De repente, las nuevas generaciones pueden llegar a ignorar la trayectoria de WALTER OLIVERA en Peñarol. El «Indio» fue capitán campeón de América e Intercontinental en 1982. Pero en verdad, resultó un zaguero típicamente «a la uruguaya». La influencia del temperamento, el poder de mando, la suficiencia con la que fue capaz de sobresalir.
Dejó el fútbol hace años, supo de eventuales tiempos en Peñarol a otro nivel, hasta que se fue quedando al costado de la historia cotidiana. Pero el «Indio» ahora es uno más en el club de los sentimientos, en una función que hace a la representación del club en más de un área deportiva.
En las últimas horas, Walter Olivera, hizo referencia a su actual realidad, pero también marca determinadas situaciones emocionales por las que transitó. Desde EL PUEBLO, la validez que supone rescatar algunos conceptos del «Indio», a sus 69 años de vida. Sobre todo porque dos palabras como DEPRESIÓN y SUICIDIO, tienen tanta relación con el Uruguay contemporáneo. El que nos toca en suerte. O en desgracia.

“ El fútbol para mí fue la vida. Fueron muchos años junto a Peñarol y pasé por un equipo de Brasil. Viví el fútbol intensamente, pero en un momento llegó el parate e intenté otras cosas dentro y fuera del fútbol, pero con el tiempo todo fue quedando para atrás. Llegó la hora de la jubilación y no es lo mismo; te deja muy quieto, te parás mucho y sólo mirás fútbol. No tenés nada para hacer, Fue un parate muy grande el que me tocó vivir. Siempre les digo a todos los que dicen ‘qué suerte que me voy a jubilar’; la suerte de estar vivo es hacer algo importante, o algo pequeño sin importancia que te mantenga ocupado. A mí me complicó no estar ocupado en algo y no me sentía bien. Pero me apareció esto y en pocos meses fui recuperando mi alegría y también la de mi familia, que no me encontraba bien. Por eso les dije a los muchachos que en pocos meses me devolvieron las ganas de vivir”.