Enrique Bonifacino: pianista, docente. Aunque nació en Montevideo – abril de 1964- la mayor parte de su vida pasó en Salto. Desde 2010 vive en Gran Bretaña. Estudió en el IPOLL y en la Escuela Universitaria de Música (EUM, Regional Norte), donde también dio clases, como en liceos. Quien esto escribe recuerda que hace varios años era común en quienes trabajaban en el Liceo de Villa Constitución, a mediodía, ir a «lo de Núñez» y rápidamente almorzar algo al paso, incluso de pie. Un día estaba allí sentado, un muchacho muy alto y delgado, que a diferencia del apuro y la preferencia en comida de otros, con parsimonia almorzaba sopa casera. Era el joven profesor Enrique Bonifacino. Delicado, cordial, con valores típicos de familia tradicional (valga la sopa como ejemplo), era casi un personaje. Algo incomprendido, emigró en busca de una vida nueva. Y ayer dialogó con EL PUEBLO.
«Viví en Pando hasta los 14 años, cuando nos mudamos a Salto. Mi padre era de Canelones y mi madre de Salto, Gloria Bernasconi. Arnoldo Bernasconi, que lleva su nombre el estadio, era el hermano mayor de mi abuelo. En Salto nos quedamos, ahí viví mi adolescencia y hasta que decidí venirme. Siempre estuvimos vinculados a Salto, como toda la familia de mi madre es de Salto, íbamos todas las vacaciones de verano a pasar con los abuelos, tíos, primos. La mayor parte de mi vida pasé ahí, por eso me siento muy unido a Salto. Los recuerdos más lindos de la infancia son las vacaciones de verano en Salto; tuve la bendición de tener una familia numerosa, unida y muy buena. No sé si uno de niño ve las cosas de otra manera o era realmente diferente. Recuerdo que tenían la costumbre, algo sólo de Salto, de sentarse en sillones en la vereda, en las nochecitas, mis abuelos y muchos vecinos. Y el zaguán sólo se cerraba de noche. Era una casa antigua en Brasil 1506, grande, alta, de patio con aljibe, que tenía zaguán y cancel. El zaguán todo el día abierto y la cancel cerrada pero sin llave. ¡Qué tranquilidad; qué confianza!…». De niño estudió guitarra. La primera fue regalo de Reyes, a los 6 años. Luego dejó las cuerdas y se dedicó al piano. Tomó clases particulares hasta llegar a la EUM, de donde egresó Diplomado en Música, especializado en Piano. Ahora se siente definitivamente integrado a Inglaterra, a su cultura, a su vida. «Hago música, tengo álbumes que hice caseros, y tengo muchos alumnos. Cuando llegué empecé a trabajar en varias cosas. Dos años y medio en un hogar para la tercera edad, algo que nunca se me hubiera ocurrido hacer en Uruguay, y me sirvió para pulir mi inglés. También enseñé piano en escuelas. Después, al tener más y más alumnos particulares, dejé los otros trabajos».
Dejar Salto para estar en tierras y cultura tan lejanas no fue fácil. «Fue un proceso, difícil de explicar por lo complicado, no es que un día dije: me quiero ir y subo al avión; no. Es algo progresivo, va madurando lentamente. En determinado momento me dieron ganas de conocer otras culturas, ver otras posibilidades y otros horizontes. Mi hermana se había ido antes a EEUU. Cuando la visité tuve mi primer impacto al ver otra cultura, otro nivel de vida. Me impactó que todo era hermoso, perfecto…y quedó esa semilla de qué lindo sería vivir en otro lugar, con otras posibilidades. Siempre me gustó el inglés y lo estudié de forma intensiva. Mi idea era obtener una beca para estudiar en EEUU, pero no se dio…Luego una tía solicitó la ciudadanía italiana y a partir de ahí todos nosotros podíamos solicitarla. Saqué el pasaporte italiano y se me ocurrió que quería venir a vivir al Reino Unido».
