
El día de su segunda boda, Jacqueline, de soltera Bouvier y de viuda Kennedy, agregó un nuevo y poderoso apellido: Onassis.
Por su parte, su segundo marido, el magnate griegoAristóteles Onassis, conseguía la posición social que tanto se le había resistido. Era 20 de octubre de 1968 y muchos se preguntaban cómo se había permitido que todo aquello ocurriese.
Rebobinemos. En 1953, Jackie se casó con John F. Kennedy, futuro presidente de los Estados Unidos, asesinado el 22 de noviembre de 1963. Ella y su vestido manchado con la sangre de su marido se convirtieron en un símbolo y Jackie Kennedy se convirtió en la protegida de todo un país.
Y mientras el mundo se fijaba en la familia Kennedy y en sus desgracias, tan habituales que todavía hoy se cree que la familia estaba maldita, nadie reparaba en Aristóteles Onassis, paradigma del hombre hecho a sí mismo. Procedente de una familia de clase alta dedicada a la industria del tabaco, Onassis perdió su posición tras la ocupación de Grecia en la I Guerra Mundial, el joven emigró a Argentina, comenzó a dedicarse al negocio familiar y, tras la crisis del 29, montó una naviera que le convertiría en millonario durante la II Guerra Mundial.
Onassis no tardó en encontrar una joven digna de convertir en su esposa: Athina Mary Livanos, una griega hija del también empresario naviero Stavros Livanos. El matrimonio tuvo dos hijos, Alexander y Cristina, y en 1960 -tres años antes de que Jackie enviudase- llegó el divorcio, cuando el «affaire» entre Aristóteles y la soprano Maria Callas estaba en boca de todos.
Ocho años le duró la felicidad a Callas. En 1968, mientras los movimientos estudiantiles tomaban las calles europeas y la soprano reclamaba una y otra vez oficializar su relación con el matrimonio, los caminos de la viuda Kennedy y Onassis se cruzaron. Y ese mismo año se celebró la boda que rompió el corazón a la artista.
El símbolo de la fortuna
Lo cierto es que Jackie Kennedy y Aristóteles Onassis se habían conocido ya. Fue a bordo de Christina O, el yate del armador griego, una embarcación de 100 metros de largo que compró por 4 millones de dólares. Contaba con 18 habitaciones, un jacuzzi, lámparas de cristal, picaportes de oro y cuadros de artistas como Miró o Renoir.
El yate de Onassis fue siempre el mejor ejemplo de su riqueza. De hecho, su matrimonio con Jackie Kennedy siempre se leyó en términos socioeconómicos, a saber: él quería un apellido que le diera estatus y ella una fortuna. El compromiso se cerró con un anillo de diamantes de cuarenta quilates. Y, por supuesto, el convite se celebró a bordo de Christina O.
Divorcio y herencia
Han pasado 50 años desde aquel 20 de octubre de 1968. La pareja contrajo matrimonio en la isla Skorpios (Grecia).
La novia cambió el vestido de encajes recargado de su primera boda por uno más sencillo en color marfil diseñado para ella por Valentino. Como todo ornamento, se coronó con azahar, como manda la tradición en una ceremonia ortodoxa griega.
A la celebración asistieron 40 invitados, y no faltaron ni los hijos de Jackie, Caroline y John Jr, ni los de Aristóteles, Alexander y Christina, que no veían con buenos ojos el segundo matrimonio de su padre.
Pero lo que no mostraban las imágenes de sonrisas y alegría era el contrato prenupcial. 170 cláusulas que regían el reparto de los bienes en caso de divorcio, como que ella se quedaría con un tercio de la fortuna del armador, que podía vivir sola y, por supuesto, que mantendría el apellido Kennedy.
En realidad, que Jackie perdiera o no el apellido de su primer marido poco importaba.
La sociedad estadounidense no volvió a mirarla con los mismos ojos, se había casado con un hombre divorciado, ostentoso y mujeriego. La viuda perdió su prestigio y ganó una vida conyugal llena de baches que generaba llamativos titulares, como que Jackie mandaba a diario el avión personal de Onassis a una isla a 300 kilómetros de Skorpios para desayunar el pan que le gustaba.
Sea porque se cansó del alto nivel de vida de su mujer, sea porque todavía no había olvidado su amor por María Callas, Onassis inició los trámites del divorcio. Un divorcio que no llegaría a consumarse porque, en mitad del proceso y a los 69 años, el armador griego fallecía de neumonía, dejando a Jacqueline Kennedy Onassis una herencia millonaria y un apellido más para su lápida.
Crónica ante la muerte de Jacqueline
La ‘viuda de América’ muere de un cáncer linfático
Jacqueline Kennedy, que murió en Nueva York rodeada de sus dos hijos, será enterrada en la intimidad familiar
El primer día en Nueva York sin Jackie Onassis, la viuda del asesinado presidente John F. Kennedy y del magnate griego Aristóteles Onassis, ha sido gris y desangelado.
La rutina se hacía más pesada de lo habitual, el clima más monótonamente invenal, y entre la humedad y la tristeza, un fino escalofrío ha recorrido la ciudad d e punta a punta.
Nueva York está muy sola sin Jackie Onassis.
