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lunes, 2 de junio de 2025
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Hay que apostar por ser mejores

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Diario EL PUEBLO digital
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Hay que saber reírse de uno mismo pudiendo a su vez decir lo que se opina sobre tal o cual tema, con algo de mordacidad e ironía, si a uno se le antoja, pero sobre todas las cosas con libertad. Porque como dijo el más grande los Orientales “Con Libertad no Ofendo ni Temo”, entonces si vivimos en un país libre, donde uno piensa de determinada manera y quiere expresarlo, debe ser comprendido, no entendido, ni valorado, ni tampoco compartido, sino comprendido y usar en caso de que se encuentre necesario, el derecho a decir todo lo contrario por sentirse aludido. Es más sano eso que hablar entre dientes, porque los hace tragar mal la comida.
Porque sino seguiremos cayendo en la mediocridad de la hipocresía, la de palmearle la espalda a la prensa y enarbolarse con su libertad, pero por lo bajo haciendo todo lo contrario. Y ese tipo de cosas existen acá y en la China y todos los días, todos los días que uno dice cosas que los que se mal acostumbraron a que los mimen demasiado, no comparten. Pero en fin, allá ellos y su visión de las cosas, y su susceptibilidad por lo que podamos decir quienes pensamos distinto.
Es que dentro de dos días se celebrará en todo el país el Día del Periodista, se trata de una jornada anual de reflexión sobre la labor que hacemos quienes somos conseguidores de información, periodistas, comunicadores, redactores, productores de noticias, o como quieran llamarnos.
Ese día, la mayoría de los informadores, analistas, opinólogos, y conseguidores y divulgadores de información, somos saludados por una importante cantidad de personas que se acercan a nosotros y nos recuerdan cuán necesaria es nuestra labor para la vida en democracia, y nos dicen cosas tales como que nuestro abordaje ayuda a multiplicar las ideas y que la tarea que asumimos, ya sea en días hábiles, pero también sábados, domingos y feriados, es vital para que la población sepa lo que está pasando y de ahí en más que ayudamos a pensar a nuestra comunidad, poniendo en jaque muchas veces a nuestros gobernantes cuando denunciamos, describimos o informamos qué es lo que están haciendo y sobre todas las cosas cómo lo están haciendo, que es muy importante.
Siempre y cuando el periodista diga las cosas, las denuncie, las informe y no cubra la verdad o distraiga con cosas que no son las que debería informar realmente si su labor es la de ser, a decir de Gabriel Pastor (actual subeditor de El Observador) “guardián de los poderes públicos”. O solamente se limite a transmitir los estados de ánimo del gobernante de turno, o a enumerar cada una de las obras o gestiones que hace desde la presidencia, el senado, la diputación, la intendencia o la Junta Departamental, lo que no está mal, si también se denuncia lo que se hace mal y lo que no es bueno para el lugar donde uno vive.
El periodista es por lo general un trabajador más, a no ser que sea el dueño de una empresa formidable cosa que acá no pasa, que vive de un sueldo y que tiene que cumplir con determinada tarea para la empresa en la que trabaja, porque de lo contrario puede sufrir el menoscabo de su actividad y esto determina una afectación de sus ingresos, los que necesita para vivir como el resto de sus pares.
Pero el periodista, ¿Tiene poder? Tiene el poder de difundir desde un medio la información que entiende necesaria para que la comunidad sepa qué es lo que está pasando. Pero más que poder, ya que muchas veces podría ejercerlo y en caso de conseguirlo con independencia, altura y sobre todas las cosas con fundamento, no siempre tiene la resonancia que supone que debería, tiene responsabilidad.
Esto último es muy importante y es básico en la tarea periodística. Tiene la responsabilidad de ilustrarse antes de abordar un tema, debe saber de lo que está hablando, debe investigar, hablar con los actores involucrados y tener al menos un ápice de conocimiento sobre la situación que pretende exponer ante el público. Eso lamentablemente no se ve mucho en Salto. Sí en algunos casos, pero son contados con los dedos los casos en que los periodistas, o quienes cumplen tareas aproximadas, abordan temas importantes, de fondo, que buscan transformar las cosas, con el fundamento debido y con la responsabilidad de saber de qué están hablando.
Por eso, un juez al que abordé una vez para obtener información oficial, porque estaba cansado de que sean retraídos y no nos ayuden a informarle a las personas qué es lo que estaba sucediendo en su juzgado, me decía que no daba información porque los periodistas que lo abordaban no se preocupaban por saber nada de nada, y entonces después tergiversaban todo.
