Hay vacíos que tienen nombre. Hoy los campos de manzanilla cercanos a Pueblo Lavalleja y los que se extienden por tantos otros rincones del interior profundo de Salto, sienten ahora un vacío que puede llamarse Elder Silva. El pasado jueves 29, en Montevideo, murió el poeta. Ese que cuando una vez le preguntaron cómo quisiera morir dijo “extendido sobre un campo de manzanillas”, ese que imaginó que siempre «la frontera será como un tenue campo de manzanillas».
Esta página de Cultura que los lunes EL PUEBLO dedica a la creación literaria de salteños aún vivos, hoy hace una excepción, porque Elder falleció. Pero creemos que el mejor homenaje es darle a él la palabra.
VUELTA AL MUNDO
Canta un sabiá en Tala,
en la profundidad del espinillar
y le responde un azulito en Migues
en el huerto silencioso, en casa
del poeta Juan Carlos Macedo.
Una bandada de zorzales
voló por la mañana
y su canto nervioso se escuchó
por las orillas del Laureles
y por Parada Herrería,
sobre unos campos de trigo en Valentín.
En «El viento nos llevará»
(Bad ma ra khahad bardr» en iraní)
Abbas Kiarostami
registra el canto de una ratonera,
ese pajarito saltarín que anida en los chilcales.
Al lado de Malí, viendo la película,
comprendí que aquella ratonera
registrada por la cámara de Siah Darek,
a 700 quilómetros de Teherán,
es la misma que atería los mediodías de
mi infancia.
EN LA ALTA LUNA
Una luna alta hacia el lado de Patitas
se reparte las nubes
y acaso el sur de la Vía Láctea,
como señales para el prójimo.
Las chapas del excusado
golpeándose en el viento
toda la noche.
Recostado en la cama
pienso que el verano es un invento
de los pájaros.
Tengo doce años
y he besado por primera vez a mi novia.
ZOOM
Estás en la cocina abriendo una lata de arvejas:
de espaldas, los jeans ajustados son fácil tentación
para mis ojos de animal aturdido.
Entro y siento ganas de besarte
en el cuello descubierto,
levantar tu blusa y tomarte por los pechos
casi dulcemente.
Pero el abrelatas avanzando por el círculo filoso
detiene mis impulsos venales.
Es decir, tus dedos rojos
apretando el abrelatas en el borde del tarro,
cambian calles pasos veredas ómnibus
por ese pequeño y maquinal movimiento
que vos ejecutás con cierta devoción y encanto.
Al fin cierras el círculo
y como fulminada,
la tapa cae sobre los azulejos de la mesa.
Meto la mano en el tarro y te doy una arvejita
en la boca.
Y te toco los dientes con la lengua
en un poema con final feliz.
ESCRITO EN UNA POSTAL
Abre la ventanilla
y deja que entre el aroma de
los campos de manzanillas
de la primavera.
El polvo de estos caminos vecinales,
más que borrarlo todo,
anuncia el comienzo de una estación
donde habremos de encontrarnos otra vez.