Todo el país ha perdido su musa de los últimos 30 años, y el mundo entero se ha quedado sin la mujer que un día fue espejo de las ilusiones más frívolas y sinceras. Jackie Kennedy Onassis, de 64 años, murió a las 22. 15 del jueves (4. 15 de ayer en España ) en Manhattan, rodeada de sus dos hijos.
Se la llevó un cáncer linfático.
Junto al lecho de Jackie, al lado de sus hijos John y Caroline, estuvo durante los cinco meses de lucha contra el cáncer linfático el último hombre que la amó, el joyero Maurice Tempelsman, a quien su primera mujer nunca concedió el divorcio.
El presidente Bill Clinton rindió homenaje a la viuda de su admirado John Kennedy y del multimillonario griego Aristóteles Onassis en un comunicado en el que afirma que Jackie «cautivó a la nación con su inteligencia, su elegancia y su gracia».
Los Clinton estuvieron toda la semana en contacto con el hospital de Nueva York en el que Jacqueline fue internada de emergencia el lunes pasado para conocer su evolución. Jackie y Hillary Clinton tuvieron bastante contacto desde que la actual primera dama llegó a la Casa Blanca. Aunque de caracteres muy diferentes -la energía y la agresividad de Hillary contrastan con la fragilidad de porcelana de Jackie-, ambas se entendían bien y se intercambiaron consejos sobre su vida profesional y algunos pormenores de la actividad en la residencia presidencial en Washington. Clinton ha mostrado interés en asistir al funeral que, por decisión de la familia de Jackie, se celebrará en la intimidad.
En el momento en que los Clinton ocuparon la Casa Blanca todavía pudieron encontrar restos de la decoración hecha por Jaequeline cuando llegó allí con sólo 31 años, en 1961.
Jackie se ganó inmediatamente el corazón de los norteamericanos, que la declararon durante siete años consecutivos la mujer más querida del país. Esa popularidad bajó drásticamente cuando, en 1968, se casó con Onassis. Pocas veces los estadounidenses se han sentido más traicionados que en ese momento en el que su reina se iba junto a un hombre 20 años mayor que ella y varios centímetros más bajo.
Érase una vez…
John F. Kennedy y Jacqueline Bouvier, mejor conocida como Jackie, se conocieron en una fiesta que organizaron dos de sus amigos, Charles y Martha Buck Bartlett.
La cena, muy al estilo preppy que siempre estuvo relacionado con los Kennedy, se llevó a cabo en Georgetown, en Washington D.C.
A partir de este evento, John, quien en el momento estaba en la contienda por un puesto en el senado, y Jackie comenzaron a salir. Dos años después, John pidió patrimonio a Jackie.
Lo hizo con un anillo de Van Cleef & Arpels -firma que sigue siendo número uno entre las celebridades- que tenía un diamante
Boda de cuento
El 12 de septiembre de 1953 se casaron, en la iglesia de St. Mary en Rhode Island.
Fue una boda de día, con casi 800 invitados y 3 mil personas que los esperaron afuera para celebrar con ellos y poder ver a la novia.
Jackie hizo caso a su mamá, quien eligió a Ann Lowe para diseñar su vestido, que tenía cuello barco, manga corta, ceñido en la parte superior y con una falda amplia.
El velo alguna vez perteneció a su abuela, y las joyas fueron perlas que pertenecían a la familia.
Jackie sería para siempre relacionada con las perlas como su accesorio característico.
La recepción se llevó a cabo en Hammersmith Farm, donde 1200 de sus amigos y familiares los esperaban.
Fruta, pollo y helado en forma de rosas, además de un pastel de cinco pisos, fueron la forma de los novios de tener un evento muy personal, sin pretenciones.
Los ubicó como una pareja cien por ciento americana y muy aterrizada.
Los recién casados bailaron su primera canción juntos, «I Married an Angel», interpretada por The Mayer Davis Orchestra.
Pasaron la noche en Nueva York, se quedaron en el famoso hotel Waldorf-Astoria y al día siguiente partieron a Acapulco, donde estuvieron dos semanas.
Casa Blanca glamorosa
Comparados con otros presidentes y sus primeras damas, John y Jackie eran muy jóvenes.
La prensa los convirtió en íconos de estilo, en personajes mediáticos al estilo de celebridades, en lugar de parecer más políticos. Los looks de Jackie se convirtieron en los más copiados, y sus famosas perlas, en el accesorios más buscado.
Jackie restauró por completo la Casa Blanca.
Mandó traer nuevos cuadros, decoración y muebles. Invitaban a todo tipo de personalidades a su casa: intelectuales, artistas, escritores, celebridades.
Las tragedias de los Kennedy
A pesar de ser una de las familias con mayor reputación en los Estados Unidos, por la cantidad de personajes importantes que de ella han salido, los Kennedy no podrían considerarse gente con demasiada suerte.
Una serie de tragedias los han rodeado siempre.
La primera hija de Jackie y John nació sin vida, mientras que Patrick, el último, no sobrevivió la infancia. John y Robert murieron víctimas de asesinatos, mientras que John John, hijo único del expresidente, murió con su esposa en un accidente de avión.
Caroline Bouvier Kennedy, nacida en 1957, es la única sobreviviente del clan Kennedy.
https://www.quien.com
Ana Dávila
