La página que cada lunes EL PUEBLO dedica enteramente a la creación literaria de salteños contemporáneos, hoy la ocupan poemas de Carlos María Cattani, para muchos conocido como CAMACA, seudónimo utilizado en diversas ocasiones.
Su vínculo con el quehacer artístico de Salto es, bien podría decirse, desde siempre: murgas, tertulias literarias, entre otras actividades lo han tenido habitualmente en primera fila, además de haber integrado durante algunos años -del gobierno departamental anterior- el área de Cultura de la Intendencia, a cuyo cargo estuvieron algún tiempo los talleres artísticos que desde allí se imparten.Nació en 1954. Periodista en medios locales, se desempeñó también en el diario Irupé, de Dolores, y textos suyos aparecieron también en otros diarios, y en las revistas de MEDABECA, Creato, La Hilacha, Hueco Subterráneo, Trilce, AlgoMÁS, así como en publicaciones literarias de Concordia, Paysandú, Paraná, Rosario (Argentina), México, Cuba y Australia.
Poemas suyos aparecen en el libro colectivo «10 poetas de Salto» (1986) y en la antología «Poesía del litoral» (2007).
Editó un trabajo periodístico titulado «Un embrujo llamado Fiesta de la Primavera» (Dolores 2004). Actualmente se dedica a la comunicación radial. Los poemas que siguen son de «Poesía del litoral».
LLEGAS RESOPLANDO
Llegas resoplando como una locomotora
como una barca traída por los vientos
y llegas al puerto de mi cama
a amarrarte
tibia y serena.
Tu geografía despareja
te ata cordilleras a la cintura
y es tu vientre el cofre donde guardas
el oro más preciado: el de la vida.
Allá afuera, el cielo trae tormentas
desata ráfagas salvajes
de un viento que estremece, la dársena, la escollera
y se pone a silbar de mal talante.
Entonces, pongo mi viejo corazón de puerto
transformo mis brazos en tus muelles
y desde el faro del vigía suelto un canto marinero
para que cierres poco a poco tus postigos.
Te oigo respirar acompasada
con esa paz de niña buena
y me siento el más feliz de los mortales
por el simple hecho de quererte.
Nosotros que supimos de naufragios
de amores perdidos entre las olas
hoy izamos las velas de un sueño
que navega a nuestras costas
desde hace casi nueve meses.
ESTELA Y EL MAR
En la fragua de los sueños
castigué metales hasta el alba.
Con el marrón de las palabras
formé tímidas oraciones
que un día, en pleno diluvio,
se transformaron en un mar de versos.
Viento en popa, sobre mi esqueleto
navegué aguas adentro, hacia la vida
y supe de esas cosas de la marinería
de puertos y amores
de pasar y no volver
de la larga lengua del lucero
atando madrugadas
asido al timón
salitroso y plural
la supe viva.
Anduve entre olas gigantes
con el pensamiento en los labios
y soplando en el viento como el viejo poeta
hasta que la soledad quebró mi nave
y revuelto entre camastros y maderos
floté en un naufragio de años
con motines a bordo incluidos.
Un día, harto de mar y de gaviotas
divisé su playa al romper el alba
y sin dudar enfilé hacia ella.
Caí a orillas de su piel
escribiendo mil te quiero en la arena
y yo que sólo había visto estelas en el cielo,
y estelas en la mar, descubrí que no siempre
las palabras se parecen a las cosas.
Pues una Estela del San Salvador me envolvió
a pura miel y sentimiento, me rodeó de amor
de sueños, de horizontes.
Los labios hablaron en su idioma de besos
encendiendo antorchas en los cuerpos
iluminándolo todo.
Y en la fragua donde arde la vida
el ritual de las nueve lunas acudió puntual a la cita
para ofrendarnos a Alfredo Manuel en un agosto
y ahora esperamos por Carlos Andrés
porque empecinados, fogosos y humanos
retamos nuevamente al destino.
No soy Ulises pero llegué a mi Ítaca,
no soy poeta pero escribo versos
y no hay días nublados ni naufragios
cuando Estela y el mar dicen que me aman.
EL TIEMPO
Hoy revienta o se quema
y nosotros
centinelas
animales de expectativas
con ganas de
saborear la aurora.