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Hoy: narrativa de Eduardo Casaballe

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Por: Jorge Pignataro

Aunque nació en Montevideo, Eduardo Enrique Casaballe Saracho se siente un salteño más, dado que se ha integrado naturalmente a la sociedad salteña, donde reside desde hace ya varios años. Y lo ha hecho no solo por vínculos familiares, afectivos, sino también desde el cumplimiento de tareas para el bien del departamento, de hecho es Edil Departamental (Partido Nacional) en la presente legislatura.
Tiene 51 años de edad, y entre sus múltiples facetas de vida, está la -poco conocida- de escribir: «escribo con mucha humildad, lo mío son letras muy humildes que espero gusten», comentaba días pasados ante EL PUEBLO.
Seguidamente, dos breves relatos («Pequeña flor» y «Un pequeño camino») y el fragmento de uno más extenso («Parábola del soldado que llegó a ser General»), del que el autor promete una continuación.

PEQUEÑA FLOR

En un jardín pequeño, donde la luz apenas llegaba, donde nacían flores pero también malezas que a diario se multiplicaban, y con ello atacaban lo bello, lo majestuoso, el esplendor que ese pequeño rincón, rodeado de ladrillos rotos, sin color, con musgo abundante. Muchas ya habían perecido, la malévola presencia de arbustos, con rasgos macabros de oscuridad tras de sí. Quizás de tantos jardines era ese, el cual me encantaba contemplar, pues en mi ser alojaba el deseo de verlo florecer, de ver en él insectos que por el polen, atraídos, le dieran vida. Día tras día, añoraba ver nacer vida. Una mañana, luego de un gris y ventoso fin de semana, volví a verle .Sorprendido me sentí, en un pequeño rincón vi una pequeña flor, amarilla, muy brillosa, solitaria .Ahí comprendí que por más oscuridad que veas, siempre se puede renacer.

UN PEQUEÑO CAMINO

Me encontré perdido, me encontré solo, sin darme cuenta que había caminado sin destino, a ciegas, me dejé guiar solo por un presentimiento que me susurraba: debes seguir, anímate, arriésgate. Pero no lo comencé seguro, con miedo, tembloroso.
Solo pensaba que me llevaría a algún lugar, desconocía qué encontraría. Pero lo que apareciera sería mejor que lo que ahora poseía.
Me dejé llevar, animado por la esperanza de cambiar mi historia.
Solo seguía mis propios pasos, en un pequeño camino.

PARÁBOLA DEL SOLDADO QUE LLEGÓ A SER GENERAL
(Fragmento)

Hubo un tiempo, mucho años ha, que un pequeño ejército, liderado por blandos y temerosos oficiales que aún no habían sentido el calor de una batalla, solo escuchaban anécdotas, de grandes lides, pero no habían jamás blandido una espada ni habíanse parapetado frente a otro soldado enemigo. Pero las ganas y su juventud los envalentonó, se acercaron a ellos, soldados ya retirados algunos, otros con cicatrices, con sus familias, para seguir a los noveles líderes. Recorrieron caminos, recibieron pequeños apoyos al principio pero luego, el apoyo de un joven General, que les tendió la mano y los cobijó, sintiéronse animados, el joven, hijo de un General ya retirado que había librado grandes batallas, siendo Jefe de su ejército por tiempo, eran credenciales para unírsele. El camino hacia la victoria parecía duro e imposible, dado que en el reino dominaban fuerzas oscuras, destructoras, que se le quedaban con toda la riqueza a su pueblo. Recorrieron caminos, pelearon batallas junto al General, quien ganó la batalla más importante, fue declarado Emperador, pero ellos decidieron volver a sus feudos, a librar pequeñas batallas para recuperar su poder, antaño perdido, pero la batalla fue durísima, no lograron vencer. Premio consuelo, el Emperador le designó al de su mayor confianza, el contralor y manejo de la presa, que reportaba ganancias para todo el reino, en concordancia con el Gobernador, quien antes lo había vencido en dura batalla. Dentro de sus filas, contaba con todo tipo de fieles, soldados mercenarios, de otros ejércitos ya derrotados y sus más fieles soldados que desde el principio lo acompañaron. El tiempo transcurría, su figura crecía pero así también el descontento de parte de sus fieles, que veían llegar otros oportunistas, con más suerte y poder que ellos. Empezaron a aparecer pequeños grupos de ellos con ánimo unos y con ínfulas otros, para generar sus propios ejércitos, y un soldado que soñaba ser General…
(Continuará).

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