Me dijo que notó que nadie se ocupaba al menos de leer cómo funciona el proceso y que vio que no buscaban saber de qué se tratan los conceptos que se manejan, para lo cual no es necesario ser abogado, sino leer y lo que no entienden, entonces consultarlo, para así informar mejor. Y tiene razón, la mayoría no solo no sabe, sino que peor aún, no se preocupan por saber y ese es el problema. Ahí desinforman y las fuentes directas de información, optan por otro de sus derechos que es el famoso y odiado ‘no sabe, no contesta’, y contribuyen aún más a que nada se sepa. Pero ante esto los periodistas esperamos sentados que nos digan más o menos qué fue lo que pasó y con eso nos quedamos, muchas veces diciendo todo al revés.
La vorágine en la que vivimos en este mundo de internet donde todo se sabe al instante, nos genera un compromiso mayor con la calidad de la información que buscamos transmitir. No podemos quedarnos sentados, de brazos cruzados, esperando que el “señor fuentes” nos diga qué pasó en tal lugar y quedarnos solamente con eso. Porque la opinión pública puede contrarrestar lo que le estamos diciendo en un santiamén, si la información carece del contexto en el que surge el hecho noticioso.
Pero eso va en el compromiso que pongamos en dar todas las caras de la noticia. Por más que a tal o cual político no le guste que eso salga y no quiera decir nada, por más que el movimiento social equis, que inicia una movida determinada, después se queje por la visión analítica de una situación que escapa a su voluntad altruista de generar mejores condiciones de vida para la sociedad en la que está inmersa, por más que nadie quiera decirnos nada e incluso nos ponga cortapisas a lo que pensamos y queremos divulgar, no podemos bajar los brazos y tenemos que seguir adelante con nuestro trabajo, por más que esas mismas personas sean las que nos saluden el miércoles con un apretón de manos o con un mensaje de texto por simple cortesía.
Los medios no pueden ser utilizados como operadores políticos encubiertos, por más que estén enfrentados entre sí y tengan líos hasta familiares en el medio, porque echan por la borda la tarea que realizan, ya que pierden credibilidad y no sirven como referencia para tomarle el pulso a la sociedad, porque por ser medios que ponen la información al instante cualquier ciudadano o periodista debería verse obligado a seguirlos y no así en las actuales circunstancias.
Los periodistas hoy estamos más vigentes que nunca, porque más allá de que con internet y una red social a disposición cualquiera puede ejercer la tarea de informar, no tendrá los elementos técnicos ni el rigor profesional adecuado como para dirimir qué es información de calidad y cual no, y ese es el debate que los medios de comunicación deberíamos considerar darnos hoy en Salto.
Deberíamos juntarnos todos para hablar de cuál es nuestra labor en la actualidad, con qué responsabilidad la que estamos cumpliendo, con qué compromiso asumimos el trabajo, con qué profundidad e inteligencia abordamos las cosas para servir de la mejor manera posible a nuestra sociedad.
Salto tiene una diversidad de medios de comunicación importante, que debería saber aprovechar para brindar de la mejor manera posible la mayor cantidad de información seria, objetiva, veraz, equilibrada y con fundamento, analizando cada tema y abordándolo con la profundidad necesaria como para que la gente razone lo que está haciendo y porqué lo está haciendo.
Aunque para ello, primero los periodistas deberían actualizarse en todos los temas, aggiornarse con las herramientas que deberían utilizar y saber quiénes son los que rigen nuestro destino, cómo funciona el mundo, y en muchos casos, aunque parezca lastimoso decirlo, los periodistas y otros trabajadores de los medios, que también inciden en el contenido de los procesos de elaboración de noticias tendrían que tener conocimiento hasta cuáles son sus derechos, para saber dónde están parados, porque la mayoría cree que hacer periodismo es pararse frente a un micrófono, preguntarle tres cosas a un político y transcribir textualmente lo que dijo. O hablar todo el día de todo un poco, sin tener una idea clara, por no decir la más mínima, de lo que están diciendo.
El periodismo es una responsabilidad enorme si se ejerce bien, para esto hay que prepararse, no para saber agarrar un micrófono o tener una linda escenografía y juego de cámaras en un set de televisión, así luego juegan a los Martín Fierro y pretenden ganar un premio organizado por la organización tal o cual, sino que estoy convencido de que nos debemos una discusión muy profunda para analizar, reflexionar y así tratar de mejorar todos los días.
Porque nuestra sociedad lo merece, y más que eso, lo necesita, porque el hecho de no recibir un periodismo serio y responsable les permite en muchos casos incidir por nosotros la manera en que debemos comunicar algunas cosas y eso algo que si somos periodistas y defendemos nuestro trabajo con honestidad intelectual, no lo podemos permitir. Por eso, reflexionemos para que el saludo del miércoles valga la pena.

