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viernes, 9 de mayo de 2025
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HOMENAJE A DON LUIS BATLLE

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Diario EL PUEBLO digital
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Estimados lectores. El 15 de Julio de 1964, hace exactamente 50 años, fallecía una de las personalidades más importantes de la política nacional, Don Luis Batlle Berres.
Quienes por razones generacionales no tuvimos el honor de conocerlo, más que por relatos de quienes sí y por medio de libros de historia y política, hemos cultivado un especial respeto y gran admiración, por ese caudillo al estilo rioplatense, que si Wilson fue el último del Partido Nacional, Don Luis lo fue del Colorado.
Nacido el 26 de Noviembre de 1897 en la ciudad de Montevideo, fue hijo de Don Luis Batlle y Ordoñez (hermano de Don Pepe Batlle) y de Doña Petrona Berres. Una vez huérfano de madre a los 3 años y de padre a los 11, pasa a vivir con su ilustre tío en la quinta de Piedras Blancas, donde es criado como un hijo más, de los tantos que tenía el líder colorado.
Cursó estudios en el Liceo Elbio Fernández y si bien le interesaba la medicina, asistió a algunas materias en Facultad de Derecho a instancias de su padrino el Dr. José Irureta Goyena; alistándose también más tarde, en la Aviación Militar.
En 1927 se casó con Doña Matilde Ibáñez de cuyo matrimonio nacieron 3 hijos: Jorge Luis, Luis César y Matilde.
Siempre acompañó a Don Pepe en los quehaceres políticos, razón por la cual se dedica de cuerpo y alma a la actividad, la que lo lleva a la Cámara de Diputados en 1923, banca que ocupó hasta que fue  obligado a exiliarse en 1933, tras el Golpe de Estado del Dr. Terra. Reside en ese lapso de tiempo en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata, donde bajo el seudónimo de “Conrado López” se sumó a la redacción del diario “La Razón”.
En 1936 vuelve al país, una vez que éste se pacificó y adquiere Radio “Ariel”, la que pasaría a ser su medio de sustento y bastión político, gracias a un préstamo otorgado por su ya mencionado padrino.
Se cuenta, que en un momento en que obtener avisos publicitarios estaba complicado, recorrió uno a uno los comercios de calle 18 de Julio ofreciendo la publicidad, en un admirable gesto republicano de austeridad y sencillez.
En 1942 es nuevamente electo Diputado, ocupando por tres períodos la Presidencia de la Cámara de Representantes; volvería al Parlamento, pero esta vez como Vicepresidente de la República, al ser electo por la fórmula Berreta – Batlle en 1946.
El 29 de Julio de 1947, el Presidente Berreta cae gravemente enfermo, falleciendo en Octubre del mismo año, asumiendo Batlle la presidencia; comenzaba de esta manera su liderazgo indiscutido en el Partido Colorado, a la cabeza de la Lista 15, férrea opositora de la “14”, liderada por sus primos, César, Rafael y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de Don Pepe.
Durante años, la arena política, fue el escenario de una acérrima batalla electoral entre ambas agrupaciones batllistas, que solamente aminoraba, cuando se unían para enfrentar al tradicional adversario, el Partido Nacional.
Durante su presidencia, Batlle llevó adelante políticas de gobierno que se basaron fundamentalmente en la sustitución de importaciones, procurando el desarrollo de la industria nacional, siendo conocido éste período, como Neobatllismo.
Ganando las elecciones de 1954, se convierte en Presidente del Consejo Nacional de Gobierno; en 1958 presencia la derrota de su partido ante el Nacionalismo, que por primera vez llegaba al poder en el Siglo XX; vencido una vez más, vuelve a ser electo para el cargo, pero renuncia para ocupar una banca en el Senado, donde lo sorprendió la muerte.
Gran periodista, condujo con convicción democrática el Diario Acción, donde inclusive adversarios, disponían de espacio para escribir, aún, en su contra.
Así vivió y murió este hombre; reconocido por su honestidad y don de gente; admirado por propios y extraños; una exacta definición de su personalidad la expresó Manuel Flores Mora: “Luis Batlle era él, solo él, un espectáculo en sí mismo. Porque además entretejida con todo lo que él significaba, estaba la densidad que su propio, personal destino de conductor había agregado, victoria tras victoria. En sus últimos años era el país entero el que descansaba sobre sus hombros, el que se equilibraba en torno a su figura, con el reconocimiento hasta de sus más enconados adversarios”.