La búsqueda de una sociedad más abierta y tolerante fue uno de los motores que lo impulsaron. «Mucha gente pensó que era una locura, pero desde el momento que llegué se abrieron las puertas, las posibilidades. Por ser ciudadano de la Comunidad Europea tengo muchos derechos, como la salud. Además, yo soy abiertamente gay, toda mi familia y mis amigos lo saben. Aquí conocí a mi compañero y gracias a él pude tener éxito. No llegué de la nada, llegué a vivir con él. Nos conocimos por internet, nos vimos por primera vez en San Pablo y después tomé la decisión de dar el gran salto, el salto riesgoso de venirme. Muchos pensaron que era una locura porque yo tenía horas en Secundaria y en la Universidad, y dejé eso seguro por lo desconocido. Cuando estaba en Salto tenía un poco de miedo de expresarme libremente y esa fue otra de las razones para venirme, buscaba una sociedad más tolerante, más abierta. Acá vivo en una sociedad multicultural, multirracial…El imperio británico tenía colonias por todo el mundo que, cuando se independizaron, esa gente se convirtió en ciudadanos británicos, por eso hay mucha gente de la India, Pakistán, Asia, una mezcla de culturas, religiones, ideas. Tolerancia y armonía son necesarias para sobrevivir, para aceptar que no todos somos iguales, también en la orientación sexual. Aceptar todas las diferencias que hay entre los humanos, eso es característico acá. Pensé que me iba a encontrar con el típico inglés, pero en Londres lo que menos hay es eso, acá hay mucha gente de India, de África…».
Vive en Langley, una ciudad ubicada al oeste y a 30 km de Londres. «…ciudad muy tranquila, con mucho verde, muchos parques, una especie de ciudad ideal del interior del Uruguay de antes, donde reina la tranquilidad, la confianza. Una zona muy poblada pero a la vez muy tranquila, combinación rara. Las zonas residenciales son muy organizadas y cada centro urbano tiene todos los servicios: supermercado, correo, banco, farmacia, clínica, escuelas…Funciona el tren, mi transporte favorito. Me encantan los trenes. Vivo cerca de una estación, tengo 30 minutos para llegar a una de las grandes estaciones de Londres, ahí hago conexión con el subterráneo, de ahí en 15 minutos estoy en el centro de Londres». En el sitio de internet ebonifacino.co.uk puede verse trabajos musicales suyos. En esta cuarentena trabaja mucho subiendo videos allí, así como a Youtube. Pero sin dejar la docencia. «Me gusta decir que más que enseñar música, la respiro, la vivo. Es mi realidad. No podría imaginarme sin ella. Cuando no estoy tocando el piano, estoy dando clases o tarareando algo, tratando de aprender una pieza nueva o marcando el ritmo con mi cuerpo. Es todo mi ser. No enseño música, soy música. Me gusta toda la buena música, popular y clásica. Pero mi formación ha sido en música clásica, en especial los grandes compositores: Bach, Mozart, Beethoven. Los clásicos y los románticos. Me identifico con los grandes maestros. También me gusta mucho el tango, los boleros y otras melodías, música moderna. He grabado melodías muy populares, música de películas, con arreglos para piano. La clásica es la que más requiere concentración, conocimientos, refinamiento. Actualmente me estoy dedicando a la música romántica del siglo XIX, en especial a un compositor húngaro casi olvidado, Stephen Heller». Inglaterra le da un acercamiento a la música mucho mayor que el que podría tener aquí. «Noté que mucho más gente estudia música que en Uruguay. Se valora más. Los padres envían mucho a sus hijos a aprender un instrumento. Guitarra, violín y piano es lo más popular. Tengo mucho acceso a material de música: libros, conferencias, cursillos, comercios dedicados a partituras e instrumentos. Hay compositores que están todo el tiempo publicando material y, como además viajo, fui formando una biblioteca que jamás hubiera imaginado tener…Siento que al venirme pasé a vivir como en otra dimensión». En definitiva, Enrique es un exitoso por logar vivir lo que siempre quiso, la vida que soñó desde niño cuando en casa de su tía, la dentista Bernasconi, se pasaba largas horas escuchando un tocadisco. O cuando los días de lluvia jugaba en la bajada de calle Brasil: «Las enchorradas… otro termino salteño! Como salteño es también y está en mí el olor de las hojas de plátanos mojadas por la lluvia. Cada vez que siento ese olor me llegan todos los recuerdos de la infancia…». Acordes de música de piano deberían cerrar esta página.
JORGE PIGNATARO