Hay que saber reírse de uno mismo pudiendo a su vez decir lo que se opina sobre tal o cual tema, con algo de mordacidad e ironía, si a uno se le antoja, pero sobre todas las cosas con libertad. Porque como dijo el más grande los Orientales “Con Libertad no Ofendo ni Temo”, entonces si vivimos en un país libre, donde uno piensa de determinada manera y quiere expresarlo, debe ser comprendido, no entendido, ni valorado, ni tampoco compartido, sino comprendido y usar en caso de que se encuentre necesario, el derecho a decir todo lo contrario por sentirse aludido. Es más sano eso que hablar entre dientes, porque los hace tragar mal la comida.

Porque sino seguiremos cayendo en la mediocridad de la hipocresía, la de palmearle la espalda a la prensa y enarbolarseprensa con su libertad, pero por lo bajo haciendo todo lo contrario. Y ese tipo de cosas existen acá y en la China y todos los días, todos los días que uno dice cosas que los que se mal acostumbraron a que los mimen demasiado, no comparten. Pero en fin, allá ellos y su visión de las cosas, y su susceptibilidad por lo que podamos decir quienes pensamos distinto.

Es que dentro de dos días se celebrará en todo el país el Día del Periodista, se trata de una jornada anual de reflexión sobre la labor que hacemos quienes somos conseguidores de información, periodistas, comunicadores, redactores, productores de noticias, o como quieran llamarnos.

Ese día, la mayoría de los informadores, analistas, opinólogos, y conseguidores y divulgadores de información, somos saludados por una importante cantidad de personas que se acercan a nosotros y nos recuerdan cuán necesaria es nuestra labor para la vida en democracia, y nos dicen cosas tales como que nuestro abordaje ayuda a multiplicar las ideas y que la tarea que asumimos, ya sea en días hábiles, pero también sábados, domingos y feriados, es vital para que la población sepa lo que está pasando y de ahí en más que ayudamos a pensar a nuestra comunidad, poniendo en jaque muchas veces a nuestros gobernantes cuando denunciamos, describimos o informamos qué es lo que están haciendo y sobre todas las cosas cómo lo están haciendo, que es muy importante.

Siempre y cuando el periodista diga las cosas, las denuncie, las informe y no cubra la verdad o distraiga con cosas que no son las que debería informar realmente si su labor es la de ser, a decir de Gabriel Pastor (actual subeditor de El Observador) “guardián de los poderes públicos”. O solamente se limite a transmitir los estados de ánimo del gobernante de turno, o a enumerar cada una de las obras o gestiones que hace desde la presidencia, el senado, la diputación, la intendencia o la Junta Departamental, lo que no está mal, si también se denuncia lo que se hace mal y lo que no es bueno para el lugar donde uno vive.

El periodista es por lo general un trabajador más, a no ser que sea el dueño de una empresa formidable cosa que acá no pasa, que vive de un sueldo y que tiene que cumplir con determinada tarea para la empresa en la que trabaja, porque de lo contrario puede sufrir el menoscabo de su actividad y esto determina una afectación de sus ingresos, los que necesita para vivir como el resto de sus pares.

Pero el periodista, ¿Tiene poder? Tiene el poder de difundir desde un medio la información que entiende necesaria para que la comunidad sepa qué es lo que está pasando. Pero más que poder, ya que muchas veces podría ejercerlo y en caso de conseguirlo con independencia, altura y sobre todas las cosas con fundamento, no siempre tiene la resonancia que supone que debería, tiene responsabilidad.

Esto último es muy importante y es básico en la tarea periodística. Tiene la responsabilidad de ilustrarse antes de abordar un tema, debe saber de lo que está hablando, debe investigar, hablar con los actores involucrados y tener al menos un ápice de conocimiento sobre la situación que pretende exponer ante el público. Eso lamentablemente no se ve mucho en Salto. Sí en algunos casos, pero son contados con los dedos los casos en que los periodistas, o quienes cumplen tareas aproximadas, abordan temas importantes, de fondo, que buscan transformar las cosas, con el fundamento debido y con la responsabilidad de saber de qué están hablando.

Por eso, un juez al que abordé una vez para obtener información oficial, porque estaba cansado de que sean retraídos y no nos ayuden a informarle a las personas qué es lo que estaba sucediendo en su juzgado, me decía que no daba información porque los periodistas que lo abordaban no se preocupaban por saber nada de nada, y entonces después tergiversaban todo.

