La libertad es una responsabilidad que debemos saber administrar. Quien habla de libertad debe cumplir su palabra al momento de ejercerla. Máxime cuando hablamos de libertad de expresión, un derecho humano tan elemental como necesario para la convivencia pacífica de las personas. Recibir felicitaciones por el Día del Periodista, o evocar el Día Mundial de la Libertad de Expresión debería hacernos sentir un compromiso real con el tema, aunque es difícil que muchos de los que lo dicen, lo entiendan de esa manera.
Es muy fácil decir lo que se piensa, pero ser tolerante defendiendo lo contrario a nuestro pensamiento, es el verdadero desafío que pone a prueba nuestra concepción de la libertad de pensamiento. Sin embargo, sostener esto es complicado en un mundo cínico e hipócrita como en el que vivimos. Cada día hay más paladines de la justicia y de la libertad de prensa y de expresión, que a uno le da pena escucharlos decir algo y darse vuelta borrando con el codo lo que segundos antes habían expresado.
Pero solamente quienes ejercemos esta noble tarea del periodismo, siendo fieles con nosotros mismos y con nuestros lectores, dando a conocer realidades que molestan y revelando verdades que incomodan, sabemos de esa doble moral que tienen muchos de los que ostentan cargos de gobierno, puestos relevantes en determinadas empresas privadas y cargos jerárquicos en determinadas esferas estatales, como la Policía, las Fuerzas Armadas, la Aduana, el BPS o la DGI, y todos los entes autónomos y los servicios descentralizados, el Poder Judicial (y seguiría más todavía), que siempre esperan del “periodista”, la fidelidad de todo empleado, al que saludan con una simpatía encubierta para hacerle creer que es importante, mientras por atrás lo tratan como el muchachito de los mandados, que viene a ser el vocero de su causa.
Hay muchos de estos que cuando ven llegar al emisor de sus intereses piensan: ‘ahí viene el empleado de tal lugar a escuchar lo que tengo para decir’ y ojito con que después éste se equivoque o se atreva a cuestionar lo que se dijo, ‘porque para eso le pagan’. Pero si después hay días simbólicos como éstos de la Libertad de Expresión y la mar en coche, le dan la mano y encima le dicen ‘feliz día’.
Esto pasa mucho en el ámbito empresarial, donde hasta los invitan con opíparos almuerzos con el fin de hacerlos sentir especiales, rindiéndoles un homenaje que no tiene sentido alguno, porque con ser frontales y sinceros bastaría. Pero a veces la cola de paja hace que tengamos que tener ‘contentos a los amigos de la prensa’, como si se necesitara de tal cosa.
Esta moralina de quienes dicen respetar la libertad de prensa, se traslada mucho al ámbito político donde los periodistas soportan la sonrisa socarrona y falsa de muchos políticos, que por años dijeron combatir las ‘presiones’ que recibe la prensa, haciéndose los paladines de la justicia y los voceros de la causa de los trabajadores, pero cuando los periodistas reflejen las equivocaciones y contradicciones en la que han entrado durante todo este tiempo que pasaron de ser una oposición desmedida a gobernantes, y estando del otro lado del mostrador encontraron que no todo era soplar y hacer botella, entonces pasan a ser los críticos y cuestionadores de la labor de los medios, apuntándolos como opositores a su gestión, desconociendo en absoluto lo que significa la tarea periodistíca.
Pero lo peor del caso, es que son viles y malintencionados que no se animan a dar la cara, a aparecer públicamente con sus cuestionamientos, a dar sus nombres cada vez que piden la cabeza de un ‘empleado’, pronunciando el término con desdén, tratando de disminuir la capacidad de la persona por el hecho de ser dependiente de una empresa periodística.
Estos mismos orates que antes de tener un cargo, el cual ganaron repartiendo volantes contra cosas que ni en la que ellos mismos creen, porque solo luchan por ganar más dinero y cambiar de auto, cuando se rasgaban las vestiduras dándoselas de sindicalistas, hablaban de libertad sin saber lo que esto significa, porque cuando deben ejercerla respetando la visión de los demás, son los primeros en pedir el paredón para la prensa ‘conspirativa y opositora’ que quiere ‘ensuciar su imagen para derribarlos’ y son tan cobardes que se esconden detrás de un teléfono y le piden al director del medio que se haga cargo.
Estos pusilánimes que solamente pueden llegar a ser jerarcas de un organismo estatal porque pertenecen al mismo partido político del presidente de turno, ya que carecen de capacidad de gestión, de emprendimiento y de espíritu innovador para poder hacer con sus vidas algo productivo, porque una vez que se termina la changa vuelven a ser empleados públicos en oficinas mediocres, con cero iniciativa de crecimiento personal, tal como lo que pasó con muchos de los que fueron directores durante la administración anterior, que se llenaron la boca con críticas hacia los demás y una vez que se terminó el gobierno salieron a pedir cargos públicos o limosnas en empresas privadas porque no sobrevivían sin la teta del Estado, estos mismos beduinos sin camello, son los que el Día de la Libertad de Expresión saludan a los trabajadores de la comunicación, cuando horas antes insultaron a uno por decir lo que pensaba sobre el sistema, del que ellos mismos tienen el poder de mejorar para hacer mejor la vida de la gente, la misma gente que con los leoninos impuestos les paga el sueldo.
