montevideo no es nada más que una caja más grande, en poco tiempo el hambre y el frío ya eran mis compañeros de camino como aprendiz de actor.

En el 2003 estaba en mi mejor año, trabajaba en Teatro en el Aula, canal 4, Falta y Resto y en dos obras consecutivas dirigidas por Nelly Goitiño, El Chalé de Gardel en El Galpón y Toque de Queda en El Circular.

Estaba en un lugar privilegiado, pero en lo material no ganaba casi nada. En Uruguay por algún motivo no solo no se le paga a los artistas, sino que también existe como una rabia a pagarles, es como si los artistas estuviéramos debiéndole plata al público. Es una sensación muy extraña.

Decidí venir a vivir a Brasil, siempre fui un aventurero, un mochilero, el último invierno que pasé en Uruguay fue el argumento final. Nunca había pasado tanto frío, pero no era solo la temperatura, era la soledad que calaba hondo en los huesos. Comencé a percibir que todo lo que a mí me parecía importante a nadie le interesaba mucho. Me aislé, en algún punto perdí contacto, comencé a sentirme un extranjero, o peor: un exiliado en mi propia tierra.

En noviembre de 2003 armé mi mochila, pasé por Salto para despedirme y en la terminal me subí a un ómnibus que todavía me está llevando. Lloré de Salto a Paysandú sin parar, incluso los pasajeros se preocuparon. De pronto me había ido. Después de pasar por Río Negro, lavé mi luto y comencé una nueva vida.

No puedo volver porque no tendría dónde trabajar en lo que soy formado y lo que estudio, arte escénica. En Salto no hay salario para los artistas, ni siquiera se considera relevante el tema.

No está en la agenda pública, los políticos no lo detectaron y mucho menos tomaron medidas para garantizar la producción de arte, la sociedad no lo reivindica, los académicos no teorizan el problema ni lo enuncian; mucho menos lo analizan o lo hipotetizan, simplemente la falta de acceso a producción de arte, la falta de salario para los artistas para nadie es un problema. Que el artista sea pobre es lo natural.

Cerré los ojos y cuando los abrí pasaron 20 años. Yo ya no sé lo que siento, si es amor, rabia o indiferencia, la vida es un cóctel de emociones mentirosas y nosotros unos embriagados. Hace un tiempo ya, que he decidido parar de pensar, no cierro los ojos para que el tiempo no pase, y si me preguntan dónde estoy, siempre me encuentran en algún lugar de 19 de Abril entre Blanes y Juncal.

Mi vida es volver, la Murga es mi religión y Dios me dio una guitarra para comunicarme directamente con Él. Soy una ausencia dentro de mi propio cuerpo, una tierra lejana, un paraíso perdido, un eterno regreso al tibio patio de mi infancia, una promesa esperando el mejor momento para ser cumplida. ¡Viva el arte, salario digno para los artistas!

*Federico Palacios, un salteño en Francia. “Hay una inquietud muy generalizada en Europa sobre lo que va a ocurrir con la energía”

El salteño Federico Palacios se radicó en Francia en el año 2001 para estudiar música, es concertista, clarinetista y responsable de las relaciones con clarinetistas para Yamaha Música Europa. Como cada año, nos ponemos en contacto con él para que le cuente a nuestros lectores sobre sus vivencias a tantos kilómetros de la tierra que lo vio nacer.

– ¿Cómo ha vivido este 2022?

– Fue un año muy fructífero, muchas cosas positivas salieron pero fue muy cargado, agitado y enredado porque al salir del COVID, al salir del confinamiento comenzaron los conciertos y todas las actividades artísticas. Entonces, todo el mundo quería hacer cosas, se presentaron muchas propuestas juntas que había que resolver. Pienso que para el 2023 esa aceleración que tuvimos en este año se va a atenuar y todo irá quedando más tranquilo. Por otro lado, ha habido mucho cambio en la sociedad, lo que afecta mucho la manera de trabajar y de actuar de la gente. Estoy esperando que termine este año, lo viví muy rápido, se me pasó volando, y espero que el año que viene sea más organizado.

– Quien lo conoce sabe que vive a pocos kilómetros de París, pero cada vez que uno busca noticias suyas en las redes se lo ve arriba de un avión o de un tren recorriendo distintos países, ¿cómo vio a Europa este año sabiendo ya lo de la guerra en Ucrania?

