Dicen que solo responden a intereses económicos
Pensando sobre todo en la temporada veraniega que se aproxima, han existido en los últimos días conversaciones, tratativas y acuerdos para el pasaje de turistas entre Uruguay y Argentina. Si bien el Ministro de Turismo de nuestro país, Germán Cardoso, ha dicho a modo de consejo que «por comprar algún jean más barato o algún par de championes no vale la pena arriesgarse la salud», la Argentina ya anunció que abrirá sus fronteras para el ingreso de turistas de los países limítrofes y que los uruguayos que lo deseen podrán cruzar en avión o barco a través del puerto de Buenos Aires.
Quienes no tardaron en reaccionar fueron los salteños que integran el «Grupo Puente del Salto a la Concordia», que desde hace meses reclama por una mayor flexibilización en el pasaje a quienes tienen vínculos familiares y/o laborales en ambas márgenes, tema del que se ha ocupado EL PUEBLO en más de una oportunidad.
En comunicación con este diario han manifestado que «hay movimientos muy disímiles en un lado y otro del río. Hemos sentido que por un lado Uruguay se propone y logra ser emisor de turismo para la Argentina, con la voluntad de Argentina para recibirlos, aunque hasta ahora hay poca gente que ha querido ir de Montevideo a Buenos Aires para eso. Por otro lado en la región suenan las voces de quienes en el turismo entrerriano piden por favor la apertura para que lleguen uruguayos o turistas de donde sea para poder existir y seguir trabajando. Si bien Uruguay no estimula ni está en condiciones de prohibir nada a nadie sino exigir un protocolo sanitario, nos suena muy fuerte que en ningún momento hayan seguido intentando tener un contacto formal con nosotros, luego de tantas peticiones que hemos hecho y de tantas súplicas ante los gobiernos nacionales y locales. Nos sigue pareciendo algo ausente y doloroso».
Realmente molesta, dijo Luis Grosso –uno de los más activos integrantes- «que del lado argentino se muevan ahora por la necesidad del comercio pero no por la necesidad de 150 personas que necesitan cruzar para poder desarrollar su labor, para reencontrarse con sus familias y sobre todo para aliviar sus situaciones en muchos casos de salud y con bastante deterioro. Nos parece una cosa al menos falto de sensibilidad; en este caso, si nuestros gobernantes estuvieran a la altura, la necesidad hubiera sido que se comunicaran entre sí para resolver una situación como la nuestra y no tanto fijarse solamente en el valor del dinero».
«Por supuesto que no pretendemos –agregó- que nos consideren como algo que no somos, como una mercancía, pero sí lo que queremos es ser escuchados para poder reunirnos con nuestra familia y tener una fluidez del ir y venir, porque nosotros no somos turistas, somos gente que estamos establecidos en ambas orillas, tenemos familia, tenemos aportes y responsabilidades laborales en ambos países, y esto ha sido un daño muy grande durante casi 9 meses».
En síntesis, consideran estas personas que las medidas que se vienen tomando son «algo totalmente injusto porque responden solamente a un interés económico y no nos dan respuestas a nosotros».