Me hace acordar a unos salteños inmorales que se hacen llamar políticos y que tildaron de ‘fabulista’ e ‘infantil escriba’ a un periodista de este diario tiempo atrás, por revelar una verdad que ellos saben bien que es tal como fue contada en nuestras páginas, pero que por carecer del respaldo público de las fuentes, no pudo ser narrada en detalles. Aunque éstos mismos individuos, incluso con el derecho de ejercer su mediocridad, concurren a los actos del Día del Periodista y con alta hipocresía saludan a quienes cumplimos esta labor.
Por eso, ante tantas situaciones de estas características que se dan a diario, es dable destacar cuando uno recibe el respaldo de la Dirección del medio para el que trabaja, el que más allá de compartir o no nuestras opiniones, y por más barbáricas que le parezcan, respaldan el derecho a expresarnos libremente, lo que ya es bastante.
Eso es algo saludable, porque no hay mejor satisfacción para alguien que sentir la certeza de que el trabajo que hace, es valorado en el lugar donde lo realiza. Y sin temor a las presiones y amenazas de las que pueda ser objeto, siempre he sentido que las mismas no han sido menoscabo alguno para que la Dirección de este periódico respete la libertad de que yo opine con responsabilidad, porque entiende que para eso me pagan un sueldo, para informar y opinar con responsabilidad y criterio fundado sobre los hechos que ocurren.
Por esa razón, más allá de que a los responsables políticos de los organismos públicos, a los empresarios, a los funcionarios públicos todos, pasando por las autoridades policiales y de las Fuerzas Armadas, a los sindicalistas, a los profesionales de todas las ramas, y a los políticos en general que se sientan comprendidos en mis expresiones, no les guste que se forme opinión sobre sus quehaceres, les sugiero que no aparezcan más en los actos por el Día del Periodista, tampoco que celebren el Día de la Libertad de Expresión en la que no creen, y mucho menos que organicen almuerzos para agasajar a los que ellos mismos se encargan de denostar, minimizándolos como ‘empleados’ de alguien. Porque la libertad es libre, pero la hipocresía de quienes hablan de ella como si tal cosa, es repugnante.
La libertad es una responsabilidad que debemos saber administrar. Quien habla de libertad debe cumplir su palabra al momento de ejercerla. Máxime cuando hablamos de libertad de expresión, un derecho humano tan elemental como necesario para la convivencia pacífica de las personas. Recibir felicitaciones por el Día del Periodista, o evocar el Día Mundial de la Libertad de Expresión debería hacernos sentir un compromiso real con el tema, aunque es difícil que muchos de los que lo dicen, lo entiendan de esa manera.
Es muy fácil decir lo que se piensa, pero ser tolerante defendiendo lo contrario a nuestro pensamiento, es el
verdadero desafío que pone a prueba nuestra concepción de la libertad de pensamiento. Sin embargo, sostener esto es complicado en un mundo cínico e hipócrita como en el que vivimos. Cada día hay más paladines de la justicia y de la libertad de prensa y de expresión, que a uno le da pena escucharlos decir algo y darse vuelta borrando con el codo lo que segundos antes habían expresado.
Pero solamente quienes ejercemos esta noble tarea del periodismo, siendo fieles con nosotros mismos y con nuestros lectores, dando a conocer realidades que molestan y revelando verdades que incomodan, sabemos de esa doble moral que tienen muchos de los que ostentan cargos de gobierno, puestos relevantes en determinadas empresas privadas y cargos jerárquicos en determinadas esferas estatales, como la Policía, las Fuerzas Armadas, la Aduana, el BPS o la DGI, y todos los entes autónomos y los servicios descentralizados, el Poder Judicial (y seguiría más todavía), que siempre esperan del “periodista”, la fidelidad de todo empleado, al que saludan con una simpatía encubierta para hacerle creer que es importante, mientras por atrás lo tratan como el muchachito de los mandados, que viene a ser el vocero de su causa.
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Hay muchos de estos que cuando ven llegar al emisor de sus intereses piensan: ‘ahí viene el empleado de tal lugar a escuchar lo que tengo para decir’ y ojito con que después éste se equivoque o se atreva a cuestionar lo que se dijo, ‘porque para eso le pagan’. Pero si después hay días simbólicos como éstos de la Libertad de Expresión y la mar en coche, le dan la mano y encima le dicen ‘feliz día’.
Esto pasa mucho en el ámbito empresarial, donde hasta los invitan con opíparos almuerzos con el fin de hacerlos sentir especiales, rindiéndoles un homenaje que no tiene sentido alguno, porque con ser frontales y sinceros bastaría. Pero a veces la cola de paja hace que tengamos que tener ‘contentos a los amigos de la prensa’, como si se necesitara de tal cosa.
