Hemos venido naturalizando algunas reacciones casi automáticas, como si fuesen manejadas por nuestro sistema nervioso autónomo, o lo que es lo mismo, como si viviésemos en piloto automático. He notado en más de una oportunidad entre distintos interlocutores un diálogo similar o parecido, que podrá cambiar en algunas palabras, pero que en definitiva se trata de lo mismo.
Es así que ante una pregunta que merece una respuesta directa, lo primero que atina a decirse es un “¡No!” enfático, que tras pensar mejor unos segundos la respuesta y viendo la cara de quien está frente a él, agrega, “bueno, es posible” o “puede ser”, y tras conversarlo un rato ya pasó a ser “si, tenés razón”.
Ante una determinada información que surge, suele aparecer en algunos el piloto automático, es cuando vienen a mi mente las clases de filosofía cuando estudiando las leyes o reglas de la Lógica, nos decían que si partimos de una verdad falsa, terminaremos con una conclusión falsa. Por eso, al menos en periodismo (debería ser en todos los órdenes de la vida), antes de adelantarnos a dar una opinión seria además de responsable, deberíamos al menos corroborar la información con no menos de dos fuentes más.
A veces la tentación de ser los primeros en decir algo, lo que es definido como inmediatez, puede llevarnos a cometer errores a la hora de informar o de opinar, lo que le va restando credibilidad a quien actúa en base a impulsos o a estar conectado involuntariamente, quizás, a su sistema nervioso autónomo.