Estimados lectores. El 15 de Julio de 1964, hace exactamente 50 años, fallecía una de las personalidades más importantes de la política nacional, Don Luis Batlle Berres.

Quienes por razones generacionales no tuvimos el honor de conocerlo, más que por relatos de quienes sí y por medio de libros de

<p>Adrián Baez.</p>
Adrián Baez.

historia y política, hemos cultivado un especial respeto y gran admiración, por ese caudillo al estilo rioplatense, que si Wilson fue el último del Partido Nacional, Don Luis lo fue del Colorado.

Nacido el 26 de Noviembre de 1897 en la ciudad de Montevideo, fue hijo de Don Luis Batlle y Ordoñez (hermano de Don Pepe Batlle) y de Doña Petrona Berres. Una vez huérfano de madre a los 3 años y de padre a los 11, pasa a vivir con su ilustre tío en la quinta de Piedras Blancas, donde es criado como un hijo más, de los tantos que tenía el líder colorado.

Cursó estudios en el Liceo Elbio Fernández y si bien le interesaba la medicina, asistió a algunas materias en Facultad de Derecho a instancias de su padrino el Dr. José Irureta Goyena; alistándose también más tarde, en la Aviación Militar.

En 1927 se casó con Doña Matilde Ibáñez de cuyo matrimonio nacieron 3 hijos: Jorge Luis, Luis César y Matilde.

Siempre acompañó a Don Pepe en los quehaceres políticos, razón por la cual se dedica de cuerpo y alma a la actividad, la que lo lleva a la Cámara de Diputados en 1923, banca que ocupó hasta que fue  obligado a exiliarse en 1933, tras el Golpe de Estado del Dr. Terra. Reside en ese lapso de tiempo en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata, donde bajo el seudónimo de “Conrado López” se sumó a la redacción del diario “La Razón”.

En 1936 vuelve al país, una vez que éste se pacificó y adquiere Radio “Ariel”, la que pasaría a ser su medio de sustento y bastión político, gracias a un préstamo otorgado por su ya mencionado padrino.

Se cuenta, que en un momento en que obtener avisos publicitarios estaba complicado, recorrió uno a uno los comercios de calle 18 de Julio ofreciendo la publicidad, en un admirable gesto republicano de austeridad y sencillez.

En 1942 es nuevamente electo Diputado, ocupando por tres períodos la Presidencia de la Cámara de Representantes; volvería al Parlamento, pero esta vez como Vicepresidente de la República, al ser electo por la fórmula Berreta – Batlle en 1946.

El 29 de Julio de 1947, el Presidente Berreta cae gravemente enfermo, falleciendo en Octubre del mismo año, asumiendo Batlle la presidencia; comenzaba de esta manera su liderazgo indiscutido en el Partido Colorado, a la cabeza de la Lista 15, férrea opositora de la “14”, liderada por sus primos, César, Rafael y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de Don Pepe.

Durante años, la arena política, fue el escenario de una acérrima batalla electoral entre ambas agrupaciones batllistas, que solamente aminoraba, cuando se unían para enfrentar al tradicional adversario, el Partido Nacional.

Durante su presidencia, Batlle llevó adelante políticas de gobierno que se basaron fundamentalmente en la sustitución de importaciones, procurando el desarrollo de la industria nacional, siendo conocido éste período, como Neobatllismo.

Ganando las elecciones de 1954, se convierte en Presidente del Consejo Nacional de Gobierno; en 1958 presencia la derrota de su partido ante el Nacionalismo, que por primera vez llegaba al poder en el Siglo XX; vencido una vez más, vuelve a ser electo para el cargo, pero renuncia para ocupar una banca en el Senado, donde lo sorprendió la muerte.

Gran periodista, condujo con convicción democrática el Diario Acción, donde inclusive adversarios, disponían de espacio para escribir, aún, en su contra.

Así vivió y murió este hombre; reconocido por su honestidad y don de gente; admirado por propios y extraños; una exacta definición de su personalidad la expresó Manuel Flores Mora: “Luis Batlle era él, solo él, un espectáculo en sí mismo. Porque además entretejida con todo lo que él significaba, estaba la densidad que su propio, personal destino de conductor había agregado, victoria tras victoria. En sus últimos años era el país entero el que descansaba sobre sus hombros, el que se equilibraba en torno a su figura, con el reconocimiento hasta de sus más enconados adversarios”.

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