NReferente de las añejas fonoplateas con público en vivo, del teatro, cine y de la primera televisión. Su humor fue distinto, fue un capo de la comicidad. Espectacular imitador -así comenzó realmente- tratando de emular las voces de la radio, ya sean locutores, cantantes u opinólogos. “La risa es una terapia única”, decía. Como casi todos empezó bien de abajo, hasta que en 1932, después de haberse mostrado en ámbitos familiares y con amigos, lo estimularon para que tentara suerte en algún lugar. Ocurrió que junto a varios conocidos organizaron una reunión bailable en los salones del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Era carnaval. Observó el escenario vacío, subió, y soplando un peine con un papel tocó algunas melodías conocidas del momento, y contó chistes que lograron gran aceptación. Así, marcó el inicio de su ruta, “Pepe” Iglesias, a quien más tarde llamarían “El Zorro”, seudónimo que le colocó un maestro de escuela, que un buen día lo observó por su conducta, manifestando frente a sus compañeros de clase: “Vos… sos un zorro!”, por sortear las dificultades de las lecciones hábilmente con su verborragia y gracia características, y le quedó para siempre. Ya en 1933, tenía una troupe estudiantil en el mismísimo teatro Opera, donde un empresario lo descubrió.
EL CONVENTILLO DE
SARMIENTO y CALLAO
El verdadero nombre de “Pepe” era José Angel Iglesias Sánchez, nacido el 11 de febrero de 1915, en Buenos Aires. Además de ser bien porteño, llegó a éste mundo en el conventillo de Sarmiento y Callao, y fue hijo único de Manuela Sánchez y José Iglesias. «Pues sí, por los cuatro costados; mis abuelos maternos, paternos, todos eran gallegos…Todos gallegos de Galicia… Toda mi familia era gallega: mis abuelos, mis bisabuelos, mis tatarabuelos, mis…¡Qué se yo!…” manifestaría “El Zorro” a través de uno de sus monólogos. Sus padres que se habían conocido en España, fueron inmigrantes humildes y se casaron en Argentina, viviendo la tranquila y alegre infancia de su pequeño José Angel, al compás de una radio encendida en el hogar. Es que voz que aparecía en el éter, era imitada a la perfección por “Pepe”, y si salía al aire un cantante, también lo personificaba pero ésta vez acompañado por su mamá, que entonaba muy bien. Pero, el tiempo que no se detiene, encuentra a José Angel trabajando en Victor X. Ray Corporation, vendiendo aparatos de rayos X para sanatorios, a una cuadra de Radio El Mundo, hasta que una vez caminando pasa por la puerta de la emisora, decide entrar, y presentarse para comentar quien era y que hacía. Definitivamente, para su sorpresa, luego de mostrarse lo contratan. Corría el año 1937. Debutaría en la fonoplatea especialmente montada por la broadcasting, haciendo un sinfín de personajes. “Y… a la radio llegué dando una prueba, porque Radio El Mundo, dios me libre! Era La catedral de la radio, en aquel entonces! Llegué con mi ilusión, con mi librito, porque había pedido turno para una prueba. Entonces, pido mi lugar, me lo conceden. Yo era el décimo de los diez que íbamos. Después de la prueba, me llamaron y me dijeron que subiera al primer piso, donde estaba el director artístico. Entonces subo, me presento y me dice textualmente, algo que no me lo olvido en mi vida: ‘Pibe: yo no sé dónde te voy a meter, pero vos de ésta casa no te movés más’ Entonces me colocó, para familiarizarme con los micrófonos, en los elencos de radioteatro que en aquel entonces eran el ‘boom’ Hice de todo, hasta algunos papeles junto a Niní Marshall…”
EL MURMULLO DEL ETER
Debutó oficialmente el 1º de mayo de 1937 en El Mundo, auspiciado por Cafiaspirina, con el programa “El murmullo del éter”. Hacía imitaciones de Luis Sandrini, Niní Marshall, Rosita Quiroga, Pepe Arias, Ortiz Tirado, Lili Pons, y muchos más. Decía la prensa especializada, que tales imitaciones eran perfectas, al punto de que en más de una oportunidad empleaba su habilidad para bromas telefónicas que surtían efecto perfectamente. Pronto comenzó, además, a crear personajes, el primero fue “La Porotita” -una niña le siguieron, “Jesús y Curra” -una pareja de gallegos que hablaban por teléfono- “el Comandante Caruso” -inspirado en un «lobo de mar» de la Vuelta de Rocha, en el barrio de La Boca- o “El Pebe”, entre tantos. Una vez llegó a hacer treinta y siete voces diferentes en una misma audición. “Es sabido que la radio era el centro de tertulia familiar. Los testimonios recogidos afirman que la familia en pleno se reunía los martes, jueves y domingos por la noche, para escuchar al «Zorro». Nadie quedaba por las calles, y hasta los empresarios de espectáculos llegaron a quejarse, porque en esos días disminuía notablemente el público en los teatros y cines. La prensa argentina definía así esta situación: «El aparato de radio establecía la temperatura familiar en cada casa, porque a su lado se arracimaban los padres y los hijos, en la distensión compartida, la unidad hogareña. Ese humor transparente, de trámite sencillo, ajeno a cualquier vulgaridad y a años luz de la menor grosería, tenía mucho que ver con la fisonomía simple del barrio, con el sabor de lo cotidiano”.
UN GRAN MAESTRO
“La radio unía a las personas casi de una manera protectora y “El Zorro” era algo así como el gran maestro de ceremonias que las convocaba. Claro, eran otros tiempos y otro estilo humorístico. Lo cierto es que el intérprete jamás se desligó de esos códigos de vida y artísticos, absolutamente identificado con los días de una década del cuarenta -en la que brillara con intensidad- que ahora nos suena tan lejana. Por esos momentos, también recorrió el interior argentino con éxito. En 1938 filmó su primera película, “Dos amigos y un amor”, bajo la dirección de Lucas Demare, donde canta “Hay que aclarar”, un tango con Canaro. A raíz de eso se fue de gira llegando a Uruguay, donde era presentado por C X 16, Radio Carve. Le siguieron más filmes, personajes, televisión, temas cantados al estilo de “Esmeralda, rascáme la espalda” y “Salí al balcón”, por los cuales muchos recuerdan hoy a éste humorista-cantante, aún más que por sus actuaciones en el cine, como así también por sus silbidos, que merecen atención aparte. “Salí al balcón” fue compuesta por él junto a Víctor Schlichter -con cuya orquesta grabaría- y a nuestro compatriota Arturo García Nuñez –Wimpi- quien comenzó a escribirle los libretos cuando hacia 1949 «El Zorro» pasó a actuar a Radio Belgrano, y continuó siendo co-autor de algunas de sus canciones.
Más tarde llegarían sus presencias a México, Estados Unidos, España y toda América Latina. “Se recuerdan las frases de sus personajes: «No se lo diga, Polonio», «Docena mais um: treece», «Hecho por Délo» y «¿Cómo se llama éste pograma?». Su última actuación radial fue en 1988, en «Dándonos la mano», por Radio América. Lamentablemente, hoy hace 22 años que falleció en Santiago de Chile, el 4 de marzo de 1991, a los 76 años. Se autodefinió como un payaso. Y lo fue. «Mi intención fue llegar a toda la familia.
Siempre con el mismo objetivo: un humor franco, sin doble sentido, de comentario. Yo he sido un payaso, un comediante, con todo el respeto que éstas profesiones me producen, y me moriré como tal…» “
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