La idea del grupo ambientalista “Paysandú Nuestro” es poner en la tela de la opinión pública lo que está pasando con las aplicaciones de agrotóxicos en relación con las poblaciones en este caso cercanas a Paysandú ciudad, en un radio de 15km.
Pueblos Porvenir, Esperanza, Barrio Bassotti al lado de Casa Blanca con la UPA que a cielo abierto potabiliza el agua de consumo humano) y San Félix , los vecinos son fumigados a escasos 20 a 40 metros de sus casas con los perjuicios que implican para su salud.
Mediante comunicación con Jorge Dalmás, nos habló acerca de un relevamiento que se hizo en las zonas rurales cercanas a la ciudad de Paysandú.
“Como simples observadores que hacemos ruta, se pueden apreciar los plantíos de soja que llegan hasta los pueblos mismos, cuando existe una normativa por parte del Ministerio que evita realizar fumigaciones a 300 metros de los pueblos para las fumigaciones vía terrestre y quinientos metros cuando son con aviones”.
Quienes llevan a cabo dichas fumigaciones no están respetando tales normativas, en esos pueblos desde hace años se viene dando esta situación; y no se ha advertido voluntad política de controlar la temática.
“Existe una normativa bien clara en este sentido, no obstante, no hay una actuación de oficio.
El Ministerio no actúa por sí mismo, si no que responde a denuncias de los vecinos.
Éstos por lo general no saben a dónde recurrir, porque resulta complejo.
A veces los que estamos más informados no lo sabemos, imagínese usted un vecino que esté en un pueblo de Mevir en el medio de la campaña” – subrayó el ambientalista.
Cuando finalmente saben a quien recurrir, resulta igual difícil porque tienen que proporcionar el nombre del vecino que les está fumigando en la zona o a quién pertenece el campo para que el Ministerio actúe.
Cuando hay una relación tan asimétrica, por un lado tenemos el poder económico de la soja y por otro el vecino de Mevir, allí es el Estado que debe encargarse de proteger a la parte más vulnerable.
En ese sentido nos relatan que cuando viene el mosquito, no les queda otra que encerrarse.
Aún así no logran evitar alergias y problemas respiratorios por citar lo obvio relacionado al momento de la fumigación, ni que hablar de la serie de especulaciones que surgen acerca del aumento de incidencia de enfermedades más graves, como cáncer y malformaciones en recién nacidos
Si bien hay investigaciones de primer nivel que relacionan estas con los agrotóxicos no es este mail el que va a dirimir la controversia.
“Queremos simplemente centrarnos en la impunidad con las que el agronegocio operan con la lógica del máximo lucro desconociendo los derecho de los vecinos y las normativas del ministerio que establecen una zona de exclusión de 300 metros para fumigaciones terrestres”.
Se pretende con esto aportar a visibilizar el problema para en definitiva generar opinión pública que es la que va a exigir una solución. Es por lo tanto un aporte a la discusión en el entendido que acá se juegan muchas cosas, entre otras la credibilidad del Estado y su capacidad para controlar este tipo de producción.
Es que se ve comprometida la capacidad del mismo para obtener las licencias sociales que exigen otros emprendimientos que tanta controversia han generado como la megaminería por poner un ejemplo.
Se han realizado charlas con gente especialista en agrotóxicos, se ha hecho prensa, confiando en que se pueda influir en la opinión pública, a fin de lograr reales soluciones.
Existen múltiples estudios de investigación que cuentan con todo el aval de la ciencia en relación con los agrotóxicos y las diferentes enfermedades.
Por algo se han establecido zonas de exclusión; el día que fumigan, muchos pobladores, comienzan con erupciones en la piel, alergias, picazón y otros.
Quienes sufren de bronquitis y asma se les exacerban las sintomatologías.