POR: JORGE PIGNATARO
Margarita Muñoa, «Piba», es la salteña con temporánea que hoy ha elegido EL PUEBLO para compartir textos suyos. Publicó el libro «Primera voz» en 1954 y «Por los puentes del aire», en 2009 (como parte del tomo Nº 19 de la Colección Escritores Salteños), más algunos textos dispersos en diarios y revistas. Nació el 18 de febrero de 1931. Docente de lengua Euskera y atraída desde joven por la danza, el teatro, la literatura, estuvo ausente de Salto durante bastante tiempo: vivió en Montevideo, en La Habana, así como temporadas en Chile, Brasil, etc. Fue importante su tarea como actriz, sobre todo en «El Galpón», pero también en el exterior. Formó parte de un elenco encabezado por China Zorrilla. Hoy está radicada nuevamente en esta, su ciudad.
TOUT PASE
Estamos frente a frente
separados
por la mesa de mármol menos fría
y dura
y frágil que nosotros mismos
menos opaca que el vacío mortal
que nos envuelve.
Dónde estás
dónde estamos.
La tarde se nos quiebra entre los dedos
y pasa
como un ómnibus más
hacia el olvido.
Cuándo
en quién de los dos
se murió el tiempo
en que cada minuto era la ocasión única
de bebernos el alma en cada paso
de sonreírnos piel a piel
de amarnos
como si el mundo fuera simplemente el lugar
donde habitábamos
y la vida
sólo existiera para cada encuentro.
El mar andaba suelto en nuestros besos
llevándonos
trayéndonos
desde el profundo abismo a la cumbre nos mecía
con su vaivén sonoro cantando por nuestra sangre…
Compañero
ya la lluvia no siembra con húmedos cristales
la senda luminosa que ha de traer tus pasos;
ahora quema por dentro de la sangre
cayendo silenciosa hacia la ausencia.
Por qué
dónde escondiste tu calidez secreta
la infinita ternura de tus ojos
y aquel dulce estallido de júbilo que era existir a un tiempo
y saberlo
y creer en el milagro.
Compañero
el sueño tiene leves largas patas de corza
acaso necesita descansar
las piedras del camino lastiman los pies débiles;
lo hemos hecho sangrar.
Ya no sé si asomándome a tus labios
vendrá otra vez el mar.
Hay un aire desnudo, despiadado en la tarde
fría como un final
y los ómnibus pasan
y nuestro tiempo pasa
compañero
y te vas.
CARTA DE MAYO
Antes que aquí en mis ojos
Y para siempre
Se detenga el cielo;
antes que por mis huesos olvidados
abra el musgo su labio verdinegro;
antes que de la mano de Dios
caigan las suaves pisadas de la muerte
a mi oído,
quiero vivir mi corazón entero,
mi sangre intacta,
mi presencia cierta;
porque la noche crece cada segundo
un siglo.
Porque cada latido
repite la agonía,
quiero sentir la clara llamarada
de estar viva,
de pie sobre la tierra,
de ser en mí y ahora
antes que ese minuto
extienda por mis párpados
su extraña herrumbre pálida.
Quiero la cabellera de la lluvia
resbalando
paisajes de frío por mi mano,
la luz del sol mojándome los labios;
esa aguda dulzura de tocarnos las venas
para escuchar el río suavemente salado
donde reposa el fuego,
antes que la piel rota de los días
lleve mi nombre del recuerdo al tiempo,
del alba al grito,
del olvido al viento;
antes que turbios peces de silencio
busquen su cauce en mí.
Aquí y ahora
sin palabras vestidas de soledad,
sin miedo
del profundo verano de tus brazos;
aquí ahora de pie sobre la tarde,
sobre la tierra,
sobre nuestra sangre,
vengo a buscar tu boca
y a encontrarte.
TODAVÍA
Si me bastara con cerrar los párpados
para que ya no estés,
para que nunca hubieran transcurrido
los días y los años de esta ausencia,
para no haber sabido
que estabas en el mundo;
si el viento de esta tarde de verano
deshiciera tu imagen como una nube más,
o me llevara
liviana y lentamente hacia el silencio;
si pudiera partir
para encontrarte
allí donde no existe el imposible,
abriría los ojos al sol hasta cegarme
para que no te fueras,
evocando minuto por minuto cada dolor
cada recuerdo tuyo
dichosa de saber que estás sobre la tierra,
vivo;
y volvería hecha lluvia
para tocar tu rostro
suavemente, con manos de agua limpia,
poder mirar una vez más tus ojos,
y dejarte partir
hacia el olvido.