Entrevista a Carlos Bordoli Arreseigor

    6
    Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/7f23

    En este tiempo de pandemia, ¿cómo puede ayudarnos el yoga?

     

    Carlos Bordoli Arreseigor es abogado, pero además practica y enseña yoga en el Espacio Pradipika, que abrió sus puertas a principios de marzo junto a Ana Laura García y Patricia Fagúndez, y que se encuentra en calle Sarandí casi Artigas.

    - espacio publicitario -ASISPER

    – ¿Se puede ser optimista en este tiempo de pandemia?
    – Creo que sí, que en cierta medida es necesario, sin entrar en romantizar todo lo que está sucediendo a nivel mundial con esto y todo lo mal que un montón de gente está pasando y los peligros que conlleva obviamente para determinada franja etaria de la población, entiendo que es importante darle una determinada perspectiva positiva. Si cada uno sabe aprovechar esto de tener que estar guardado en casa, de tener que reordenar las prioridades, bajar de pronto un poco el consumo, creo que se pueden hacer lindos procesos en torno a lo que está sucediendo.

    – ¿Cómo puede ayudar el yoga o la meditación en este proceso?
    – Son dos procesos que están emparentados. El yoga consta de varias partes, pero para hablar de eso primero tendría que explicar un poco de qué se trata para poder entender por qué es una herramienta tan útil en estos tiempos. El yoga, para no entrar en definiciones muy utilizadas, me gustaría usar la definición del libro base del cual se derivan luego todas las ramas del yoga, que son los Yogasutra de Patanjali, que fue un sabio muy antiguo de la India, en donde dice en el segundo Yogasutra que el yoga es el cese de las fluctuaciones de la conciencia. Dentro de la conciencia incluía el ego, la inteligencia y la mente. El yoga entonces tiene como finalidad el cese de esas fluctuaciones. En el tercer Sutra dice que cuando esas fluctuaciones cesan el pensamiento –para simplificar-, el alma o lo que realmente somos, mora en su auténtico esplendor. Entonces, ¿qué es el yoga? Es una práctica netamente espiritual o psicoespiritual, más allá que una de las partes más conocida son las asanas o posturas, que es la parte física, pero es una disciplina que se centra en el conocimiento de uno mismo, para lo que nos da muchas herramientas entre las que están las posturas físicas, que fue lo que más se popularizó acá en occidente, pero también tiene una serie de prácticas de respiración, una serie de preceptos morales o éticos para aplicar. Y entre las ramas que tiene está la meditación, que es la madre de todas las prácticas.

    Entonces, ¿cómo puede ayudar el yoga para transitar este momento de estrés, miedo, incertidumbre que nos trae esto de no saber qué va a pasar y de poder contagiarnos? Justamente, al buscar relajar la mente a nivel de pensamientos fluctuantes en la cabeza a través de las herramientas que nos da la práctica, si podemos dedicarle todos los días un ratito a estar con nosotros mismos a través de la modalidad que elijamos, sea en posturas o pranayamas (prácticas de respiración), podremos tener un momento para apartarnos o abstraernos un poco de todo lo que está sucediendo en nuestra mente, que eso es el miedo, la incertidumbre, la duda, las preocupaciones, los problemas económicos. Tomarnos un ratito en el día para decir que a todo eso lo dejo afuera y me concentro en mí y en quién soy. Busco llevar mi atención al centro de mi ser, y en ese lugar, por más que sea un poquito, lo que se encuentra es la calma, la certeza, la confianza, todo esto que está haciendo falta ahora para transitar lo que está sucediendo, y calmar un poco todo el trajín de nuestra propia mente.

    – Este momento entonces sería ideal porque es cuando tenemos más tiempo para nosotros mismos aprovechando que no se puede salir…
    – Exactamente, es así. Es como el encuentro obligado con uno mismo y con sus relaciones más cercanas, porque al no poder evadirnos tanto como acostumbramos a hacerlo en la sociedad que nos pone arriba de la mesa infinitos estímulos y bienes de consumo, al privarnos un poco de eso, lo que nos queda es darnos cuenta que acá estoy, conmigo y con mi familia más cercana, y lo que queda ahí es el espejo para mirarse.

    – ¿Eso puede ayudar a limar un poco nuestras imperfecciones o defectos personales?
    – Creo que sí, pero a ver, estamos hablando de procesos muy personales de cada uno que implican la humanidad misma. Siempre ver la sombra es un proceso que asusta y al que le disparamos. Pero sí, es una preciosa oportunidad para el que se anime y quiera, haciendo lo que cada uno puede, afrontar un poquito todas esas asperezas que tenemos que limar e ir buscándole la vuelta para el crecimiento personal.

    «No hay límites para el yoga, incluso puede practicarlo una persona con capacidades físicas reducidas»

    – ¿No hay límites para practicar yoga? Me refiero a la edad, tamaño del cuerpo, porque uno ve las distintas poses que adoptan y de arranque te parece imposible…
    – Claro, eso es la occidentalización del yoga que ha generado eso, porque en realidad no hay límites para practicarlo, eso está bueno que la gente lo sepa. Si elijo no hacer posturas físicas, también tengo partes del yoga para practicar simplemente estando sentado incluso en una silla. Y lo que a veces vemos en internet o en la televisión de posturas muy acrobáticas, no hacen a la cosa en sí, porque los beneficios se obtienen al encontrar nuestro límite y de a poquito trabajar en generar espacio en ese lugar donde antes estábamos apretados. Entonces, hablando de posturas, si puedo plegarme totalmente hacia adelante en una pinza o si simplemente puedo plegarme un poquito, los beneficios que voy a tener son los mismos porque estoy llegando a mi límite y conociéndome ahí. Incluso físicamente hablando, los beneficios también se obtienen cuando no se alcanzan las posturas completas porque cada postura tiene infinitas variantes para que se puedan ir trabajando de a poco, ir puliéndolas. Incluso puede practicar yoga una persona que tenga capacidades físicas reducidas. Hay ramas del yoga que se especializan en yoga terapéutico. Pero más allá de eso, simplemente puedo sentarme a respirar, practicar el pranayama que son técnicas para modificar la respiración de tal forma que tengan determinado efecto. La respiración está muy ligada a la mente, con los pensamientos y las emociones, entonces puedo modificarlos o controlarlos en cierta medida a través de esta herramienta que es la respiración. Algo muy notorio es que la respiración está condicionada a cómo estamos, si tengo miedo respiro de una forma, si estoy triste o alegre respiro de otra.

