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lunes, 31 de marzo de 2025
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Hace 25 años, la poesía de Guarino veía su primera luz

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José Luis Guarino
José Luis Guarino, poeta salteño. Responsable de la página cultural de Diario EL PUEBLO de Salto entre 1988 y 2006

El hombre se había hecho esperar para mostrar su poesía. Llevaba a cuestas ya una larga y muy fecunda labor como docente de literatura y como periodista; seguramente escribiendo poemas también, pero sin darlos a conocer. Había nacido en 1939 y fue en 1999 cuando recién dio a conocer su primer libro de poemas, que se llamó muy significativamente “Luz de Domingo”. Estamos a 25 años de esa publicación, y hablamos, por supuesto, de José Luis Guarino.

Después, en 2009, o sea exactamente una década después, publicaba otro poemario: “Crepúsculos y Auroras”. Dos libros; sí, solamente dos libros publicados le bastan hoy a este poeta para tener una posición muy destacada en la literatura salteña. Hoy celebramos los 25 años del primero, los 15 años del segundo, y sobre todo que el querido José Luis se aproxima a paso firme rumbo a sus 85 años de vida, con la lucidez y cordialidad que lo han caracterizado siempre.

Alternamos a continuación poemas de uno y otro libro:

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Marcha por la Vida - Viernes 28 de marzo, 19:15hs
ALBISU Intendente - Lista 7001 - COALICIÓN SALTO

CREPÚSCULOS Y AURORAS

Aún guardo el calor
de las manos divinas
que un día me lanzaron en vuelo
de libertad y lejanías
voy gastando el viático
que me ha dado el buen Dios
para mi viaje
de regreso
esta
distancia de tiempo
en que navega
mi barca cargada de agonías
esta
sucesión de crepúsculos y auroras
que sin pausa
me acercan a la Luz.

(de “Crepúsculos y auroras”)

EL RECREO DE DIOS

Hoy
Dios
se ha dedicado a jugar.

Los mundos repiten
su aprendida lección
sin caer en la cuenta
de la distracción de Dios.

Hoy
Dios
se ha vestido de brisa festiva…

Yo
-testigo perplejo-
no sé si aún luchan
el mar y la roca
o si toda la vida
se ha detenido un instante.

(de “Luz de Domingo”)

EL SOL ESCONDIDO

El sol se ha escondido
para que no lo apague la lluvia
luego
abrirá ventanas azules
para espiar el cansancio
del agua
la tierra
celebrará su regreso
extendiendo alfombras
de luz.

(de “Crepúsculos y auroras”)

HABLAR CON DIOS

I
Salgo del túnel de la noche
como de una tumba
transitoria.

He esperado en el silencio
que pronunciaras tu diario
“Hágase la luz”
que me devuelve al día.

Heme aquí envuelto
en mi túnica cotidiana.

Tú soltaste sobre mí
los ríos del reposo
y sus pacíficos remansos
borraron mis fatigas.

Me esperan ahora
la fragua
y el yunque
en que voy moldeando
la criatura que quisiste,
pero, primero,
déjame ver tu rostro
de la infinita redondez
recién amanecida.

II
Llegas puntual, infaltable.
Me estás llamando
cuando despierto,
y yo te nombro
recién brotado
del surco de las sombras.

Me das la mano
y pones mi pie
en tus senderos
y camino a tu lado
como un satélite
orbitando tu presencia.

Y caminas a mi lado.
Yo te recorro
como un caminante
explora y se deleita
en su paisaje.

Yo te espero
cada mañana como espera el hondón sediento
al río que se precipita.

Tú me llevas
y yo me dejo llevar
a la deriva
brizna sin prisa ni temores
en la seguridad de tu regazo.

III
Cuando gustas esconderte
tras implacable muro de sordera
y retiras entre nubes
tu mirada
y se enfría tu voz…
son los días de la búsqueda y la espera.

Entonces,
ya sé que iré por esas
calles – ríos
en cuya prisa murieron
los oleajes,
capitán dócil a los vientos,
apagando escollos
e improvisando nortes,
mientras me ciñen
brazos de cemento,
y los pájaros desaprenden
cantos de ramajes
en sordos albergues
de mudos rascacielos.

Y Tú te vuelves
una insoportable ausencia.

Y te pareces al vacío
de una infinita sucesión de ceros.

Yo me detengo en la tiniebla
a otear en los lejanos horizontes
tu inviolable
fidelidad de luz.

IV
A veces,
cuando Tú me llamas,
tu voz dibuja mi nombre
con luminosa seda
en mi ventana.

Pero hoy
rasgó con estridencia
de despertador
el velo de mis silencios
y he puesto pie en tierra
sobre la sangre de mis sueños.

Y he salido
a mi combate rutinario
sin tiempo para nombrarte
siquiera.

Me veo en camino
con tu soplo en mi aliento,
con tu empuje en mis pasos.
Soy una chispa
que viaja en tu hoguera.

Entonces
mi pequeñez se hace
gota viajera
en la inmensidad del mar.

V
Hay veces
que Dios es tan tenue
que se torna imperceptible.

Otras,
se espesa
hasta agobiarnos con su sombra.

Créeme:
Hoy me siento aplastado
por el peso de Dios:

Roca,
sobre mi sueño
de ser agua andariega
bajo sus leves pisadas.

VI
Este barro nocturno
despierta
cuando lo transfigura el alba,

y reclama la huella de tus manos
que moldean y definen,
y sobre todo el acento
de mi nombre
rompiendo las tinieblas,
-flor luminosa
en la vara de tu llamado-.

Quiero en la pupila de la tarde
la honda cuchillada de mi quilla
trazando de sur a norte
el camino en que eres
punto de partida y de llegada.

Tú tienes la plácida tibieza del nido:
En tus manos se inicia el vuelo
y apaga sus fatigas el regreso.

VII
La sonrisa del alba
es una llave
con que abres de par en par
el sótano de mis angustias.

Navegante de la noche,
me detengo a ver
el vuelo aterido
de mis pájaros nocturnos.

Me convoca tu ejército de aurora
y soy todo pabilo
para el resplandor de tu llama.
Pon cadenas
a mi enredadera de
sombras,
para que atravesando el día
no muera tu luz
en mi lámpara.

(de “Luz de Domingo”)

VIAJE A LA LUZ
Porque los pies no retroceden
solo con los ojos vuelvo atrás
para reconocerme
en la flor o en la piedra
el camino es una serpiente
de horizonte
a horizonte
ileso de negras mordeduras
sé que no caeré en los brazos
abiertos de la sombra
cuando termine el viaje de añil
me iré con el sol para encender
ese día
vestido de púrpura
esa aurora
eternamente detenida.
(de “Crepúsculos y Auroras”)

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