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sábado, 7 de junio de 2025
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Entendámonos debidamente

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Diario EL PUEBLO digital
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El tema Brasil está en el tapete, porque todo indica que la gran nación del norte habrá de dar mañana un violento giro hacia la derecha, aunque esta ha entendido que los extremos no conducen debidamente proceso alguno y ha “aflojado la mano” en algunas de sus opiniones.
Mucho y muy intensamente se ha escrito en estos días previos a la decisión final, en la que aparece con gran ventaja el derechista Jair Bolsonaro. Pocos entienden como las encuestas que daban hasta pocos días atrás una gran ventaja para el partido de los trabajadores (PT) con el recluido Lula da Silva a la cabeza, acusado de hechos de corrupción, pueda volcarse tan radicalmente hacia el otro extremo de la cuestión política.
La cuestión merece un análisis más profundo, desde el momento en que los actos de corrupción y el populismo campean por todo el subcontinente.
Es que para nosotros existe una gran decepción, un gran escepticismo con respecto a los gobiernos que ha tenido Brasil en los últimos años.
Nadie como la izquierda ha hecho campaña basándose en la transparencia, en la honestidad y la justicia social, subrayando específicamente la politiquería de partidos que habían gobernado hasta ese momento.
Sin embargo aquella máxima tan vieja como conocida de que “el poder corrompe”, también alcanzó a la izquierda y en los hechos nada ni nadie se salvó de mancharse de algún tipo de acciones que lindan en la corrupción.
Y conste que a nosotros no nos duelen prendas. Si bien tenemos muy claro que no es lo mismo la corrupción lisa y llana, cuando alguien hace algo u omite lo que debería hacer, para enriquecerse o enriquecer a sus amigos con aquello que se hace para favorecer a estos, pero sin enriquecerse, ambas cosas son lamentables, están mal y no condicen con la pregonada transparencia en la cuestión pública.
Hoy, horas antes de la gran decisión brasileña, que para nosotros no tiene forma de revertirse, deberíamos de aprender que los errores se pagan y tanto en política como en la vida real, si se promete una cosa y se hace otra, llegará el momento en que se tendrá que rendir cuentas.
Ojalá el precio a pagar por los gobernantes brasileños no vaya en detrimento de la población y además que sepamos leer lo que nos corresponde de esta situación, porque el escepticismo no es aconsejable para nadie precisamente.
A.R.D.

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