Gustavo Fernández Galluzo (41), hombre de “múltiples actividades”, como él mismo se define y que tuviera laresponsabilidad de haber ocupado en el segundo gobierno departamental de Eduardo Malaquina la asesoría de Turismo, dialogó con EL PUEBLO sobre su punto de vista de la realidad termal de Salto.
– ¿Siempre le interesó el turismo?
– Sí, sí. En el año 94, para obtener el título de grado de la universidad (Licenciatura en Dirección de Empresas cursado en la Universidad Católica), tenía que hacer un proyecto. Entonces, veamos cuál era la realidad en 1994, el pozo de Daymán reperforado hace pocos años atrás y comienzo del boom de construcciones en ese centro termal. Se nos ocurrió hacer un proyecto del desarrollo turístico de Salto vinculado con el termalismo, hicimos ese trabajo, me sirvió para obtener el grado, se lo presento a Malaquina en su momento, yo me encontraba trabajando en Montevideo, y a principios del 96 queda vacante la asesoría de Turismo. La cosa es que en agosto del 96 vuelvo a Salto a trabajar en la intendencia como asesor de Turismo en buena medida gracias a mi proyecto de grado de la Universidad Católica.

– ¿Qué decía en ese proyecto?
– Ese proyecto, donde tuve la tutoría del economista Benito Berretta de Salto, quien me dio buenos lineamientos para trabajar en base a correlaciones de variables, como por ejemplo, en qué medida el aumento de la capacidad iba de la mano con el aumento de la oferta, y nos daba que correlacionaba casi perfecto. Es decir, si la capacidad de camas de Salto aumentaba en un cincuenta o en un ciento cincuenta por ciento, la demanda iba a ir de la mano, cosa que se dio. Luego tuvimos el tema que todos conocemos de hace unos años atrás que por suerte ya quedó en el pasado y andamos de nuevo en la misma senda de hace quince años atrás. Ya manejábamos también en aquel entonces el aumento de una potencial competencia de Entre Ríos, cosa que también se concretó, pero que no iba a ser una limitante, cosa que como vemos, hoy conviven perfectamente las termas del lado uruguayo con el lado argentino.
También tocamos el tema del verano, donde hacíamos una correlación entre el nivel de entradas vendidas a las termas con los boletos de la Línea 4, o sea, sosteníamos que las termas del Daymán en verano vivían gracias a los salteños que sacaban boletos combinados del ómnibus. Teníamos otras conclusiones más de entrevistas con operadores pero las grandes líneas de trabajo eran esas.
– En referencia al mentado tema de la capacidad, todos los años se habla que en semana de turismo nos visitan entre veinte y veinticinco mil turistas cuando en Paysandú, en ese mismo período con la Semana de la Cerveza concurren más de doscientas mil personas. Esas cifras no me cierran.
– Los veinte o veinticinco mil en Salto es cierto. La diferencia que tiene el turismo respecto del resto del año es que el nivel de facturación de las empresas aumenta considerablemente, no por el hecho que haya más gente. Nosotros los hoteleros en general, particularmente de Daymán y Arapey, el fin de semana pasado estuvimos llenos y este fin de semana largo con sándwich del lunes 30 (de abril) volvemos a estar llenos, y estamos con tarifas de alta temporada en cualquiera de los dos fines de semana porque son largos. Lo que tiene el turismo es que la mayoría de los hoteles trabajamos con días de alta hasta el miércoles y existe una tarifa súper alta para la noche del jueves, viernes y sábado que normalmente diría que es más de un cien por ciento de lo que cuesta, por ejemplo, la noche de hoy que es baja (día entre semana). Entonces, eso hace que el hecho de tener ocho o nueve noches lleno junto con el tema de diferenciales de tarifa, es lo que tenemos como el equivalente a lo que ingresa en un mes, o más.
– El anterior director de Turismo de la intendencia decía que cometíamos el error de ser monotemáticos y solo hablar de turismo termal cuando en Salto podíamos explotar otras facetas del turismo…
– Le digo un ejemplo nada más, el religioso. En Salto no se habla mucho del turismo religioso, pero tiene un peso importante, particularmente en Daymán por lo del Padre Pío y los grupos de oración que van a esa construcción que se hizo más allá (como yendo a las termas de San Nicanor)…
– Ahí estaría dentro del departamento de Paysandú.
– Sí, pero, ¿dónde queda la plata? En nuestro hotel tenemos gente que viene de tres a cinco veces en el año y que no se baña en el agua termal, sabe que hay una terma pero viene exclusivamente con motivos religiosos, y creo que si hoy me sacan al Padre Pío yo bajo cómodamente un quince o veinte por ciento la facturación anual. Ahí uno se da cuenta la importancia que tiene este aspecto dentro del turismo.
– Si ya tenemos nuestra plaza colmada porque vienen turistas todo el año, ¿para qué incorporar entonces más atractivos turísticos? ¿Tenemos la infraestructura necesaria para recibir a más personas?
