El médico José Marquina habló con El Observador sobre las informaciones que ha brindado en Twitter sobre la salud del presidente, varias de las cuales han sido confirmadas luego por el gobierno
La salud del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien le diagnosticaron cáncer en 2011, ha estado rodeada de secretismo oficial. Las informaciones sobre los partes médicos no son precisas y la comunicación del gobierno queda en falsa escuadra ante filtraciones que se divulgan y luego son confirmadas por los hechos o por jerarcas chavistas.
El médico venezolano José Rafael Marquina se fue transformando de 2011 para acá en la contraparte extraoficial de la información sobre la salud de Chávez. Médico venezolano, pero residente en el estado de Florida (Estados Unidos) fue el primero en informar que el presidente tenía cáncer, cuando Chávez viajó a Cuba a realizarse los primeros exámenes. A través de su cuenta de Twitter@Marquina04, este especialista en medicina pulmonar, cuidados intensivos y medicina del sueño que trabaja en la Nova University Clinical Assistant, en la ciudad de Naples, ha ido informando, con detalles insólitamente certeros para alguien ajeno al entorno del gobierno, los vaivenes de la salud del presidente. Nunca fue desmentido explícitamente por el gobierno, pero su triunfo estuvo en los últimos días, cuando el gobierno terminó confirmando días después algunas de las informaciones que el médico brindó a través de Twitter.
Marquina dijo a El Observador que la situación del mandatario es «irreversible» porque «día a día (el diagnóstico) es peor». Según el médico, «hace 22 días que no presenta una mejoría y para que la haya tiene que haber una tendencia a ello, pero ya hace días que no la hay».
Marquina manifestó que el presidente de Venezuela «está enfrentando un proceso infeccioso en ambos pulmones con bacterias resistentes, todavía más (poderosas) para un paciente inmunocomprometido puesto que tiene un cáncer muy avanzado. Al mismo tiempo tomó esteroides para poder aguantar la campaña electoral y para que no se viera que estaba débil, pero eso al mismo tiempo deprimió su sistema inmunológico.», y afirmó que lo que lo mantiene con vida es el soporte artificial. «Su situación actual es bastante delicada, tiene muy pocas probabilidades de sobrevivir este cuadro clínico, pero se encuentra en una unidad de cuidados intensivos, donde le corrigen cualquier complicación, y está el soporte artificial, lo cual podría estar por semanas así. Pero el cáncer va a seguir progresando y ya para el mes de abril no va a tener compatibilidad con la vida. Un cáncer tan avanzado va a tomar el cuerpo y va a causarle una disfunción orgánica», sentenció, antes de graficar el sentimiento de la familia en estos momentos: «Ellos quieren continuar con el tratamiento y esperar un milagro».
Aseguró que el parte médico que dio este jueves el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, donde se señaló que Chávez sufre una insuficiencia pulmonar a causa de una infección severa «se ajusta bastante a la realidad». Sin embargo, alertó sobre la información que da el vicepresidente Nicolás Maduro. «Maduro es increíble cómo miente», señaló, y agregó: «Es mentira que (Maduro) ha hablado con él porque está entubado. ¿Cómo va a hablar con él?».
Las filtraciones y la información oficial sobre la salud de Chávez
El último caso es el del comunicado que emitió el gobierno de Venezuela el jueves 3 de enero, en el que el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, dijo en cadena de radio y televisión que Chávez «ha enfrentado complicaciones como consecuencia de una severa infección pulmonar». Esta información estuvo en internet antes de que se realizara la cadena nacional: la publicó Marquina, así como que el hermano del presidente, Adán, estaba en Cuba para decidir junto a las hijas si se debía desconectar al presidente de los aparatos que lo mantienen con vida.
La enfermedad de Chávez sorprende a la oposición en un momento débil
Sea cual fuere el desenlace del cáncer que Hugo Chávez padece -deceso o retiro por incapacidad, sea este inmediato o dentro de unos meses, a efectos políticos ya la transición en el poder se prepara. Pero el proceso de sucesión se desarrolla dentro del chavismo. La oposición venezolana se mantiene impotente, pidiendo diálogo nacional a un oficialismo impertérrito y condenada al papel de espectadora de unas deliberaciones que ocurren en La Habana, adonde el jueves llegó el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, a reunirse con Nicolás Maduro, vicepresidente de la República y designado por el mandatario venezolano para sucederle.
La oposición, minoritaria en el Parlamento, cuenta con escasos recursos para inclinar la balanza del poder. Si bien desde 2011 hizo esfuerzos efectivos para corregir su crónica dispersión al constituir una plataforma electoral multipartidaria, la Mesa de Unidad Democrática (MUD), esta no consiguió transformarse en una opción ganadora. De hecho, llega a este trance en medio de una poco complaciente revisión interna y al calor de dos varapalos electorales recientes, el 7 de octubre y el 16 de diciembre, por los que tuvo que cargar con sendas derrotas frente al oficialismo con proporciones de 55% contra 45%.
La oportunidad que en principio ofrece la baja de Chávez para que la oposición mejore su desempeño electoral en un futuro próximo, podría depararle, paradójicamente, escenarios aún más sombríos. Si se sustituye pronto a Chávez con el presidente de la Asamblea Nacional y este convoca a elecciones en 30 días, se pronostica una derrota histórica para la oposición, cualquiera que sea su candidato, frente al previsto candidato del oficialismo, Nicolás Maduro. Este se arroparía con el aura sacralizada de un Chávez que lo señaló como heredero. La ola de compasión y solidaridad que despertaría el martirologio del comandante elevaría a Maduro hasta la cresta de la popularidad, tal como ocurrió en 2010 con la candidatura reeleccionista de Cristina Fernández en Argentina tras la muerte de su marido, el expresidente Néstor Kirchner.
Los partidos, meros espectadores, piden en vano un diálogo al oficialismo
Así las cosas, al próximo candidato opositor le toca hacer de cordero para el sacrificio. Parece natural que el papel lo asuma Henrique Capriles, candidato derrotado en octubre pero reelegido gobernador del Estado de Miranda en diciembre. Existe una corriente mayoritaria en la MUD para apoyar esa opción. Parece lo más eficiente, dado el plazo escaso para construir otra propuesta. Pero hasta el momento Capriles no se ha pronunciado sobre una candidatura tan expuesta de antemano a la derrota.
No es descabellado pensar que la oposición pudiera presentar una candidatura de carácter simbólico para una circunstancia así. Lo aconsejaría no solo la inminencia de una derrota, sino la delicada circunstancia de la transición, durante la cual la MUD quiere jugar a favor de la continuidad institucional, razón por la que pudiera verse obligada a inhibirse de la pugnacidad característica de un evento electoral. En ese caso, se habla de la eventual candidatura del veterano dirigente democristiano Henrique Salas Römer, derrotado por Chávez en las presidenciales de 1998.
Otro sería el panorama si la transición se demora más, con una falta temporal del presidente que pudiera prolongarse hasta seis meses o un Chávez que se muestre capaz de ejercer la presidencia por algún tiempo. En ese período, las oportunidades de la oposición mejorarían gracias a la incertidumbre institucional y el desgaste de la gestión gubernamental por medidas de gran impacto político, como una devaluación de la moneda que ya se augura.