– Es una pregunta difícil de contestar sin generar debate. Hay mucha gente que piensa que la vida se ha vuelto más cara y más difícil porque, por ejemplo, ahora estamos con problemas de energía en toda Europa, y muchos piensan que eso se debe a la guerra en Ucrania, pero muy poca gente se ha puesto a pensar que este problema de energía comenzó mucho antes por diferentes razones. Hay una inquietud muy generalizada en Europa sobre lo que va a ocurrir sobre el tema de energía porque los precios van a subir, y si sube el precio de la energía sube el precio de todo. Hay una inflación galopante, es la más importante de los últimos 60 años, desde 1960 que no se veía estos problemas de inflación. El Euro ha caído muchísimo respecto al dólar, y no se ve por ningún lado que esto vaya a mejorar. Al estar permanentemente viajando puedo ver lo que pasa en España o en Grecia o en Alemania o en Francia, y me doy cuenta que no hay ningún gobierno en Europa que esté hablando de cómo salir de esto. Todos hablan de cómo amortiguar este problema, pero nadie da una solución, y eso a nivel cultural e institucional es muy grave, porque de esa manera no se puede programar el mañana. Por tanto, veo que hay mucha preocupación e inquietud por parte de la población. Los gobiernos están aconsejando cómo tratar de vivir los momentos difíciles que van a llegar, y la historia nos enseña que cada vez que eso sucedió, terminaron llegando tiempos muy bravos.

– Después de vivir en Francia 21 años, supongo que ya se habrá adaptado.

– Y sí. Cuando me vine para acá me acuerdo de las primeras entrevistas que me hicieron donde me preguntaban justamente si extrañaba, y yo decía que no. Nunca extrañé en realidad. Cuando me vine, me parece que lo que más extrañaba eran las amistades y la vida cotidiana, pero luego uno hace nuevos círculos de amistades, adquiere nuevas costumbres y uno se va adaptando. Cuando vine fue a estudiar, y el ritmo de estudio era tan intenso que a uno no le daba tiempo para pensar en lo que había dejado atrás, sino que uno estaba permanentemente mirando hacia adelante, hacia lo que tenía que cumplir. Y luego que salí de eso y comencé a trabajar en las orquestas y con mi vida profesional lo mismo. Lo que siempre supe es que haciendo lo que hago y viviendo la música como a mí me gusta vivirla, en Uruguay no lo hubiese podido hacer, y estando hoy en Uruguay tampoco podría. Nuestro país no tiene una vida cultural de ese tipo, por lo que no puedo extrañar algo que no hubiera podido hacer.

– ¿Qué mensaje, reflexión o expresión de deseo nos dejaría ante el inminente cambio de año?

– A los lectores de EL PUEBLO, mis mejores deseos para el 2023. Que después de dos años de pandemia podamos volver a una vida normal y más fraternal que antes. Una de las cosas que nos ha mostrado el COVID es la ausencia de las personas que tenemos al lado, emocionalmente deja un vacío, lo que nos ha permitido ver cuán importante es tener siempre cerca a las personas que queremos. Otra de las cosas que nos ha hecho ver es que en esos momentos que hemos tenido que estar encerrados y no poder tener una vida normal, cuánta falta nos hace la música, los conciertos, el cine, sociabilizar con los vecinos, con los amigos. Eso nos faltó durante dos años, por lo menos a nosotros acá en Europa, y nos hizo ver que eso tiene mucho más valor de lo que le dábamos antes. Así que espero que podamos mantener esta relativa normalidad y que aprendamos de las lecciones que nos dejó la pandemia.

*Álvaro Izaguirre, un salteño en Palmas de Mallorca.La navidad no es tan celebrada, sino que la viven con cierto recogimiento, no es como la tradición que tenemos en Uruguay”

Álvaro Izaguirre es un comunicador salteño que hace 17 años debió migrar a España por trabajo. Hoy es un referente en la comunicación en Palmas de Mallorca. Quien mantenga contacto con él aunque más no sea por las redes sociales podrá seguir su brillante carrera. En esta charla con EL PUEBLO nos cuenta de sus vivencias de este año que se termina y de la expectativa de venir de visita pronto a su Salto natal para reencontrarse con sus padres y amistades de toda la vida.

– ¿Cómo se ha vivido en Palmas de Mallorca este año que está terminando y cómo se extraña el terruño a tanta distancia?