    Después está la meditación, que no necesitamos nada para hacerlo. Una persona que no pueda utilizar sus piernas puede sentarse a meditar, prescindir totalmente de la parte de posturas y con el tiempo va a obtener los mismos beneficios porque la belleza de todo esto, no es tanto la salud física o el desarrollo corporal, que es un efecto colateral y muy benéfico, pero no es la finalidad. La finalidad en sí es conocerse a sí mismo y trascender todas esas asperezas o defectos que tenemos.

    – ¿Cómo llegó al yoga?
    – Mi primer encuentro con el yoga fue en casa de mis padres cuando era chico y una señora muy viejita, Ana, que era una yogui, estuvo en India mucho tiempo, era una renunciante, no tenía nada, una mujer muy impresionante, iba a casa a hacer yoga con ellos. Algo que me hubiera encantado fue tener más edad para aprovecharla cuando andaba por Salto, que no sé cómo llegó a parar acá. Yo le disparaba porque me ponía a hacer la relajación y me dormía (risas). Ahí conocí el yoga, hice algunas prácticas con ella muy de chiquito. Después de más grande, tengo escoliosis en la columna y me generó dolores durante algún tiempo, ahí me recomendaron el yoga. Así que llegué de esa forma al yoga, como llega tanta gente, buscando que me deje de doler la espalda. Dicho sea de paso, santo remedio.

    Después entré a ver que era mucho más lo que prometía y que se podía buscar en ese océano tan grande y tan antiguo que es el yoga. Empecé a practicarlo con una señora, Violeta Alvez, después lo empecé a practicar solo pero muy desprolijo, hasta que me dije un día que tenía que aprender para seguir haciéndolo. Hice entonces un instructorado en Concordia, me formé y ahí se plantó esa semillita de compartirlo, de empezar con alguna clase de gente que me pedía. Después me copé y me fui para la India donde me estuve formando tomando muchas clases con gente de distintas ramas, fue una experiencia súper rica, logrando el entendimiento de mucha cosa que me faltaba.

    – ¿Cómo le cambió la vida el yoga?
    – Me dio la posibilidad de tener todos los días una instancia de encontrarme conmigo mismo, con mis propósitos, con mis prioridades y de a poquito ir tomando conciencia de qué quiero para mi vida. Me dio la oportunidad de conectar con mi espíritu en el día a día.

    – ¿Cómo logra hilvanar el yoga con su profesión de abogado?
    – La abogacía para mí ha sido un gran desafío en muchos aspectos, es una profesión que hoy está muy mal vista, y en cierta medida uno a veces entiende por qué, por las cosas que se ven en la cancha. Pero es una profesión que se presta mucho para el servicio, que es lo que tiene de bello, ayudar a la gente. Es una profesión muy terrenal también y en relación con esto del yoga, justamente la belleza del yoga es que una de las premisas es la capacidad de espiritualizar todo lo que hacemos en el día, más allá que sea algo material o mundano, tener la posibilidad de hacerlo con el convencimiento de que todos somos espíritu y de que todo lo que hacemos por el otro, también lo estamos haciendo por nosotros mismos. Soy muy quisquilloso en cuanto a mi ética, mi moral, no te digo que sea un moralista perdido ni que llevo una vida súper recta en un montón de aspectos, pero sí me ha expuesto a un montón de cosas que ha sido muy interesante.

    No me identifico con el trabajo, para mí la abogacía es un ejercicio, una profesión liberal, pero bueno, desde ese lugar, ese servicio que prestamos se puede matizar muy bien, más allá de las dificultades que eso implica en una profesión que es de choque cuando uno tiene que ir a una audiencia y tratar con la contraparte o el cliente, porque es una profesión de trato con la gente, y la verdad que yo estoy empezando recién, estoy descubriendo todo ese mundo pero bueno, es una profesión muy bella porque permite tener libertad, que para mí es algo bien importante en esto de no tener un jefe.

    Estaría bueno que la gente se motive a hacer algo relacionado con el yoga o con la práctica que mejor le quepa a su personalidad, destacando la belleza de la meditación como práctica muy recomendada.

    Perfil de Carlos Bordoli

    En pareja. Es del signo de Tauro. De chiquito quería ser paleontólogo. Dice no ser hincha de ningún cuadro.

    ¿Una asignatura pendiente? Un montón. ¿Una comida? La milanesa. ¿Un libro? Soy un gran lector, así que te mencionaré el que acabo de terminar de leer antes de venir a la nota, «El peregrino de las estrellas» de Jack London. ¿Una película? La vida es bella. ¿Un hobby? La lectura. ¿Qué música escucha? De todo un poco, rock, reggae, cantos de mantras. ¿Qué le gusta de la gente? La sinceridad. ¿Qué no le gusta de la gente? La soberbia.

    Leonardo  silva

    Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/7f23