Me dijo que notó que nadie se ocupaba al menos de leer cómo funciona el proceso y que vio que no buscaban saber de qué se tratan los conceptos que se manejan, para lo cual no es necesario ser abogado, sino leer y lo que no entienden, entonces consultarlo, para así informar mejor. Y tiene razón, la mayoría no solo no sabe, sino que peor aún, no se preocupan por saber y ese es el problema. Ahí desinforman y las fuentes directas de información, optan por otro de sus derechos que es el famoso y odiado ‘no sabe, no contesta’, y contribuyen aún más a que nada se sepa. Pero ante esto los periodistas esperamos sentados que nos digan más o menos qué fue lo que pasó y con eso nos quedamos, muchas veces diciendo todo al revés.

La vorágine en la que vivimos en este mundo de internet donde todo se sabe al instante, nos genera un compromiso mayor con la calidad de la información que buscamos transmitir. No podemos quedarnos sentados, de brazos cruzados, esperando que el “señor fuentes” nos diga qué pasó en tal lugar y quedarnos solamente con eso. Porque la opinión pública puede contrarrestar lo que le estamos diciendo en un santiamén, si la información carece del contexto en el que surge el hecho noticioso.

Pero eso va en el compromiso que pongamos en dar todas las caras de la noticia. Por más que a tal o cual político no le guste que eso salga y no quiera decir nada, por más que el movimiento social equis, que inicia una movida determinada, después se queje por la visión analítica de una situación que escapa a su voluntad altruista de generar mejores condiciones de vida para la sociedad en la que está inmersa, por más que nadie quiera decirnos nada e incluso nos ponga cortapisas a lo que pensamos y queremos divulgar, no podemos bajar los brazos y tenemos que seguir adelante con nuestro trabajo, por más que esas mismas personas sean las que nos saluden el miércoles con un apretón de manos o con un mensaje de texto por simple cortesía.

Los medios no pueden ser utilizados como operadores políticos encubiertos, por más que estén enfrentados entre sí y tengan líos hasta familiares en el medio, porque echan por la borda la tarea que realizan, ya que pierden credibilidad y no sirven como referencia para tomarle el pulso a la sociedad, porque por ser medios que ponen la información al instante cualquier ciudadano o periodista debería verse obligado a seguirlos y no así en las actuales circunstancias.

Los periodistas hoy estamos más vigentes que nunca, porque más allá de que con internet y una red social a disposición cualquiera puede ejercer la tarea de informar, no tendrá los elementos técnicos ni el rigor profesional adecuado como para dirimir qué es información de calidad y cual no, y ese es el debate que los medios de comunicación deberíamos considerar darnos hoy en Salto.

Deberíamos juntarnos todos para hablar de cuál es nuestra labor en la actualidad, con qué responsabilidad la que estamos cumpliendo, con qué compromiso asumimos el trabajo, con qué profundidad e inteligencia abordamos las cosas para servir de la mejor manera posible a nuestra sociedad.

Salto tiene una diversidad de medios de comunicación importante, que debería saber aprovechar para brindar de la mejor manera posible la mayor cantidad de información seria, objetiva, veraz, equilibrada y con fundamento, analizando cada tema y abordándolo con la profundidad necesaria como para que la gente razone lo que está haciendo y porqué lo está haciendo.

Aunque para ello, primero los periodistas deberían actualizarse en todos los temas, aggiornarse con las herramientas que deberían utilizar y saber quiénes son los que rigen nuestro destino, cómo funciona el mundo, y en muchos casos, aunque parezca lastimoso decirlo, los periodistas y otros trabajadores de los medios, que también inciden en el contenido de los procesos de elaboración de noticias tendrían que tener conocimiento hasta cuáles son sus derechos, para saber dónde están parados, porque la mayoría cree que hacer periodismo es pararse frente a un micrófono, preguntarle tres cosas a un político y transcribir textualmente lo que dijo. O hablar todo el día de todo un poco, sin tener una idea clara, por no decir la más mínima, de lo que están diciendo.

El periodismo es una responsabilidad enorme si se ejerce bien, para esto hay que prepararse, no para saber agarrar un micrófono o tener una linda escenografía y juego de cámaras en un set de televisión, así luego juegan a los Martín Fierro y pretenden ganar un premio organizado por la organización tal o cual, sino que estoy convencido de que nos debemos una discusión muy profunda para analizar, reflexionar y así tratar de mejorar todos los días.

Porque nuestra sociedad lo merece, y más que eso, lo necesita, porque el hecho de no recibir un periodismo serio y responsable les permite en muchos casos incidir por nosotros la manera en que debemos comunicar algunas cosas y eso algo que si somos periodistas y defendemos nuestro trabajo con honestidad intelectual, no lo podemos permitir. Por eso, reflexionemos para que el saludo del miércoles valga la pena.

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