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Esta moralina de quienes dicen respetar la libertad de prensa, se traslada mucho al ámbito político donde los periodistas soportan la sonrisa socarrona y falsa de muchos políticos, que por años dijeron combatir las ‘presiones’ que recibe la prensa, haciéndose los paladines de la justicia y los voceros de la causa de los trabajadores, pero cuando los periodistas reflejen las equivocaciones y contradicciones en la que han entrado durante todo este tiempo que pasaron de ser una oposición desmedida a gobernantes, y estando del otro lado del mostrador encontraron que no todo era soplar y hacer botella, entonces pasan a ser los críticos y cuestionadores de la labor de los medios, apuntándolos como opositores a su gestión, desconociendo en absoluto lo que significa la tarea periodistíca.
Pero lo peor del caso, es que son viles y malintencionados que no se animan a dar la cara, a aparecer públicamente con sus cuestionamientos, a dar sus nombres cada vez que piden la cabeza de un ‘empleado’, pronunciando el término con desdén, tratando de disminuir la capacidad de la persona por el hecho de ser dependiente de una empresa periodística.
Estos mismos orates que antes de tener un cargo, el cual ganaron repartiendo volantes contra cosas que ni en la que ellos mismos creen, porque solo luchan por ganar más dinero y cambiar de auto, cuando se rasgaban las vestiduras dándoselas de sindicalistas, hablaban de libertad sin saber lo que esto significa, porque cuando deben ejercerla respetando la visión de los demás, son los primeros en pedir el paredón para la prensa ‘conspirativa y opositora’ que quiere ‘ensuciar su imagen para derribarlos’ y son tan cobardes que se esconden detrás de un teléfono y le piden al director del medio que se haga cargo.
Estos pusilánimes que solamente pueden llegar a ser jerarcas de un organismo estatal porque pertenecen al mismo partido político del presidente de turno, ya que carecen de capacidad de gestión, de emprendimiento y de espíritu innovador para poder hacer con sus vidas algo productivo, porque una vez que se termina la changa vuelven a ser empleados públicos en oficinas mediocres, con cero iniciativa de crecimiento personal, tal como lo que pasó con muchos de los que fueron directores durante la administración anterior, que se llenaron la boca con críticas hacia los demás y una vez que se terminó el gobierno salieron a pedir cargos públicos o limosnas en empresas privadas porque no sobrevivían sin la teta del Estado, estos mismos beduinos sin camello, son los que el Día de la Libertad de Expresión saludan a los trabajadores de la comunicación, cuando horas antes insultaron a uno por decir lo que pensaba sobre el sistema, del que ellos mismos tienen el poder de mejorar para hacer mejor la vida de la gente, la misma gente que con los leoninos impuestos les paga el sueldo.
Me hace acordar a unos salteños inmorales que se hacen llamar políticos y que tildaron de ‘fabulista’ e ‘infantil escriba’ a un periodista de este diario tiempo atrás, por revelar una verdad que ellos saben bien que es tal como fue contada en nuestras páginas, pero que por carecer del respaldo público de las fuentes, no pudo ser narrada en detalles. Aunque éstos mismos individuos, incluso con el derecho de ejercer su mediocridad, concurren a los actos del Día del Periodista y con alta hipocresía saludan a quienes cumplimos esta labor.
Por eso, ante tantas situaciones de estas características que se dan a diario, es dable destacar cuando uno recibe el respaldo de la Dirección del medio para el que trabaja, el que más allá de compartir o no nuestras opiniones, y por más barbáricas que le parezcan, respaldan el derecho a expresarnos libremente, lo que ya es bastante.
Eso es algo saludable, porque no hay mejor satisfacción para alguien que sentir la certeza de que el trabajo que hace, es valorado en el lugar donde lo realiza. Y sin temor a las presiones y amenazas de las que pueda ser objeto, siempre he sentido que las mismas no han sido menoscabo alguno para que la Dirección de este periódico respete la libertad de que yo opine con responsabilidad, porque entiende que para eso me pagan un sueldo, para informar y opinar con responsabilidad y criterio fundado sobre los hechos que ocurren.
Por esa razón, más allá de que a los responsables políticos de los organismos públicos, a los empresarios, a los funcionarios públicos todos, pasando por las autoridades policiales y de las Fuerzas Armadas, a los sindicalistas, a los profesionales de todas las ramas, y a los políticos en general que se sientan comprendidos en mis expresiones, no les guste que se forme opinión sobre sus quehaceres, les sugiero que no aparezcan más en los actos por el Día del Periodista, tampoco que celebren el Día de la Libertad de Expresión en la que no creen, y mucho menos que organicen almuerzos para agasajar a los que ellos mismos se encargan de denostar, minimizándolos como ‘empleados’ de alguien. Porque la libertad es libre, pero la hipocresía de quienes hablan de ella como si tal cosa, es repugnante.
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