– ¡Es tremendo! En principio y fundamentalmente el tema familiar, los afectos, la cercanía, lo que tiene que ver con tus amistades y todo lo que son los sentimientos más cercanos que pasan fundamentalmente por lo familiar, como en mi caso, hijo único, ya con 17 años acá, imagínate que es jodido. No es fácil, duele mucho, a la distancia duele muchísimo. Tengo a mis padres vivos, gracias a dios, pero claro, a veces cometemos el grave error de sopesar el bienestar económico o simplemente el bienestar sin apreturas frente a lo sentimental, y creo que eso es un grave error que cometemos, porque no hay punto de comparación. Pero bueno, fue una decisión que se tomó oportunamente, hay que apechugar, acá tengo una familia, tengo a mi señora y a un niño, entonces ya es otra cosa.

Lo que tiene que ver con Europa en lo económico, ya no es lo que era. Ahora mismo Europa está pasando por una crisis importante, donde la inflación en España particularmente ha trepado altísimo, donde los productos de primera necesidad, por ejemplo, se han ido muy arriba, lo que complica a una clase media que se sentía cómoda, que inclusive en algún momento llegó a sentirse de clase alta pero que ha tocado fondo, lamentablemente, por todo esto. Hay mucha responsabilidad de lo que es el marco bélico con lo que está sucediendo en Ucrania y Rusia, entonces esto está como desacomodado porque tras la pandemia viene esto y la gente que ya estaba un poco a la defensiva, ahora especula aún más, y en esa estamos. De hecho, en estos días hay una huelga de controladores aéreos aquí en España, lo que va a terminar complicando mucho al turismo que puede llegar a venir. Se habla de paralización de actividades, y eso ya lo vivimos por el 2010 o 2011, y fue durísimo, porque tengamos en cuenta que España, y fundamentalmente Mallorca es netamente turística, más allá de la producción que pueda llegar a tener, el turismo es la principal empresa que tiene España. Entonces, estamos viviendo una realidad nada positiva finalizando este 2022, esperemos, porque todo es cuestión de tiempo.

– Más allá de esta situación económica y social que nos plantea, que no deja de ser preocupante, ¿cómo suele vivirse la Navidad y el Año Nuevo en España?

– Es bastante fría, y no me refiero al clima. Es verdad que hay una costumbre de celebración navideña familiar, de la familia rodeando la chimenea, el fueguito y poco más. Pero luego de las 12, directo a la cama. No se celebra la navidad en comparación con la euforia de cómo la celebramos allá. No sé si es por el tema del clima, si es porque hay una cultura más hacia lo interno y no tanto de abrirse hacia los demás. Es más, aquí en Mallorca nos vimos sorprendidos de un día para el otro como capital turística, esto era muy campero, y de un día para el otro, saltamos a lo que es el turismo en masa. Tengamos en cuenta que tenemos 1.300.000 habitantes, y en temporada alta llegamos a los 8 millones, entonces, se sobre satura todo y cuando termina la temporada, esto queda un desierto absoluto y encima viene el frío, y ahí es donde se siente realmente la soledad. Y es eso lo que tiene que ver con la navidad, no es tan celebrada, sino que la viven con cierto recogimiento, reflexiones, análisis, balances, pero no es la cultura de la tradición que tenemos en Uruguay. Dicho sea de paso, ya me adapté a esta forma de vida.

– ¿Qué mensaje o expresión de deseo podría compartir con nosotros?

– En principio, el saludo enorme, fraternal a todos los amigos. Tengo un millón de amigos, como Roberto Carlos, así que a todos ellos, a quienes nos quieren, nos aprecian, valoran y con quienes no he perdido el contacto, particularmente a mi gente de “Punto y Coma”, ya saben cómo soy con la murga, tengo una afición tremenda por la “Punto” y por Fénix, así que a ellos el abrazo fraternal a la distancia. Por supuesto, a mi padre y a mi madre, ya bastante entrados en años que seguramente sufren cada navidad, por suerte tenemos familia y amigos que se acercan y que están con ellos, pero evidentemente le falta alguien en la mesa y eso duele muchísimo, se hace sentir, pero seguramente en breve nos estaremos reencontrando con la esperanza, la fe y la ilusión de ese nuevo reencuentro, estaremos una vez más por ahí.

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