“La universidad debe ser un proyecto de transformación que ayude a generar vida a toda la sociedad” señaló el P. Arturo Sosa Abascal, S.I., prepósito general de la Compañía de Jesús, sucesor de San Ignacio de Loyola. En una conferencia que brindó a la comunidad académica, planteó la importancia de la utilitas -uno de los pilares del paradigma Ledesma-Kolvenbach- que implica estar atentos a generar conocimiento útil para resolver los problemas de nuestros tiempos. En particular, el prepósito general planteó la importancia de lograr una incidencia real de nuestra propuesta educativa en la transformación social. “Las universidades son una particular expresión de la internacionalidad y multiculturalidad del cuerpo apostólico de la Compañía y están en medio del mundo fragmentado y dividido. A través del discernimiento las universidades se abren a la posibilidad de ponerse en contacto con la fuente de la vida que se proponen trasmitir y adquieren la libertad necesaria para seguir la corriente de vida que surge de su misma fuente. El discernimiento nos mantiene en contacto con los sueños de un mundo mejor hacia el que se orientan los esfuerzos de investigación, creación de conocimiento, docencia e incidencia social. El discernimiento orienta y da sentido a la planificación del mejor uso de los recursos disponibles para lograr los fines del quehacer universitario. Una institución universitaria es posible sólo a través de la colaboración. Por eso insistimos en llamarla comunidad universitaria. También sabemos que es mucho lo que podemos hacer todavía para ampliar y profundizar la colaboración dentro de la propia universidad, entre las universidades y con tantas otras posibilidades que hoy se abren a ella. La colaboración es concebida por las Congregaciones Generales de la Compañía de Jesús posteriores al Concilio Vaticano II como parte de la identidad del cuerpo apostólico universal. Nos sabemos mínima Compañía colaboradora en algo mucho más grande que nosotros y que no depende de nosotros. Como cuerpo apostólico universal tratamos de prestar la mejor colaboración posible a la misión de reconciliación y de justicia en la que somos compañeros de los miembros de la Iglesia y todas las personas de buena voluntad empeñadas en humanizar la historia y cuidar la Casa Común. En esa perspectiva, la universidad es colaboradora de la misión más amplia y compleja encomendada a la Compañía de Jesús y como tal se concibe a sí misma al servicio de la vida reconciliada. La colaboración es también una característica fundamental del modo de proceder en la vida cotidiana de la universidad. Insistimos mucho en el necesidad del trabajo en equipo y propiciamos un liderazgo que lo promueva y sepa aprovechar para mejorar la eficiencia del uso de los recursos a disposición e incluso de multiplicarlos. Mucho camino tenemos por delante para encarnar más profundamente este modo de proceder en cada una de las universidades y mejorar sustantivamente la colaboración de las universidades entre sí y con otras instituciones, proyectos y grupos que lucha por los mismos objetivos. Con los actuales medios a disposición la colaboración se multiplica y hace más eficiente a través del trabajo en redes. El trabajo en red presupone una cultura de la generosidad, que supere las tendencias a cuidar y multiplicar los recursos para uso exclusivo de cada institución universitaria. La cultura de la generosidad está a la base de la fecundidad que logra más y mejores frutos de vida plena. Con estos criterios se forma el sujeto del apostolado universitario de la Compañía de Jesús”.
El Padre general de los jesuitas, P. Arturo Sosa Abascal, S.I., brindó el lunes pasado una conferencia a la comunidad universitaria
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