– Yo creo que el aumento de la capacidad de camas no ha ido al ritmo que debiera. O sea, ¿en los últimos años de qué estamos hablando? Del Hotel Salto que vuelve a la cancha y del Altos del Arapey. Después hay inversiones individuales, por ejemplo en La Chinita, la cantidad de obras que hay hoy y que hubo el año pasado y desde hace dos o tres años es importante, pero entre todas no suman trescientas camas, pero es el perfil del inversor que ha estado invirtiendo en este tiempo. Es decir, básicamente gente de Salto que compra un terreno y que construye una, dos o tres cabañas para arrendarla luego y hacer una renta. Hoy es mucho más notorio esto que las ampliaciones de las empresas ya constituidas, que somos entre treinta y cuarenta empresas hoteleras constituidas con RUC, con personal, o sea, empresas de alojamiento que habemos en Daymán, en Salto y en Arapey.
Hoy están dadas las condiciones para seguir creciendo. Hoy hay mecanismos como la ley de proyectos de inversión que ayuda pero creo que hay mucho desconocimiento de los empresarios en los beneficios que tiene aparejado. Así que oportunidades hay, acceso al financiamiento también hay, hoy los bancos te tiran una alfombra roja cada vez que uno le va a pedir dinero para proyectos de inversión. Pero no sé, el tema de Argentina, el tema de una eventual crisis que pueda llegar a venir hacen que la gente y su natural grado de conservadurismo que tenemos los uruguayos hacen que la pensemos más de lo debido al hecho de embarcarnos en un proyecto de construcciones nuevas o de ampliación o de lo que sea.
– La Comisión de Turismo del Centro Comercial había observado que la infraestructura municipal de las piscinas en Termas del Daymán había quedado chica debido a la gran presencia de la gente…
– Sí, pero estamos hablando de cincuentas días en el año, no son más.
– Porque la idea que venía manejando, al menos con la anterior presidencia de dicha comisión, era la de ampliar ese parque de piscinas, ¿no está de acuerdo con esa visión?
– Eso viene de la mano también con el tema del agua, es decir, uno para ampliar la capacidad de piscinas tiene que contar con agua suficiente. Otra diferencia que hay hoy respecto a unos años atrás es que la oferta de piscinas es mucho mayor…
– ¿Privadas?
– Claro, privadas, como los moteles que tenemos piscinas con agua termal, nosotros somos conscientes de eso, a nuestros huéspedes les decimos que si quiere que vaya, pero que va a estar junto a cuatro o cinco mil personas adentro de ocho o diez piscinas, o sea, sanitariamente no es lo más recomendable. Por eso, en la medida que pueda tiene esta otra opción, con la piscina del hotel, que es más cara pero seguramente va a pasar mejor que si estuviera adentro del parque.
Aparte, además, está el tema de los salteños, que es un tema que ha pasado toda la vida y que no sé por qué a los salteños nos encanta ir a meternos a las termas cuando está el malón, no vamos un día de semana que quizás hay cien personas en las termas, no, vamos cuando hay más de tres mil. De todas maneras, esto sigue siendo toda una discusión donde hay gente que dice “¿por qué le vamos a restringir el derecho a los salteños de ir a las termas el día que quiera?” Pero nadie pide que se prohíba, lo que decimos es que “tienen todo el año para ir”, de los tres cientos sesenta y cinco días tienen al menos trescientos para ir, pero no, prefieren juntarse todos en semana de turismo, en las vacaciones de julio, en los feriados largos uruguayos y argentinos, ahí es donde la oferta en general hace eclosión. La oferta de piscinas, de camas, la gastronómica, la oferta de servicios, de transporte.
– Las medidas económicas que ha venido adoptando Argentina intentando controlar la fuga de capitales al extremo de llegar a regular los dólares que un turista argentino puede sacar de un cajero automático en cualquier país, ¿puede afectarnos de alguna forma?
– En Salto tenemos cultura turística desde hace muchos años y hemos recibido argentinos de toda la vida. Aquí son muy pocas las empresas que no aceptan plata argentina, cosa que fue el problema que hubo en Punta del Este en octubre y noviembre que se preguntaban los empresarios qué iban a hacer, “vamos a tener que aceptar plata argentina, ¿y a qué valor? ¿Quién nos la toma?” Eso acá en Salto, producto de la cercanía que tenemos, es un tema que lo tuvimos resuelto desde el primer día. Se me podrá decir que hay hoteles o restaurantes que toman mejor o peor el cambio, pero eso no es limitante. Así que a nivel del turismo de la persona que viene por dos o tres días a esta región no creo que esas medidas nos perjudiquen.
– ¿Cómo ve hoy el turismo en Salto?
– Bien, se nota que ha habido una evolución a nivel de promoción, de dotación y capacitación del personal, del tema de los idiomas, hemos mejorado los accesos y los medios de transporte que llegan a Salto, algo que quizás mucha gente no lo note pero el hecho de tener vuelos regulares a Salto ayuda porque permite acceder a un público de mayor nivel de gasto, y para eso tenemos que tener oferta, como la hotelera de cuatro y cinco estrellas y servicios que vayan de la mano con eso porque ese es el turista que sirve. Como hablábamos recién, qué pasa con que en Paysandú hayan cientos de miles de personas si son gasoleros totales porque, ¿qué le dejan a Paysandú? Pienso que a Salto le sirve mucho más los veinticinco mil que vienen y que gastan bastante más que los que van a Paysandú en la semana de turismo. De todas formas, si bien hemos avanzado todavía estamos lejos de llegar a lo óptimo.